Autor: ELENA IRARRÁZABAL SÁNCHEZ
VIRGINIO ARIAS: las manos campesinas tras la estatua de Baquedano
RESCATE Cuatro facetas de un escultor que Chile olvidó Elementos que tiene (o tenía) el monumento a Baquedano Una estatua en bronce del general Manuel Baquedano, que lleva las riendas de su caballo Diamante.
Además de los daños y ataques a martillazos que ha recibido la escultura, su espada fue sustraída en enero de 2020, pero fue recuperada por la policía. 1 Un pedestal —elemento arquitectónico que busca resaltar y elevar la escultura— diseñado por el arquitecto Gustavo García del Postigo. Sus rayados relieves representan las batallas de Chorrillos y Miraflores y están inspirados en obras del pintor Gio Mochi. 5 Un centinela, ubicado al costado oriente del pedestal. La figura de bronce eun centinela o vigía fue arrancada con la ayuda de cuerdas en noviembre de 2019 y botada a los pies del monumento.
Resultó con quebraduras y fue retirada, 1 Una mujer, al costado poniente, que tiende en señal de triunfo una guirnalda de olivo o laurel (algunas la han interpretado como un ramo de copihues). Se trata de una reminiscencia clásica, una alegoría al triunfo. Una placa en memoria del soldado desconocido, cuyos restos descansan en el lugar. La placa la elaboró el escultor Guiller= mo Córdova. Algunas voces han pedido retirar losrestos del soldado, por la dificultad. Para que allí se respete su memoria. Datos sobre la escultura: Pedro Zamorano, doctor en Historia del Arte.
Su origen en Ránquil La vida de Virginio Arias Cruz (1855-1941) comenzó en Ránquil, en una sencilla familia campesina, “Arias —como también José Miguel Blanco y Nicanor Plaza—no perten cían a la elite ilustrada que administraba el poder local. Procedían de familias modestas y salieron adelante a fuerza de talento”, explica Pedro Zamorano, director del Instituto de Estudios Humanísticos de la Universidad de Talca.
Tras ser descubierto su talento innato, Arias logra ingresar en Santiago ala Academia de Bellas Artes, donde fue alumno del artista Nicanor Plaza (autor del “Caupolicán” del cerro Santa Lucía). “Fue el discípulo más sobresaliente del escultor nacional, quien viajó con él a Francia en 1874, costeando el viaje y la estadía de Arias durante algunos meses en París”, agrega Ximena Gallardo Saint Jean, curadora de las colecciones de arte del Museo Histórico Nacional Tras un examen tremendamente exigente, Arias consiguió un cupo en la renombrada Academia de Bellas Artes de París y luego en la Academia Julien, donde estudió dibujo.
Con el paso de los años, su trabajo obtiene en París destacadas distinciones por obras como “Un héroe del Pacífico” —hoy conocida como “El roto chileno'— y “El descendimiento”. “Hoy cualquiera hace una estatua y muchas autoridades no tienen cultura en este aspecto. Se acabaron las escuelas de arte en estatuaria. Nuestros grandes maestros ganaron premios en los salones de Europa. El descendimiento' de Arias se presentó en el salón de París. Mientras Arias obtenía el primer premio, Rodin era echado.
La estatuaria chilena fue de las mejores del mundo”, opinó el escultor nacional Francisco Gazitúa En Francia comienza a perfilarse un artista que seguía las directrices clásicas, pero buscaba darle un toque personal a su estatuaria, lo que significó un paso importante para un país que solía comprar réplicas para sus espacios públicos y privados.
M¿ Mejor escultor nacional del siglo XIX? “Los primeros tres grandes maestros dela escultura nacional fueron José Miguel Blanco, Nicanor Plaza y Virginio Arias, a quienes Víctor Carvacho llamó “los escultores del bello estilo”. No sé si Arias se puede calificar como el “mejor escultor chileno del siglo XIX”, pero sí fue uno de los más sobresalientes, a juzgar por la obra que dejó. También como maestro en la Escuela de Bellas Artes y por el liderazgo que ejerció sobre su generación”, opina Pedro Zamorano, profesor de la Universidad de Talca. En 1900 Virginio Arias fue nombrado director de la Escuela de Bellas Artes por el gobierno, cargo que desempeñó por más de una década. Su faceta como maestro es destacada por Ximena Gallardo, curadora del Museo Histórico Nacional. “Su relevancia no solo se aprecia en obras en distintas colecciones y espacios, sino también en su destacado papel como. Director de la Escuela de Bellas Artes.
Su nombramiento fue importante por tratarse del primer escultor en estara la cabeza de dicha institución Allí realiza una reestructuración al plan de estudios, que permitió mejorar los conocimientos teóricos y prácticos de los alumnos”. Cuentan que Virginio Arias tenía un carácter áspero que le generó problemas en la Escuela de Bellas Artes. También se involucró en varías rencillas con Pedro Lira.
Lo que le significó, con los años, convertirAutor de esculturas como “El roto chileno” y de la estatua de Baquedano que es vandalizada | diariamente, poco se habla de este talentoso artista + chileno, que tuvo una vida llena de pesadumbres. Demasiado importante para merecer este olvido”, dice el académico Pedro Zamorano. Se en una figura más bien solitaria y sin apoyos. M Su inspiración clásica “Arias desarrolló una línea estética más bien académica y tradicional, propia de los modelos que se ban en Chile y en las academias oficiales francesas donde estudió. De hecho, hay en su obra referencias clasicistas que reeditan esquemas estéticos del siglo V antes de Cristo. Por ejemplo, el parecido entre su obra 'El roto chileno' con El Doríforo' del escultor griego Polícleto”, señala Pedro Zamorano.
Para Ximena Gallardo, “su formación en la Escuela de Bellas Artes de París y los más de quince años en que se empapó del arte europeo indudablemente fueron orientando y marcando la conformación de su estilo” Pero agrega: “En lo temático, en cambio, su obra adquiere un sello particular, debido al interés del artista por explorar y retratar con un carácter realista sectores menos representados de la sociedad, lo que probablemente se explica si atendemos al origen del artista, quien provenía de una familia campesina y humilde de Ránquil, en La Araucanía, Este es el caso de'Madre araucana”, hoy en el Museo de Bellas Artes, y del Monumento al roto chileno”. Creado en plena guerra del Pacífico, mientras Arias se encon= traba en París, buscaba exaltar la figura y esfuerzo del sujeto popular”. “Me parecen sumamente elocuentes las palabras dela historiadora Liisa Flora Voionmaa, quien califica el estilo de Arias como el resultado de un equilibrio que recoge o releva temas autóctonos o locales, utilizando para ello un modelo extranjero”, agrega Ximena Gallardo Varias voces reconocen en Arias la búsqueda de un sello singular dentro del marco clásico.
Por ejemplo, el tema de “El Descendimiento” (hoy en el hall central del Bellas Artes) fue trabajado por Miguel Ángel en “La Pietá”, pero la escultura de Arias tiene una visualidad distinta: el cuerpo muerto de Cristo —con una torsión impresionante— es sostenido por dos hombres, y María y María Magdalena (a los pies) observan consternadas. Según señala a “El Mercurio” la propia Lisa Flora Voionmaa, autora de la excelente y exhaustiva obra “Escultura Pública. Del Monumento Conmemorativo a la Escultura Urbana. 1792-2004” (Ocho Libros, 2005), “Virginio Arias forma parte de la generación de escultores que seguían las reglas de la Academia. El proceso de la creación se basaba en una visión de la realidad: la obra tenía que ser reconocible, representativa. Arias sigue estas “normas”, pero interpretando detalles a su manera.
Esto se aprecia especialmente en la estatua del roto chileno, que tiene atisbos que se alejan de lo estrictamente reconocible y dejan espacio a lo simbólico”. M La estatua más vejada Otra de las obras de Arias es la escultura de Baquedano que ha do en el centro neurálgico de las protestas. No es fácil pesquisar información clara sobre la gestación y elaboración de esta estatua ecuestre. Pedro Zamorano encontró algunos datos en una antigua tesis de grado: “Los monumentos de Santiago”, realizada por Roberto Hernández Ponce, para la UC. Hernández sostiene que en 1922 se colocó la primera piedra del moa los Héroes de la Concepción. En los discursos se dijo que la patria adeudaba un homenaje al general Baquedano. “El Presidente Arturo Alessandri se preocupó de que las iniciativas encontraran camino expedito. En 1923, la Cámara de Diputados tomaba conocimiento de un proyecto para homenajear al General Baquedano por suscripción popular y se encargó la obra a Virginio Arias”, escribió Hernández. El artista “estudió con detención el físico del personaje que debía llevar al bronce.
Escudriñó fotografías y trajes usados por don Manuel Baquedano y también la estampa de “Diamante”, su caballo predilecto”. La escultura “fue realizada originalmente en materiales blandos (arcila), para luego ser escalada a su tamaño definitivo y fundida en bronce. Su fundición, entiendo, se hizo en los talleres de la Escuela de Artes y Oficios”, agrega Pedro Zamorano. El 18 de septiembre de 1928 se inauguró la estatua en la Plaza Italia, que comenzó a llamarse Plaza Baquedano. La tumba del soldado desconocido fue agregada allí en 1931. Tras la inauguración de la estatua, Virginio Arias vivió 14 años más. No fue un tiempo fácil para él. Vivía solo y con pocos recursos. Además, lo afeció una progresiva ceguera y terminó esculpiendo con la sola ayuda del tacto. Según Pedro Zamorano, "Virginio Arias no ha sido objeto de estudios o investigaciones suficientes que den cuenta de su obra, un trabajo que debiera materializarse en un libro. Fue demasiado importante para merecer este olvido”. Además de un libro, tal vez merece un trato más digno para sus obras.