Autor: JUAN RODRÍGUEZ M.
Vida y obra: acusan a Michel Foucault de pederasta
POLÉMICA Guy Sorman, economista e intelectual francés, autor de "La solución liberal”. Nmedio dela presentación desu nuevo libro, “Mi diccionario de mierda”, donde hace mención del asunto, el economista y filósofo Guy Sorman acusó a Michael Foucault (1926-1984) de pederasta; lo hizo enla televisión francesa y luego en el periódico inglés The Sunday Times. En 1969; según recordó Sorman, visitó junto a otras personas a Foucault en Túnez, donde estaba el filósofo, autor de “Vigilar y castigar” e “Historia de la sexualidad”, entre otras obras. “Los niños pequeños corrían detrás de Foucault diciendo “¿ y yo?, llévame, llévame”, dijo Sorman.
“Tenían ocho, nueve, diez años, les tiraba dinero y les decía: “Nos vemos alas 10 de la noche en el lugar habitual””. Un cementerio: “Allí hacía el amoren las lápidas con los muchachos”. Han pasado 52 años y Sorman lamentó no haber hecho la denuncia en ese momento; “Foucault fue el rey filósofo. Es como un dios en Francia”, se excusó, “Hay una dimensión colonial en esto. El imperialismo blanco”, agregó, seguramente teniendo en mente que Foucault es uno de los grandes pensadores y críticos del poder y el dominio, y dela verdad.
LA OBRA Y EL AUTOR En “La pasión de Michel Foucault”, la biografía sobre el filósofo escrita por James Miller y publicada en 1993, se reconstruye una conversación en la que Foucault habla sobre los miedos y controles que ha traído el sida: “¿ Quién le puede temer al sida? Mañana te puede atropellar un automóvil. ¡Hasta cruzar la calle es peligroso! “Si el sexo con un niño me da placer”, ¿por qué renunciara ese placer?”. Foucault también tomó parte en la discusión que hubo en Francia, en 1978, cuando se discutía una ley sobre la edad de consentimiento sexual.
Problematizó qué implicaba reconocer o no que un niño pudiera consentir sobre sus afectos y su sexualidad: “Asumir que un niño es incapaz de explicar qué ocurrió y fue incapaz de dar consentimiento son dos abusos que son intolerables, realmente inaceptables”, dijo en una conversación radial. “El affaire Foucault, así podría llamársele, plantea el viejo problema de la relación que media sujeto biográfico y el sujeto de un discurso. En este caso, y de creerle a Sorman, el sujeto biográfico era un abusador”, dice Carlos Peña, filósofo y rector de la Universidad Diego Portales. “¿ Anula los análisis sobre la sexualidad y el castigo que contiene su obra este aspecto de su biografía? Me parece que no”, agrega.
“El discurso tiene un sentido objetivo que hay que juzgar en su capacidad interpretativa y (con disculpas del propio Foucault) por su valor de verdad y no por la peripecia repugnante de su autor”. El autor Guy Sorman dice haber presenciado cómo el filósofo les pagaba a niños de ocho, nueve y diez años. Probablemente nos quedaríamos sin libros en las bibliotecas, cree Peña, si la biografía de un autor fuera razón para rechazar su obra.
La distinción es fundamental: “Una cosa es la virtud y otra la inteligencia, por eso si no hay que creerles todo a los virtuosos, tampoco hay que adorar a los inteligentes”. La psicoanalista Constanza Michelson matiza: “Para mí, obra y autor pueden ser cosas distintas; lo que pasa es que hay casos que son particulares, como es este, Foucault es un autor muy contemporáneo, sus ideas, que escribe sobre el poder y el sexo, entre otras cosas.
En el caso de Foucault habría que preguntarse si la teoría puede ser sepaRada de sus prácticas”. Aunque —aclara— no en el sentido de acusar una doble moral: “No se trata de eso, no tiene que ver con anular su obra, sino con releerla. Me parece que hay algo parecido a Heidegger, en el sentido de si hay que leerlo ono, considerando su guiño al nazismo. Hay mucha gente que lo hace, lo que no anula su obra, pero sí, de alguna manera, ilumina la lectura. A mí me parece que en el caso de Foucault también y que, másallá de Foucaull, lo realmente importante es lo que tiene que ver con infancia, sexualidad, consentimiento, abuso. Esos son los temas”. A Daniel Mansuy, académico de la U. De los Andes e investigador del IES, no le sorprende nada la acusación de Sorman.
“Porque Michel Foucault a fines de los 60 da cuenta de un progresismo francés neomarxista, por llamarlo así, que tuvo una cultura teórica sobre la pedofilia que enel día de hoy sería bien políticamente incorrecta, Sobre el consentimiento y la edad de consentimiento sexual, Foucault tiene textos que hoy son impublicables”. Para Mansuy, la denuncia no supone un cambio en la lectura de la obra del filósofo francés. “Lo que pasa es que como Foucault es un autor de moda, se intenta hacerlo calzar conlo políticamente correcto de hoy, pero eso no es así.
Sus textos son inaceptables para el movimiento feminista contemporáneo, porque la sensibilidad varió completamente”. Y citando “La pasión de Michel Foucault”, agrega: “Lo que dice Miller es queen Foucaultla vida y la reflexión son parte de lo mismo.
Toda su filosofía es una reflexión vital y, en ese sentido, no me sorprende nada la denuncia”. UN SILENCIO PROFUNDO La filósofa Acha Liviana Messina, directora del Instituto de Filosofía UDP, piensa en algunas reacciones que ha provocado la denuncia de Sorman, en especial quienes se preguntan por qué habla ahora, “Se insinúa así que las revelaciones escritorson algo oportunistas y que su silencio fue cómplice. En el fondo, se lo juzga del mismo modo que Sorman juzga a Foucault.
Hacemos como si estuviéramos completamente fuera de lo que estamos narrando, describiendo, condenando, callando”. “Pero si algo ha aportado el feminismo en estos últimos años —dice Messina—es 'revelarnos' que los actos que condenamos van de la mano con un silencio mucho más profundo, que compone casi todo el tejido social, y que romperlo no está en la mano de una sola persona. El silencio es la mecánica propia a toda violencia.
Es lo que ha hecho posible abusos, exterminios; es decir, violencias que se vuelven sistemáticas, que se callan porque de cierta manera se legitiman y se legitiman porque se callan”. “Es fácil juzgar el silencio de Sorman. Es como no escuchar el grito de estos últimos años: que su silencio es el nuestro también, en niveles o facetas distintos de la violencia que se instala en nuestra sociedad”, afirma Messina. Y, concluye, “en este sentido, me pregunto si Sorman no está haciendo también un uso fácil del lenguaje para poner en palabra esta violencia”.