Autor: Constanza León A.
"Tenemos una falta de vínculo con la derecha. Te aseguro que Boric y Piñera no se tienen en WhatsApp"
Gonzalo Winter, Convergencia Social: El diputado es amigo del Presidente desde la universidad, pero dice que saben separar las cosas. “En política la palabra amistad es un enredo siempre”. A primera vez que Gonzalo Winter llegó al Congreso fue por arrastre de Giorgio Jackson, su compañero de lista, con el 1.2% de los votos. Esta vez, fue reelegido con más de 66 mil votos y se transformó en uno de los tres diputados más votados del país, solo superado por Pamela Jiles y Karol Cariola. “Uno tiene que tener mucho respeto con las situaciones de éxito, Bielsa dice que el éxito deforma.
Yo efectivamente creo que fui un buen diputado, pero no puedo negar que el estigma del 1% me ayudó a tener un espíritu de autodesafío”, dice el abogado de Convergencia Social, de 35 años, en su oficina frente al GAM. “La vida me bendijo con el mejor equipo que haya conocido. Además, hubo una sinergia entre el territorio y tomarme muy en serio las comunicaciones.
Eso significa que si me preguntan por la crisis asociada al covid 19 no digo la opinión que me formé leyendo el diario, sino la que obtuve después de haber recorrido la totalidad de las ollas comunes de mi distrito”, dice y explica que ocupa como vía sus redes sociales y su podcast. “Me vengo en micro a la oficina y la gente cree que es un acto de sencillez. Y no, es una inversión. La gente me conoce y me habla.
Estoy muy comprometido con la idea de que soy un representante popular”. —Se dice que hoy tu rol es ser el articulador del Ejecutivo en la Cámara. ¿Eso se da por tu buena relación con el Presidente y el vínculo con tus pares? —Quisiera despejar algo: no es mi buena relación con el Presidente, es mi posición en el Frente Amplio. Mi misión es ser diputado por el distrito 10, pero mi rol es extremadamente distinto al que tenía el período pasado. Soy jefe del Comité Frente Amplio y eso está asociado también a que entraron 93 diputados nuevos. Quedamos algunos antiguos en esta situación, como Karol Cariola, y hemos tendido puentes.
Tengo un rol de articulación y eso significa que tenemos reuniones con La Moneda, con la Segpres. —¿ Y cómo lo ha hecho el ministro Giorgio Jackson? Ha sido un debut difícil. —Hay muchos parlamentarios que han exacerbado las críticas y como saben que el Presidente goza de mucha popularidad critican al ministro Segpres en exceso, como una forma de mejorar su posición frente al gobierno.
Es algo muy antiguo. —Pero hubo episodios complejos: la admisibilidad para un proyecto de quinto retiro, la molestia de algunos senadores por la suma urgencia al indulto. —Lo que votamos fue estrictamente la admisibilidad del proyecto, lo que no significa que estemos a favor del quinto retiro. El retiro del 10% tiene una encrucijada muy compleja. Muchos creemos que las AFP han lucrado con la pobreza y miseria de los chilenos. Voté a favor de los retiros porque eran necesarios en cuarentena. Pero hay quienes hoy dicen que hay gente que necesita el quinto retiro, sí, el problema es que en todas las épocas y en todos los países hay enormes necesidades. Si siempre que hay alguien en situación de pobreza decimos que se deben sacar fondos de pensiones, significa que no deben existir los fondos de pensiones.
Hay que ayudarlos con bonos de subsidio al empleo, reactivación económica, IFE, subiendo el sueldo mínimo y otros. —¿ Cómo se repara el error de cálculo del gobierno en su fallida entrada a La Araucanía? —Entre que la ministra Siches haya ido y haya ocurrido lo que pasó, versus que no haya ido, prefiero que haya ido. Fue un primer paso errático, pero funciona como primer paso.
Se juntó con Marcelo Catrillanca, lo miró a los ojos y dijo “veo en ti a un padre de un hijo asesinado por circunstancias producidas por el Estado”. Se juntó con personas de la multigremial, con víctimas de quemas de camiones, eso es un avance. Yo no espero que este gobierno resuelva la totalidad de los asuntos pendientes entre el Estado de Chile y el pueblo nación mapuche, quiero que avance a un diálogo fructífero. “Emociona que el Presidente sea un ser humano, después de haber sido un robot” Winter conoció a Boric cuando entró a Derecho en la U. De Chile, en 2006, el año en que nace la Revolución Pingüina. Boric estaba en tercero. Winter militaba en Arrebol; Boric en los Militantes Autónomos. “Era una época en que había 300 colectivos en la izquierda extraparlamentaria. El mío creía ser más de izquierda que los Autónomos (risas), pero empezamos a hacer alianza muy pronto”, relata.
El diputado participó en la campaña a la Fech de la lista de Boric, donde iban Constanza Martínez (actual delegada presidencial Metropolitana) y Pablo Arrate (exjefe de gabinete de Izkia Siches en el Colegio Médico). “Yo fui el candidato para sucederlo como presidente del Centro de Alumnos. Perdimos. La candidata a vicepresidenta era la actual ministra Javiera Toro y la hoy diputada Gael Yeomans como secretaria general. Al año siguiente, ganamos de nuevo con Constanza Martínez y después perdimos con Constanza Schónhaut. Interesante como todos vuelven a aparecer”, comenta. Winter era director del Centro de estudios de la Fech cuando se fue a vivir a Punta Arenas a solicitud del actual Presidente. “La primera campaña de Boric fue preciosa, me marcó mucho. Fue pasar de la militancia hiperideologizada del marCuando conocí a Boric, encontraba que hablaba raro. Tenía un acento excesivamente formal. No cambiaba la por la decía “¿ CÓMO estás?” y no “¿ cómo estas?”. Yo me vengo en micro a la oficina y la gente cree que es un acto de sencillez. Y no, es una inversión. La gente me conoce y me habla”. xismo universitario al puerta a puerta en Porvenir. Una campaña contra el binominal, por fuera de la ex Concertación, en el regreso glorioso de Michelle Bachelet y con montos de dinero que eran ridículos. Todos los días podría haber terminado la campaña porque no había para el almuerzo.
Siempre lo hubo finalmente y regados, como suele ser en Magallanes”. Luego volvió a Santiago a dar el examen de grado y cuando estaba haciendo su práctica en la Defensoría Penal Pública, la interrumpió —“porque el hombre fue muy insistente”— para volver a Punta Arenas. Y se quedó un año. Más tarde, sería su asesor legislativo en el Congreso. —Ya eran amigos a esas alturas. —Sí. Pero quiero hacer una salvedad, porque en la política la palabra amistad es un enredo siempre. Uno termina siendo amigo de quien es socio y compañero y a quien respetas y te respeta. Claro, éramos amigos, pero no se trataba de eso, yo era un cuadro político importante en la organización que él militaba.
Yo estaba en la comisión política y él no. —¿ Y le veías en esos años ese carisma que lo llevó a La Moneda? —Gabriel no tiene nada que ver con el prototipo de Presidente del “Jappening”, ese que saluda a todo el mundo y le dice “tanto tiempo” y no tiene idea quién es. No es el tipo simpático con gente que no conoce. Pero se da ese encanto en tanto es muy honesto. Proyecta transparencia, sinceridad, seriedad. Te dice que no sabe si es que no sabe. Y si le estás contando algo muy grave, inmediatamente te das cuenta que lo permeaste y que le da gravedad al asunto. Se le ve poco fingiendo. —¿ Pero apostabas a que podía tener un ascenso como el que tuvo? —Cuando lo conocí no, porque encontraba que hablaba raro. Tenía un acento excesivamente formal.
No cambiaba la “s” por la decía “¿ cómo estás?” y no “¿ cómo estai?”. “Es un placer saludarte y conocerte el día de hoy” (dice bien modulado y se ríe). Pero cuando empiezas a ver que esa forma de redactar tan pródiga la ocupa en un discurso, muy rápidamente te das cuenta de que es un jugador distinto. Él es muy autoexigente. Por ejemplo, Gabriel no pela. No creo que no le interese la copucha, pero reprime ese instinto, por su voluntad de evitar cahuines y pequeñeces. Tiene la intención cada día de merecer su propio respeto y admiración.
Por ejemplo: cuando se divide la Izquierda Autónoma, todos los que quedamos de este lado dijimos: “¡ No vamos a permitir que se queden con el nombre!... Gabriel es el más famoso, hay que dar la pelea”. Gabriel dice: “Que pequeño pelearse por el nombre, se lo cedemos, lo nuestro va más allá.
Vamos a hacer una declaración de principios y ser coherentes”. Y así fue. —Boric participó en el 92 aniversario de la Fach y Ricardo Ortega, excomandante en Jefe, destacó que, a diferencia de Piñera, pone atención y “mira a los ojos cuando te saluda”. —Son dos personas radicalmente distintas. Todos quienes conocen a Piñera saben que tiene una obsesión por ganar y lo hace muy bien. Boric tiene una obsesión por ser justo. En un país hiperpresidencialista como Chile la política está muy marcada por el contrato emotivo que adquiere el pueblo con el gobernante. Quienes votan por Piñera tienen la legítima creencia de que su poder adquisitivo va a aumentar si él es presidente, lo que significa que los votantes confíen en él. Pero en la medida en que no aumenta tu poder adquisitivo, el vínculo se corta. Boric va a llevar los destinos de la patria con justicia, se puede equivocar, pero va a hacer el intento. Gran parte del fenómeno Boric tiene que ver con que representa demandas muy antiguas, de tres estallidos sociales (20062011-2019) que entran con él a La Moneda. Hay una emoción que genera el que el presidente sea un ser humano, después de haber sido un robot durante tanto tiempo. —Otra cosa es con guitarra, les han dicho. Ahora ven lo difícil que es ser gobierno y cometen los mismos errores. —Obviamente administrar el país es una tarea muy difícil. Y llegamos demasiadas personas que no habíamos participado de la administración del Estado y que estamos recién conociéndolo. En el partido con más ministros, Convergencia Social, comenzamos hace muy poco y llegamos con tres alcaldesas. Incluso cuando se cambia de Bachelet a Piñera son dos fuerzas políticas que ya tienen la costumbre de antagonizar, pero de trabajar juntos. Tenemos una falta de vínculo con la derecha muy importante. Te aseguro que Gabriel Boric y Sebastian Piñera no se tienen en Whats App. Y, probablemente, si cenan juntos y uno hace un chiste el otro no lo entienda, porque son culturas radicalmente distintas. Ahora, hay personas de derecha que han hecho el trabajo de establecer vínculos con el Frente Amplio y se los reconozco: uno de ellos es Jaime Bellolio. “Fui presidente de curso siete veces” Winter es hijo de Jaime Winter, y María Elena Etcheberry, exsuperintendenta de Isapres. Son siete hermanos sumando a los hijos de padre y madre. “Mi padre es un ingeniero comercial de derecha con cuatro hijos de izquierda. Yo tenía cierta esperanza de que votara por Sichel, lo que no era gran esperanza (risas), pero votó por Kast. Es de derecha, pero muy dialogante”, advierte. “A mí me apasiona la política. Soy nítidamente de izquierda desde los 11 o 12 años. Era muy desordenado, pero hablar en público se me daba con cierta facilidad”, dice y cuenta que entró a militar a los 18 años.
“El día que salí electo diputado, mi mamá me dijo: Te quiero pedir un favor, el día en que la injusticia y el dolor de quienes no han tenido tus oportunidades, no te movilicen el estómago y la piel, comprométete a dejar la política y darle paso a alguien que sí lo haga”. —¿ Por qué un exalumno del Verbo Divino, de papá empresario, termina siendo tan marcadamente de izquierda? —Mi mamá es de centroizquierda, fue funcionaria pública y actualmente se dedica a las comunicaciones estratégicas. Mi familia hablaba de la dictadura y de los detenidos desaparecidos. Mi madre siempre reconoció que había algo incompleto en la lectura del mundo. No podía ser que fuera tan bueno para unos y tan malo para otros. Recuerdo haber ido en el auto y en la radio anunciaron un asunto importante en el juicio de Manuel Contreras. Mi mamá se emocionó mucho, porque 20 años antes la primera querella por homicidio contra Contreras la había puesto mi abuelo, también abogado. Mi familia no era de izquierda, pero igual teníamos un auto de la CNI en la puerta, por ese caso.
Me leí una biografía de Allende a los 12 y una de Miguel Enríquez a los 14 años. —¿ Tuviste algún tipo de liderazgo en el colegio? —Fui presidente de curso siete veces, la primera vez en Tercero Básico. En cuarto me tiré de nuevo, pero dijeron que el cargo iba a durar una semana. Fui a hablar con el subdirector para quejarme. Negocié y lo dejamos en tres semanas.
El colegio me marcó también en mi posición política, porque al estar en un colegio de derecha y al vivir en una casa razonable, el contraste era muy grande. —¿ Tu vínculo personal con Boric se mantiene? Apareciste ayudándolo a cambiarse de casa. —No lo ayudé con el cambio de casa, fui a visitarlo el mismo día en que se cambió de casa. Fui a informarle algunas cuestiones que estaban pasando en el Congreso. También fui a visitar a un amigo, sí. Hemos aprendido a tener un vínculo político que va en paralelo al afectivo.
Sabemos separarlo, porque es importante separarlo. —A propósito, ¿qué te parece la elección de Javier Velasco (CS) como embajador en España, a quien lo perfilaron como “amigo del presidente”? Fue hasta hace poco tu asesor legislativo. —Trabajó hasta marzo en esta diputación, lo conozco hace muchos años, y solo puedo decir que es un trabajador rigurosísimo y laborioso. El cargo de embajador es estrictamente político. Javier Velasco es cercano al Presidente, sí, pero es ante todo un militante de CS y antes del Movimiento Autonomista. Él, que es ilustrador también, hizo el primer logo del Frente Amplio, imagínate. Yo siempre he defendido que en las embajadas políticas tienen que haber políticos, que compartan el proyecto político del Presidente y, además, cuenten con su confianza. Cuando Piñera nombró a Pablo Piñera en Buenos Aires no me gustó no porque fuera el hermano, sino porque no era de Chile Vamos. Yo no critiqué el nombramiento de Andrés Chadwick como ministro del Interior; puedo tener la peor impresión de él, pero no llegó ahí en tanto primo, sino por ser un senador histórico de la UDI. No hay episodio del Frente Amplio en el que el Señor Velasco no haya estado detrás.