Autor: PATRICIA GARIP Fotografía de Carlos Vilalón para "The Wall Street Journal
Latinoamérica: Levantamiento indígena militante en Chile pone a prueba al nuevo líder de izquierda
El Presidente Gabriel Boric hace un cambio para detener los ataques violentos contra las empresas forestales y la policía por parte de miembros radicales de la comunidad mapuche con reivindicaciones sobre tierras ancestrales. ANGOL, CHILE. —Mauro Aguilar iba conduciendo su camión para buscar una carga de troncos de pino cuando al girar en una curva una cantidad de disparos atravesó su cabina y le destrozó la mandíbula.
“En segundos, el camino se llenó de combatientes camuflados, todos dispacontra el camión, con los rostros cubiertos, con cascos, chalecos antibalas y armas pesadas”, contó Aguilar, al recordar cómo se detuvo y tosió dientes y sangre sobre sus manos temblorosas ese día de enero.
Estos ataques de grupos organizados fuertemente armados de la comunidad indígena mapuche en la boscosa región central de Chile se han intensificado en los últimos meses, según el Gobierno y testigos, en los que militantes disparan contra camiones madereros y comisa= rías, como también incendian'casas particulares.
Los asaltos —cuyo objetivo es liberar las tierras ancestrales mapuches ahora en manos de celulosas y otras empresas están presionando al nuevo Presidente de izquierda del país, Gabriel Boric Cuando era candidato a la presidencia, Boric expresó una afinidad ideológica con los activistas mapuches, quienes rechazan el capitalismo y las industrias extractivas, entre ellas, las de explotación forestal. Ahora, tres meses después de asumir el cargo, se encuentra bajo presión para restaurar el orden enel país más avanzado en materia económica de América Latina.
“No vamos a tolerar la imposición de la violencia como un método de resolución de conflictos”, manifestó Borica fines de mayo, después de que hombres armados atacaron un bus que llevaba a trabajadores forestales, donde murió uno de ellos. Con una población al menos de 15 millones de habitantes, los mapuches están entre las comunidades indígenas más grandes de Sudamérica, que viven en una franja de tierra que se extiende hasta Argentina. Una mayoría de ellos son agricultores, dirigen pequeñas empresas o trabajan como contratistas forestales; forman parte de más de 3 mil comunidades diferentes, cada una con su propio líder. Pero las injusticias del pasado —que a menudo se centran en las tierras que perdieron los mapucorroen a algunos en la comunidad, lo que impulsa a unos pocos cales hacia la violencia. “Los mapuches quieren que se escuchen sus demandas, pero a veces carecen de una estrategia para comunicarlas”, señaló Ariel Traipi Huilipan, emprendedor mapuche quien dirige una fundación que trabaja con tejedoras indígenas.
“Hay ira, y cuando esto evoluciona y se transforma en ideología, el mensaje implícito se descompone”. Los mapuches repelieron a la España La casa y el camión de Mauricio Herrera en el pueblo pesquero chileno de Quidico fueron incendiados por presuntos militantes mapuches, destruyendo su negocio de transporte de pescado.
COMUNIDAD Con una población al menos de 15 millones de habitantes, los mapuches están entre las comunidades indígenas más grandes de Sudamérica. colonial solo para ser expulsados de sus tierras ancestrales por el ejército chileno invasor y colonos europeos a fines del siglo XIX, lo que abrió heridas que Boric dijo públicamente que estaba decidido a sanar al asumir el cargo, En lugar de lo que el mandatario cali icó como tácticas represivas por parte de sus predecesores, el gobierno de Boric extendería las transferencias de tierras a los mapuches y crearía un mini terio de asuntos indígenas.
Una Convención que cuenta con el apoyo de Boric también redactó una nueva Constitución que, si se aprueba en un referéndum en septiembre, otorgaría a los mapuches amplios derecho: Sin embargo, la situación se ha salido de control, observó Francisco Ljubetic, un exfiscal de la zona central de Chile, y explicó que los grupos radicales formados por agresores mapuches ahora apuntan contra las personas, además de las propiedades, lo que ha obligado a algunas familias a huir de sus casas.
La po Ticía dice que algunos de los militantes se están aprovechando de resentimientos históricos para adueñarse por las armas de un territorio ubicado en medio de colinas verdes y bosques de pino dela zona para el tráfico de drogas y otros delitos. “En estos momentos, los ataques son indiscriminados, están aumentando en cantidad e intensidad y afectando a personas indefensas”, manifestó, y agregó que un gobierno tras otro ha minimizadola violencia a través de los años.
“Este es un cáncer que no se trató”. Puesto que los ataques han ido creciendo en las semanas que han transcutrido desde su investidura, a mediados de mayo Boric ordenó un despliegue de tropas en as rutas del lugar de conflicto en las regiones de La Araucanía y Biobío, el principal territorio mapuche.
Eso ha irritado a su base urbana de izquierda al tomar medidas similares a las que emplearon los predecesores “Tengo el deber de utilizar todos los instrumentos legales para garantizar la seguridad de la población”, expresó en un discurso a principios de este mes, “y no dudaré en utilizarlos”. El despliegue de tropas tiene lugar cuando los ataques —incendios, tiroteos, destrucción de equipo forestal y tomas de tierras— subieron de 1.118 en 2019 el año pasado en cuatro regiones del centro de Chile, la mayoría de ellos en La Araucanía, señaló la Fi calía del país. Este año estos ataques au mentaron de 23 en enero a 77 en abril, indicó la Multigremial de La Araucanía, una agrupación que representa a empresas constructoras, forestales, de camiones y otras en esta región. Este año, hasta principios de junio, han muerto 14 personas de manera violenta, en su mayoría por disparos en forma indiscriminada, en comparación con 11 durante todo 2021, precisó la Multigremial. Entre aquellos afectados, solo días después de que Boric asumió como Presidente a mediados de marzo, estuvo la ministra del Interior, Izkia Síches. Ella iba viajando con otras autoridades hacia una lejana comunidad mapuche para iniciar conversaciones, pero se vio obligada a volverse cuando su comitiva recibió disparos. Nadie resultó herido. “Está claro que en este último tiempo hemos tenido un aumento en los actos de violencia en las rutas y hemos sido testigos de ataques cobardes”, dijo Siches más tarde en un acto público. Otras víctimas de incendios provocados y tiroteos cometidos por militantes han incluido también a comuneros mapuches. Aquellos más radicales denuncian a miembros de su misma etnia que trabajan en las empresas forestales como traidores a la causa, de acuerdo a crudos mensajes que dejan en el sitio de los ataques. Otra víctima fue Otto Wild, cuya granja de 800 hectáreas fue incendíada y destruida en mayo. Militantes de un grupo radical mapuche están ahora ocupando la tierra en la que él y su esposa han vivido desde 1977, cuando la compraron porque les recordaba los Álpes en su nativa Suiza.
“Mi hijo me llamó a las 5:30 esa mañana y me dijo: “Papá, nuestra casa desapareció”. Fue una forma triste de despertar”, contó Wild, quien se encontraba en una localidad cercana cuan= do su casa era solo una humareda.
El agricultor afirmó que los ataques incendiarios en su propiedad comenzaron en 2017, cuando los agresores quemaron cinco caballos vivos en sus establos, junto con un taller y una pequeña planta hidroeléctrica “Los campos están listos para plantarlos, pero en estas circunstancias no podemos hacerlo, porque queman los campos y las cosechas”, aseguró. El despliegue militar de Boric ha recibido severas críticas del líder de uno de los siete grupos armados mapuches, Héctor Llaitul, quien dirige la Coordi: adora Arauco Malleco, llamada así por dos provincias históricamente mapuches. El dirigente comparó las tácticas con aquellas que utilizaba Augusto Pinochet, el dictador militar de Chile de 1973 a 1990, cuyo régimen reprimió drásticamente a los mapuches.
“Es el momento de preparar las fuerzas, para organizar la resistencia armada en pos de la autonomía”, expresó Llaitul, cuya agrupación empezó a apoderarse de la propiedad privada y reali zar ataques a fines de la década de 1990. la violencia afecta frecuentemente a chilenos como los que habitan el pueblo de Quidico, un lugar de pescadores que antesse llenaba de turistas hasta que los ataques los alejaron. Más de 70 casas fueron incendiadas hace poco, indicó la policía. La minúscula comisaría fortificada de Quidico está cubierta de agujeros de balas. “Nunca pensé que esto me sucedería porque yo soy nacido y criado aquí”, contó Mauricio Herrera, quien no se ex plicaba por qué su casa había sido incendiada. Herrera contenía las lágrimas mientras estaba de pie junto a los escombros calcinados de su hogar, su camión y el equipo que empleaba para limpiar y transportar pescado a Santiago. “Nos quedamos sin nada”, expresó. Los resentimientos de décadas de los mapuches abarcan desde discriminación hasta desigualdad de ingresos, a pesar de la riqueza que generan las empresas forestales y mineras, de acuerdo a mapuches locales, antropólogos e historiadores. La pobreza en La Araucanía llegaba al 17,4 %, en comparación con el 10,8 % de la nación, de acuerdo al Censo de 2020. Muchos mapuches dicen que también lamentan la desaparición de las tradiciones de su comunidad, donde menos de uno de cada 10 habla la lengua mapuche. Y luego están las reclamaciones sobre las tierras ancestrales, las que siete grupos militantes sostienen que están en guerra con el Estado chileno para recuperarlas.
Funcionarios de gobierno y de inteligencia afirman que los “extremislas” mapuches se aprovechan de la causa por las tierras como una cubierta mientras llevan a cabo diversos delitos, desde robo de madera hasta tráfico de drogas.
“Hay grupos ligados al narcotráfico y a la delincuencia que utilizan las demandas indígenas para ocultar acciones que no están relacionadas con los agravios auténticos”, señaló Natalia Caniguan, investigadora del Centro de Estudios Interculturales e Indígenas en la ciudad de Temuco. De hecho, la policía informa que ha hecho incautaciones de cocaína y ha descubierto plantas de marihuana ocultas entre los árboles en plantaciones forestales o en invernaderos en 'munidades mapuches. Los árboles que pertenecen a empresas madereras a menudo son robados, lavados a través de aserraderos clandestinos y vendidos con documentos falsos, según empresas forestales y la policía. De acuerdo a la cámara forestal, Corma, el 4% de los 4.500 camiones madereros que transitan cada día lleva madera robada. Con todo, muchos mapuches condenan la violencia y sostienen que daña no solo a personas inocentes, sino a su misma comunidad. “Yo no me siento parte de esta lu= cha”, manifestó Cristóbal Ñancufil, un mapuche de 19 años que trabaja como panadero en Temuco con el fin de ahorar para sus estudios de veterinaria. “El orgullo étnico es bueno. Pero atacar la propiedad de una persona que perteneció hace muchos años a los mapuches, ¿ cómo va a ser esto culpa de los descendientes?” (Traducido del inglés por “El Mercurio”).