MS, Habemus Papam
MS, Habemus Papam E l jueves, ya terminando la mañana, comenzaron a repicar las campanas de los templos, entre ellas las del Campus, y todos supimos qué significaban: "Habemus Papam". Fue muy emocionante ver cómo, desde distintos lugares del Campus Universitario, fueron llegando por instinto estudiantes, académicos y trabajadores al Templo. Había expectación, alegría, sorpresa, ansiedad... Pero sobre todo un profundo espíritu de comunión. Todavía no sabíamos quién había sido elegido Papa, pero no importaba, ya lo queríamos y la sensación de orfandad de los últimos días ya comenzaba a disiparse. Las últimas semanas hemos sido testigos de algo extraordinario.
Es cierto que la Iglesia ha vivido un tiempo complejo, que ha aprendido a avanzar a empujones en temas complejos, todavía con cosas pendientes, con caídas, con errores, también con polarizaciones, como lo vive la sociedad toda... Sin embargo, ante la muerte del Papa Francisco hemos experimentado una presencia de la Iglesia en todo el mundo, en profundo cariño hacia ella en la figura del Papa, una valoración incuestionable en tantos campos donde prima la caridad. Hemos presenciado un movimiento mundial enorme que ha girado en torno a esto. Hemos visto tradiciones preciosas, ritos muy antiguos que nos hablan de una institución que es capaz de moverse a otra velocidad en un mundo que parece no tener tiempo para nada.
Hemos visto a grandes políticos pronunciarse, a la prensa mundial haciendo un importante trabajo de acercarnos y hacernos parte de este momento crucial de la historia; muchos análisis, desde la política, desde la teología, desde la historia, desde la anécdota. Ha sido un tiempo de despedida, de agradecimiento, de reconocimiento, de apoyo y también de expectación por lo que vendrá. Ha sido un tiempo especial, lindo. Me he sentido emocionado y agradecido de ser parte de esta Iglesia. Hemos vivido también un período de oración por el proceso del cónclave y de elección del nuevo Papa.
Algunos seguramente han querido pautear al Espíritu Santo con sus oraciones, pero en verdad no hemos rezado para decirle a Dios quién tiene que ser el nuevo Papa, sino que lo hemos hecho para nosotros entrar en sintonía con el querer de Dios y disponernos a acoger a quien sea elegido. Y creo que la oración ha surgido efecto: estamos preparados para acoger a León XIV, para dejarnos conducir por él en un mundo agitado, desafiante, fascinante. Sus primeras palabras fueron un deseo de Paz, una paz desarmada, desarmante, humilde y perseverante. Me gustó.
Son las primeras palabras que Cristo Resucitado dice a sus discípulos: "La paz esté con ustedes". Necesitamos de esa paz que no basta con la ausencia de guerras, con el equilibrio entre las naciones y las personas, sino esa paz interior, la que solo Dios nos puede dar.... Habló también de puentes, de diálogo, de misión, de encuentro, de unidad... de amor. Me gustaron sus palabras, su continuidad con el Papa Francisco, su cercanía con Latinoamérica, sus palabras en español. Bastó que apareciera en el balcón para reconocerlo inmediatamente como nuestro Papa. Porque ya lo queríamos desde antes, a él y a quien fuera elegido. Tal vez, inspirados por libros o películas, escuchamos hablar mucho estos días de corrientes políticas y eclesiales, de divisiones, de extremos, candidatos, alianzas... Pero la verdad es que lo que vivimos fue otra cosa. Me sentí parte de una Iglesia grande, diversa, pero en comunión, que quiere caminar junta, sin que nadie se quede atrás. Me siento parte de una Iglesia que se abre a los tiempos actuales, que está en el mundo, pero que está sumergida en Dios también. Y que hoy tenemos un nuevo Papa que nos conducirá por los desafíos presentes y futuros.
Lo recibimos este domingo en nuestras comunidades con el precioso evangelio del Buen Pastor, el que conoce a sus ovejas, las busca, las cuida, las conduce; el que está dispuesto a dar la vida por los suyos. El buen Pastor es Jesús, y es la tarea que asume hoy nuestro ya querido Papa León XIV. Habemus Papam PADRE OSVALDO FERNÁNDEZ DE CASTRO Párroco de los Santos Ángeles Custodios y vice gran canciller de la UC "Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano". (Juan, 10,27-28). EL EVANGELIO HOY San Juan (10,27-30).