Autor: Federico Iglesias Muñoz Abogado de la U. Católica. Magíster en Derecho del Trabajo porla U. De los Andes.
Miedo
Ace algunas semanas, la encuesta anual de la Fundación Paz Ciudadana arrojó que la percepción de temor ante la delincuencia llegó a su nivel más alto enlos últi El 59% de los encuestados sealó que había reforzado la seguridad de su casa, un 719 dijo que dejó de saira ciertas horas y dejó de ira ciertos lugares servíctima de la delincuencia. Es agobiante tener que vivir constantemente asediados por la sensación de inseguridad. Sin embargo, las encuestas no reflejan muestro mayor temor: el miedo a nosotros mismos.
Aunque nunca lo digamos en voz alta, nos genera pavor constatar que no somos aquello que poseemos, ni el éxito profesional, ni nuestros viajes, ni nuestro Sueldo, ni la maratón que corrimos, ni el vestir la última moda. Hay algo muy dentro muestro que nos recuerda que no somos nada de aquello. Y a esa voz, que echa por tierra todas nuestras fantasías, le tememos más que al Tren de Aragua. Tenemos más agallas para desañar a un motochorro que darle cara al silencio que nos enfrenta con muestra verdad. A los bandidos los amedrentamos con perros y alarmas, mientras que nosotros mismos nos ahuyentamos con redes sociales y pantallas. Hemos extraviado elsentido de vivi, lo que nos ha desorientado, y nos genera miedo, del cual brota la rabia, y de la rabia surge el odio, y del odio emerge la violencia. Tememos todo aquello que no comprendemos.
Así, le tenemos miedo al que es diferente, al migrante, al que no se viste según nuestros esquemas mentales, al que piensa distinto, al que profesa otra religión o milk ta entro partido, al que vive su sexualidad de un modo no convencional. Nos sentimos amenazados por todo aquello que no entendemos, incluidos nosotros mismos. La paz social volverá solo cuando tengamos paz interior, y eso pasa por caer en la cuenta de quienes somos verdaderamente.
Para ellos, es necesario abandonar la lógica mecanicista e industrial de entendernos como máquinas de producción, y volver a la tranquilidad, de la cual brota la calma y nace la paz, Nos tenemos que revelar frente a un modo de vida acelerado e hiper estimulado, cuya lógica es promover el consumo, y que nos ha llevado a vivir ansiosos, deprimidos y cansados. Existir de otro modo es posible, y pasa por desacelerar, tomar distancia de las cosas superfiuas que creemos esenciales y apostar por la sencillez, solo así se generarán las condiciones para una verdadera paz.