Autor: Sonia Brito, Lorena Basualto, Andrea Comelin y Katia
Un asunto antropológico, ético-político y ciudadano
Recuperar la esperanza
Recuperar la esperanza significa la posibilidad de levantar la: miradas para problematizar los diversos discursos emergentes, respecto a que Chile está atravesando una crisis sistemática donde se complican las dimensiones económicas, políticas, les, ambientales, entre otras.
A esto se une como un eje relevante, la constatación que los avances ciudadanos que se pudieron visibilizar en la revuelta social, liderados por los movimientos estudiantiles, feministas, No más AFP, entre otros, han retrocedido abruptamente luego que se impusiera la opción “Rechazo' en el plebiscito de salida para una nueva Constitución.
En este contexto la pregunta que se levanta es ¿ qué se puede esperar?, pues, como se ñala Ana María Devaud “nos invade el d aliento marcado por una inexplicable decisión popular, en contra de sus propios inte reses”(1). Pareciera que cada vez que Chile pretende fracturar el sistema neoliberal -como el cambio sistémico que quiso impulsar Salvador Allende surge el temor provocado por campañas del terror en manos de las oligarquías más poderosas del país que levantan sus voces para mantener el statu quo de la concentración del poder económico, desprestigiando y diluyendo los movimientos sociales y populares.
La palabra articulada con fines e int particulares de unos pocos, que temen por la permanencia y estabilidad de sus intereses, suele disfrazarse con traje de interés popular, apareciendo mil y una observaciones respecto de los riesgos que el cambio implica para la estabilidad social y Los discursos oligárquicos en esos momentos se cargan de la habilidad de hable al pueblo con su propio lenguaje, insertando vocablos como democracia, interés por lo propio, cuidar el esfuerzo, entre otros, lo que nubla la posibilidad de la construcción de nosotros/nosotras, en función del miedo y el caos. Es un discurso diseñado para que no resulte ajeno, por lo que subjetiva con bases creíbles y fundamentadas, fundiéndose en una narrativa que se hace propia mos de resistencia.
Es que como diría Lazzarato (2002) se constituye en una técnica de control biopolítica “en donde no es necesario imponer, sino que los individuos se someten voluntariamente a través del control y sujeción de su tiempo de la vida”(2), Como no es distinguible la narrativa ajena, la resistencia se desarticula y la acción social colectiva se debi Ánimo optimista Es decir, el discurso no solo hace retroceder la posibilidad o intentos de agrietar o caducar el modelo neoliberal y sus bases, sino que, además hábilmente apunta al eje neurálgico del proceso democrático, la desarticulación del tejido social, mediante cantos de sirena hábilmente expresados. El resultado es peligroso, ya que aparecen como baluarte de la estabilidad social, la seguridad del progreso individual basado en el esfuerzo propio, desagregando cualquier posibilidad de cambio social con lógicas colectivas. Este escenario de aparente derrota, uno de los caminos posibles es recuperar la esperanza como un asunto antropológico, ético-político y ciudadano.
Así, es necesario considerar la dimensión antropológica porque la esperanza se define como un estado de ánimo optimista en el cual aquello que deseamos o aspiramos nos parece posible(3). Por lo tanto, se trata de una actitud del sujeto que dinamiza su fortaleza, donde es capaz de levantarse, enfrentar y desafiarla realidad que es hostil y através de decisiones que le permiten volver aarriesgarse en el camino de la vida a través de rutas inéditas.
Lo opuesto a la esperanza es el abandono, el miedo, el abatimiento y el desánimo, en tanto actitudes individuales y colectivas que acortan la mirada, que enlentecen el paso, que jibarizan la creatividad y la sión de reformar a partir del acervo de experiencias, conocimientos y prácticas que han permitido los avances efectivos de reconstrucción. Las concepciones de esperanza se han tensionado a lo largo de la historia.
Así, por ejemplo, el filósofo Friedrich Nietzsche, señala que la esperanza “es el peor de los maporque prolonga el suplicio de los homcon esta expresión, critica una actitud estática del ser humano que espera que otro alcance sus expectativas sin hacerse protagonista de la historia y, por tanto, inmovilizándolo a caminar hacia el horizonte del cambio social.
En contraposición a es definición negativa de la esperanza, Ar tóteles indica que “la esperanza es el sueño del [ser humano] despierto”(5). Esta mirada planteada por Aristóteles representa un pivote para imaginarse un proyecto y actuar para hacerlo efectivo, por tanto, trans tre preguntas, dudas y po: embargo, está cargada de posibilidades, que requiere entonces de personas y sociedades despiertas y atentas a los cambios de timón intempestivos.
Esperanza y fatalismo Ahora bien, desde la esperanza que actúa en los ámbitos más personales ¿ se podría aplicar esta categoría a los espacios ético-políticos? Para responder recurrimos a Paulo Freire quien aplica la categoría esperanza en el contexto latinoamericano de los setenta donde se instalan las dictaduras, desigualdades y violaciones a los derechos humano: que la esperanza se opone al fatalismo(6). Es más, desde los análisis sociológicos se afirma que en la historia se han dado años de esperanza, como fue el período de post guerra pecialmente en los años sesenta que se caracterizaron por reconsiderar los valores cultu= rales que hasta entonces habían primado paraconstruir una sociedad nueva, de allí que el activista mexicano Gustavo Esteva postule la posibilidad de regenerar el tejido social des dela De esta manera, las personas individuales y colectivas poseemos una fuerza movilizadora que opera como motor, sobre todo en momentos críticos y limites, es así que la energía se revitaliza y piensa-siente-crea otrasrutas, tránsitos y mecanismos para pensar-actuar de maneras inéditas y co-cons truidas. Movilizar la esperanza significa tener expectativas, en ese sentido, creer que la energía y la valentía tendrán como correlato procesos, resultados e impactos en perspectiva del bienestar y calidad de vida. Se trata de incidir desde una esperanza activa para la transformación social, lo cual requiere movilizar y articular el tejido social para posibilitar el restablecimiento saludable de espacios deacuerdos y nuevos tratos. En este sentido, recuperar la esperanza desde la dimensión ético-política, requiere de un análisis crítico de la realidad soc política de Chile.
No podemos olvidar la peranza de la “alegría ya viene”(8), cuya ex Pectativa era poner fin ala dictadura, a un ma de represión, persecución, muerte y tortura, ala falta de libertades y a un sistema económico que profundizaba cada vez más las brechas existentes, provocando el empobrecimiento. Lo anterior está ligado con la gestación e implantación del modelo neoliberalocurridoen dictadura. Los sucesivos gobiernos democráticos desde el año 1990, han profundizado el modelo con cambios que no alcanzan parasos tener una sociedad más equitativa donde prime la justicia social.
Más bien, el Estado ha propiciado un sistema económico que propicia el individualismo, la indolencia y desafecto, que se irradia en todos los ámbitos sociales, por tanto, nos ha llevado a una crisis de tolerancia, de y de dign dad, reduciéndonos a entes que consumen.
Pareciera, en este sentido, que hay un punto de noretorno, pues cuando el libre mercado se instala no se podria volver atrás, a lo más, posible realizar algunos ajustes, según lo profetizado por Francis Fukuyama en 1992 en su libro “El fin de la historia y el último hombre”(9). El individualismo ha calado hondo, impactando de lleno el alma colectiva de nuestra tierra, el tejido social que nos une como ciudadanos y ciudadanas, dejándonos predominantemente la identidad de consumidores, con la brújula de la certeza instalada en el mercado y en el consumo, solo de lo material, empobreciéndose la idea de bienestar y con espacios públicos inseguros, donde la vida social y colectiva se opaca y desaparece.
Al y Ciudadanía activa Ahora bien, estas formas de construirnos han generado una especie de hastio y re= chazo, puesto que observamos cómo el libre mercado ha desbastado el planeta que sufre por la indolencia irrefrenable del extrae tivismo. Sin embargo, el miedo que destila el discurso instalado no ha logrado dormir nuestra alma colectiva y el pensamiento democrático. Es así como surgen movimientos sociales que se han movilizado en perspectiva de recuperar la sensatez y la concienci. Humanitaria. Es decir, han emplazado a la institucionalidad por políticas eficientes de recuperación con el propósito de lo colectivo, desde una ciudadanía democrática y deliberativa.
Por lo tanto, la recuperación de la speranza en el ámbito social necesita de la dimensión ciudadana activa donde las/lo sujetas/os socio políticos logren transformar la crisis multidimensional que Chile v ve “en un impulso sereno y esperanzado que conduzca al levantamiento pacífico y democrático"(10). Para quese concrete el actuar de una ciudadanía que pueda regenerar el tejido social desde la esperanza, se necesita recuperar las confianzas, buscando el punto de equilibrio de la justicia y donde los intereses individualistas o corporativos se evidencien para ser erradicados. Asu vez, la esperanza requiere de la libertad como soporte ético entonces el libre albedrío no puede const tuirse en un peligro para el yugo hegemónico y tiránico del estándar. Lo que no puede suceder es que se nos obligue con distintos dispositivos opresivos a permanecer en un letargo acéfalo de juicio y de un inactivismo erítico de la sociedad.
Porque “una humanidad sin esperanza es una humanidad sin motor, condenada a ser embaucada por lc pragmáticos de turno que invocan de forma fetichista la inmovilidad de las cuestiones dehecho"(1D). Por tanto, la esperanza tiene sentido, no es un vocablo poético, sino que está pleno de contenido que tiende a nutrir la acción y le otorga congruencia. Esperanza con aroma a barrio, al pensar territorial, situado en espacio de lo cotidiano y lo conocido, en lo colectivo. Esperanza de que la visión crítica, tejida en las experiencias diversas de cada uno/una que convergen en construcciones comunes, haciendo verbo vivo el vocablo democracia. Pareciera ser que estamos atrapadas/os en loobvio y evidente, loque nos impideempinarnos y observar lo tenue, el sentido del actuar colectivo prevalece en nuestra concepción de pueblo ciudadano y en nuestro actuar.
Si bien lo gelatinoso de las comprensiones han impedido la robustez de lo quee susceptible de descubrir y crear, puesto que hemos bajado la mirada y no nos observa noso aprendimos a introducir la cabeza hatecnológicos que han formateado nuestro cuerpo y nuestro entendimiento en cuestiones fatuas, no todo está perdido, sino dormido.
La acción colectiva se despierta y emerge de la esperanza, entendida como la concreción de la reemergencia de una cons trucción intersubjetiva, en donde el pensar y cuestionar las narrativas comunes sean acciones cotidianas del hacer activo crítico, en donde el miedo y lo ajeno no cobra sentido en narrativas propias y la resistencia a lo que desarticula emerge como propio. El ten rio. Es el microespacio de lo cotidiano, donde las vivencias ocurren y son aprehendidas como propias, reflexionadas, donde lo que nos une es el habitar, pensar, actuar.. y no consi 1. A.M. Devad, Nuevos tiempos, nuevas estrategias Le Monde Diplomatique, edición chilena, diciembre 2. M. Lazzarato, Por una redefinición del concepto biopolítica (traducción de M, Expósito, 2006), Brumaria: Arte, máquina y trabajo inmaterial, 7 (2002), 75.3. “Esperanza”, En Significados. Com. Disponibleen: https://wwwsignificados. Com/esperanza/ Consultado: 17 de diciembre de 2022.4. Humano, demasiado humano, Buenos Aires, 1954,32, 5. Esperanza. Disponible en 6. P. Freire, Pedagogía de la autonomía. Saberesnecesarios Buenos Aires, 2015, *Regenerar el tejido social de Polis Revista (2012) 119 8. Consigna de la campaña del No del Plebiscito de1988,M. Morales, “Chile, la alegría ya viene” Hoy cumplimos 25 años esperándola. Disponible en: https://www.elciudadano.com/politica/chilela-alegria-ya-viene-hoy-cumplimosesperana/03/11/9. E Fukuyama, Elfin dela historia yelúltimo hombre, Barcelona, 1992,10. G. Esteva, “Lacrisiscomo esperanza”, Bajoel Volcán 8/14(2009) 40.1. J. A,Gimbernat, Ernst Bloch. Utopía y esperanza, *Dra. Sonia Brito Rodriguez, Departamento de Trabajo Social Universidad Alberto Hurtado, Dra. €» Lorena Basualto Porra, Universidad Católica Silva Henríquez Dra. €. Andrea Comelin Fornés, Universidad de Tarapacá. Mg. Katia García Benítez, Departamento de Trabajo Social Universidad Alberto Hurtado