Autor: MAUREEN LENNON ZANINOVIC
CHILE DURANTE EL NAZISMO: las puertas que se cerraron
"Las puertas se cierran. El cuerpo consular y la inmigración judía a Chile durante el Tercer Reich”, es el título del libro que acaba de publicar el historiador y abogado Enrique Brahm.
El investigador profundiza en las trabas que esta comunidad tuvo para recalar en nuestro país y afirma que hubo un sector importante de la población "a quienes les resultaba difícil reconocer la cara oscura del nacionalsocialismo”. Alejandra Nudman, de la Fundación Memoria Viva, corrobora el trabajo de Brahm: "Los consulados entregaron entre 10 mil y 13 mil visas. Fue un número muy bajo”. In duda se trata de uno de los mayores expertos chilenos en torno aeste dramático período de la historia del siglo XX.
Enrique Brahm, doctor en Derecho por la Universidad de Fran= Kfurt (Alemania) y actualmente director del Departamento de Historia de Derecho de la Universidad de los Andes, cuenta con abundante bibliografía y, entre otros títulos, esautor de “Hitler y la Segunda Guerra Mundial” (Editorial Universitaria). En esa línea, acaba de publicar “Las puertas se cierran.
El cuerpo consular y la inmigración judía a Chile durante el Tercer Reich”, bajo el sello Cen= tro de Estudios En este exhaustivo trabajo, el investigador sostiene que en el período que se extiende desde la llegada de Hitler al poder en Alemania el año 1933 y el fin de la Segunda Guerra Mundial, llegaron a Chile en. Tomoa13 mil judíos europeos, escapando dela discriminación y de la persecución del nazismo.
La mayor parte de ellos arribó a nuestro paísen1938, año marcado por la anexión de Austria al Tercer Reich y por la “noche de los cristales rotos”, hasta 1941, cuando el gobierno del Frente Popular suspendió de plano la inmigración judía a Chile a raíz del descubrimiento de un escándalo de coimas para acceder a estas tierras. “En Sudamérica, Chile fue superado por Brasil y Argentina en cuanto a número de emigrantes. 13 mil no deja de ser una cantidad importante, pero la cifra pudo ser mayor. El cuerpo consular chileno. Dela época no dio facilidades a esa inmigración. Se les puso todo tipo. Decortapisas”, sostiene Enrique Brahm. Alejandra Nudman, directora de archivo de la Fundación Memoria Viva (ver nota relacionada), afirma que la investigación reciente de este académico “es absolutacierta. Lo que nosotros hemos logrado levantar es que, duran= te el Tercer Reich, los consulados entregaron entre 10 mil y 13 mil visas.
Fue un número muy bajo y acotado”. El historiador Alejandro San Francisco, docente de las universidades Católica y San Sebastián, destaca de este texto la inclusión de “valiosos documentos ii oficiales y cartas que muestran a diplomáticos —ciertamente no todos— imbuidos del racis'mo antisemita que era parte del clima cultural dela época, pero que resulta duro y chocan Todo esto llevaba a prestar pocaateny ción al problema puntual que vivían los judíos en la Alemania nazi en expansión y que, por lo mismo, se manifestó en la tendencia a restringir o no facilitar sus viajes a Chile”. San Francisco afirma que Enrique Un grupo de personas coloca flores en memoria de las víctimas del holocausto. "Si hoy día el mero uso del término raza resulta chocante, ello es consecuencia del conocimiento detallado que tenemos de los extremos de barbarie a los que se llegó durante el Tercer Reich”, señala el autor Enrique Brahm En la historia siempre sabemos el final. Pero los actores de la época no tienen esa posibilidad”. ENRIQUE Lo que nosotros hemos logrado levantar es que, durante el Tercer Reich, los consulados entregaron entre 10 mil y 13 mil visas. Fue un número acotado”. ALEJANDRA "LAS PUERTAS SE CIERRAN. EL.
CUERPO CONSULAR Y LA INMIGRACIÓN JUDÍA A CHILE DURANTE EL TERCER REICH" Enrique Brahm García Centro de Estudios Bicentenario, 2021 179 páginas, $10.500 El cónsul general en Manchester consiguió las visas por mil quinientos dólares”. RELATO DE WALTER WOLFF. ÉL Y SU FAMILIA SE EMBARCARON EN EL ÚLTIMO VAPOR QUE SALIÓ DE EUROPA. Imagen del campo de concentración de Buchenwald donde estuvo Walter Wolff.
Fue uno de los primeros y más grandes campos de concentración en territorio alemán. brahm sitúa bien el problema, se detiene en lasnormas del Estado chileno para la inmigración en aquellos años así como en la práctica consular; evalúa un posible caso de corrupón en el tema de las visas; y muestra el cambio relativo desde el gobierno de Arturo Ale: sandri Palma al de Pedro Aguirre Cerda.
“Si perjuicio de ello, concluye que este último, en principio más abierto a la inmigración, terminó por cerrar las puertas a la llegada de los judíos a Chile, precisamente cuando estalló la Segunda Guerra Mundial y avanzó la política nazi de persecución y exterminio (lo que, según precisa el autor, no se sabía en ese momento). El tema, de enorme complejidad y lleno merece ser conocido en símismo y como una forma de proyectar otras situaciones históricas análogas”, cierra el hi toriador.
Entre otros episodios, Brahm cita que el 20 de diciembre de 1933, cuando el Presidente Arturo Alessandri Palma recién llevaba un año en el poder y a 11 meses de que Adolf Hitler fuera nombrado Canciller de Alemania, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile hacía llegar a su puesto consular un anexo confidencial que, entre otros puntos, pedía que se “negarán terminantemente la visación delos pasaportes de todo individuo de nacionalidad turca, siria, rusa, polaca, lituana, libahúngara, chinos, de los gitanos, judíos, de color negro, amarillos e indios, ete.
Comunistas, maleantes, tratantes de blancas, trafi cantes de droga, contrabandistas, etc”. Que Brahm sigue con su relato y consigna que enotra circular confidencial que se hizo llegar al cuerpo diplomático, en 1937, se había impuesto la idea de establecer un sistema de cuotas de emigrantes para los distintos países, de acuerdo al modelo norteamericano y “además debían contemplarse los factores biológicos que interesan al mejoramiento de nuestra población”. Junto con ello, según este académico de la Universidad delos Andes, se sumaria el carácter germanófilo de varias autoridades chilenasenelsiglo XX, quienesno supieron “calar” a fondo la peligrosidad de un líder como Hitler.
El abogado desempolva la jornada del 20 de julio de 1940, cuando presentó sus cartas credenciales al Fiihrer Tobías Barros Ortiz, el nuevo embajador de Chile en Alemania durante el gobierno del Frente Popular (Pedro Aguirre Cerda). Describiendo su primer encuentro con el dictador nazi, en un oficio confidencial dirigido al ministro de Relaciones Exteriores y Comercio de Chile, Barros señalaba que el alemán, “a quien he visto y oído en un acto público de tremenda trascez dencia histórica, como lo fue la sesión del Reichstag del 19 del corriente, y a quien traté enla entrevista de la que estoy dando cuenta a US,, me da una impresión de Sinceridad y sencillez; puedo añadir de bondad”. — ¿ En los dos gobiernos que aborda en su libro detectó un cambio con respecto a las tradicionales políticas migratorias de nuestro país? “Durante el siglo XIX Chile había sido un país abierto a la inmigración extranjera, aunque esta fuera siempre seleccionada, promovida e impulsada por los órganos de gobierno. Pero, tanto acá como en el resto del mundo, las políticas migratorias sufrirían un cambio radical como consecuencia de la Primera Guerra Mundial y sus secuelas.
Desde la década de los veinte tendería a imponerse un nacionalismo que tenía como valor supremo la leal tad delos ciudadanos y la cohesión de la soci dad, el que tuvo también una dimensión étni ca, racial, de impronta social darwinista. En lo económico se impusieron políticas proteccionistas que coartaban las libertades económicas y la libre circulación de los bienes y todo culminó con la “gran depresión de 1929' que generó una gigantesca cesantía.
Como consecuencia de ello, los gobiernos no vieron con buenos ojos la llegada de emigrantes, porque estos vendrían a competir con los trabajadores nacionales, Pero también en Chile había empezado a jugar un papel importante el componente racial.
Baste recordar la obra de Nicolás Palacio “Raza chilena” con su llamado explícito a frenar la llegada de una serie de que podrían llevara la degeneración ala chilena, caso de algunos parlamentarios a comienzos del siglo XX que protestaban contra la llegada de población china a las provincias del norte, Un paso más se daría bajo el gobierno de Alessandri Palma cuando empezó a tomar forma un “estatuto jurídico especial para los judíos.
En efecto, mientras según la legislación vigente, cualquier extranjero podía entrar al país cumpliendo únicamente con el requisito de contar con un pasaporte debidamente visado por el consulado chileno competente, y nose consideraban para nada requisitos de tipo racial, el Ministerio de Relaciones Exteriores, a través de documentos internos como “Circulares y “Cartas de Servicio”, impondría exigencias que afectaron a una serie de nacionalidades —de Europa oriental, el mundo árabe, población de color— y, con particular fuerza, a los judíos”. —¿ Cuál fue el grado de conocimiento del gobierno, su diplomacia y el pueblo chileno durante el período que usted estudió, de la problemática judía en Alemania? El abogado e historiador Enrique Brahim ha investigado la Segunda Guerra Mundial. Chile durante el nazismo... Alejandra Nudman es directora de archivo de la Fundación Memoria Viva.
“Hitler y su partido constituían un fenómeno nuevo, que no calzaba con los cánones políticos tradicionales, por lo que en su época ni siquiera dentro de Alemania se tuvo plena conciencia de lo que significaba el advenimiento del nacionalsocialismo al poder, En su momento fueron muchos los que no se tomaron en serio a Hitler y su ideología: el que no se trataba de un simple nacionalista alemán que buscaba devolver su grandeza al país, sino que tenía una ideología mucho más radical. Antes de que llevara al mundo a la guerra, muchos se quedaban solo con sus éxitos en política exterior y también en el ámbito económico. No se pensaba que se propusiera ejecutar aquel programa que había desarrollado con toda claridad en Mein Kampf, libro que ya en 1935 circulaba en una versión en castellano.
En Chile hubo un sector importante de la población que desde siempre admiraba a Alemania y lo alemán, tan presente en el país en las provincias del sur, en el Ejército, en el ámbito educacional y hasta como modelo po Íítico: de Estado”, de tanta influencia en el radicalismo chileno. A ellos les resultaría difícil reconocer la cara oscura del nacionalsocialismo. En ese contexto, los chilenos dispusieron de bastante información a través de la prensa de la época, la que seguía muy de cerca la situación euTopea, aunque esta nunca fue completa ni profunda. Donde síhubo un conocimiento muy detallado de la creciente pez secución a la que se vieron sometidos los judíos europeos fue en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Los cónsules comunicaban de forma muy completa el avance de las políticas antisemitas nazis y también de su ejecución.
Sorprendentes son, por ejemplo, los detallados y frecuentes informes que enviaba el cónsul Gonzalo Montt desde Praga, relativos a la evacuación forzada de los judíos checos, de la formación delos ghettos y de los campos de concentración y exterminio. Naturalmente, a nadie le resultaba fácil imaginarse que todo terminaría en Auschwitz”. —¿ De qué manera el pasado no puede juzgarse con los valores del presente? “En la historia siempre sabemos el final. Pero los actores de la época no tienen esa posibilidad. Nadie podía imaginarse que todo terminaría en el holocausto de los judíos europeos.
Si hoy día el mero uso del término raza resulta chocante, ello es consecuencia del conocimiento detallado que tenemos delos extremos de barbaric alos quese llegó en la ejecución de las políticas racistas durante el Tercer Reich.
Pero no se debe olvidar, como ya hemos insistido, que, en su momento, en las décadas finales del siglo XIX y en las primeras del siglo XX, las cuestiones de higiene racial y eugenesia, el darwinismo social con su postulado de supervivencia de los más fuertes, las políticas que buscaban “mejorar” la raza y, en general, el lenguaje biologicista para referirse a los seres humanos era algo común en todo el mundo. Lo mismo que los prejuicios antijudíos.
En ese contexto se movieron los actoreschilenos y ello ayuda a entender, en parte, su accionar y sus declaraciones, aunque no a justificarlas”. testimonio de un refugiado que llegó a Chile en el último barco La Fundación Memoria Viva nació en 2010 con el propósito de registrar y recopilar la historia de todos aquellos sobrevivientes judíos que huyeron del horror del régimen nazi y que, por una u otra circunstancia, eligieron a Chile como su segunda patria.
Como parte de esa labor, publicaron un libro con 110 testimonios orales de sobrevivientes y refugiados de la Shod (holocausto), que llegaron a vivir a nuestro país desde la llegada del Tercer Reich, hasta aproximadamente 1941 cuando se decretó la prohibición de su ingreso, la que se mantuvo hasta 1945.
Según se lee en esta publicación que lleva por nombro Memoria Viva", los dos últimos barcos que llegaron a Valparaíso transportando inmigrantes judíos fueron el "Virgilio" y el “Augustus”. Los inmigrantes recién llegados embarcados en tren hacia ciudades del sur de Chile donde las pequeñas comunidades judías se organizaron para brindar ayuda a los recién llegados”. Con abundante material gráfico, este valioso texto recoge relatos en primera persona, agrupados por los países de origen de cada uno de los entrevistados: Alemania, Austria, Checoslo- 'vaquía, Francia, Grecia, Holanda, Hungría, Polonia, Rumania, Yugoslavia y la Unión Soviética. Walter Wolff (1913) recuerda su paso por el campo de concentración de Buchenwald y la escasez de agua. La situación era dramática, hasta que empezó a llover, "Esta es una cosa increíble, todavía me mueve cuando me recuerdo de esto. Asíllegó de arriba. Desde este momento yo sentí un profundo agradecimiento a Dios, me queda hasta hoy. Me levanto todas las mañanas con el primer vaso de agua y recuerdo la importancia que tiene esta agua", rememora.
Afortunadamente, tras su paso por este campo de concentración, consiguió un traslado a Holanda y se le presentó una posibilidad de conseguir visa para Chile, 'El cónsul general en Manchester lo consiguió por mil quinientos dólares —era una fortuna en ese momento—, pero se compró la visa para toda la familia". Más adelante, Walter Wolf señala que embarcaron en el último vapor que salió de Europa. "El capitán sabía que las visas eran compradas y todos los que teníamos las visas compradas nos trajo a Chile", recuerda Alejandra Nudman, directora de archivo de la Fundación Memoria Vida, destaca que “cada testimonio, cada historia es un universo. La profesional advierto que participó en la investigación y recopilación de cada texto. “Fue una tarea hermosa.
Descubrimos palabras en checo, en rumano y en alemán Buscamos estaciones de trenes, barcos y le dimos contexto a cada una de las historias”. Según Nudman, “tampoco existe registro de que si todas esas personas se establecieron acá.
Hay muchos que utilizaron a nuestro, país como un paso y, finalmente, terminaron en Estados Unidos, Canadá o Israel Lo que sí puedo decir y es generalizado en todos los testimonios de los que se quedaron en Chil, es el nivel de agradecimiento por el recibimiento que tuvieron y por la posibilidad de haber hecho una vida en estas tierras". Alejandra Nudman aclara que la mayoría de las personas entrevistadas para el libro corresponde a personas que llegaron de niños o adolescentes. "Sus padres eran profesionales, muchos químicos farmacéuticos o con oficios técnicos. Hay algunos con títulos de carnicero.
El rango de profesiones era bien amplio, pero en general el número de judíos que arribó era urbano, también por su historia porque a ellos por mucho tiempo no se les permitió tener y trabajar tierras. No eran agricultores, Estamos hablando también de médicos y de músicos: muchos violinistas porque en esa época trasladar un piano no era muy fácil, joyeros, ingenieros y técnicos textiles. Seguramente muchos judíos no pudieron entrar a Chile porque no contaban con el perfil que las autoridades de la época les estaban pidiendo, como ser agricultores”, expresa. La profesional concluye que los inmigrantes se insertaron bien. "Con una educación de alto nivel, dentro de la sociedad chilena fueron considerados europeos y fueron vistos con mucha admiración. Muchos relatos destacan que se les abrieron las puertas. No hubo discriminación”, cierra. Walter Wolff aparece con su testimonio en el libro de la Fundación Memoria Viva.