Autor: Dr. Raúl Sánchez Andaur Profesor de Historia y Geografía
Hacia una historia del Paso Pehuenche
Encuentro binacional chileno-argentino, Paso Pehuenche. Fondo Benito Riquelme, Centro de Documentación Patrimonial UTALCA. En Enero de 2017, se inauguraba el último tramo de la pavimentación del Paso Internacional Pehuenche, marcando otro hito en el proyecto de integración entre Chile y Argentina, cuyos orígenes se remontan a tiempos coloniales.
En el siglo XVII (1605), tiempo desde el cual se sabe de la existencia de la ruta; el espacio sur andino se encontraba poblado por naturales trashumantes conocidos como pampas, chiquillanes y pehuenches, que utilizando pasajes o “boquerones” practicaban una economía de trueque basado en carne y pieles de guanaco, piñones y sal.
Estas comunidades experimentaron una difícil adaptación al modelo cultural occidental, ya que — por las restricciones que les impuso el sistemafueron protagonistas de asaltos a estancias y poblados para hacerse de ganado y otras vituallas, lo que les significo la denominación de “bárbaros” y la consiguiente represión.
Al respecto, fuentes de época señalan que : “a 15 de Marzo de este año de 1657 entraron por la cordillera los indios puelches y pehuenches, a las riveras del Partido del Maule y maloquearon las estancias de doña Catalina de Vilches, la de Cristóbal Muñoz y La Pirque de los padres de la Compañía, de la que se llevaron gran pillaje y doscientos prisioneros entre mujeres, indios y chusma, con mucho ganado, yeguas y caballos, habiendo hecho poco antes una gran presa el mestizo Alejo de unas doscientas personas junto al molino del ciego”. Esto generó la preocupación del naciente San Agustín de Talca ante las posibles malocas indígenas, por lo que en 1746 el gobernador Ortiz de Rosas conminaba a las parcialidades de la Araucanía a no participar en las incursiones que los indios pampas y pehuenches efectuaban en el territorio trasandino, estipulándose también la prohibición de cruzar por los pasos de Chillan, Colchagua y Maule.
El Cabildo, con el fin de informar sobre el “cuidado y precaución que se debe tener en esta provincia por el recelo de cualquier invasión que puedan intentar los indios bárbaros por estas cordilleras [se precisaba] poner los reparos correspondientes en los pasos de cordillera y en esta villa, haciendo aprontar las armas y cerrar las bocacalles como lo habían hecho en Chillan a costa del cabildo y vecindario”. Pese al temor que sentían los hispano-criollos del Maule por las incursiones indígenas, necesitaban de aquel mundo para abastecerse de productos como la brea - resina que se utilizaba para el revestimiento interior de las vasijas de greda destinadas al vino y agua-, la sal y el yeso, y éstos de los “talquinos” para comerciar sus tejidos y otras faltas.
De allí que no sea extraño que en Octubre de 1771 los guardias detuvieran a tres indígenas que llegaron solicitando “licencia para efectuar el trueque de sus productos por trigo y otros granos, que les fue concedido de acuerdo alas instrucciones del gobernador.
Se les garantizó, además, que no recibirían daño y se les señalaría un paraje para sus negocios, con vigilancia de una escolta”. En 1805 el marques Rafael de Sobremonte y Núñez; Virrey del Rio de la Plata, visionario funcionario borbónico, se propuso buscar un “paso que llevase desde la capital del Plata hacia el Pacifico o Mar del Sur Inmenso”, encargando a J.
De Sourryere de Soulliac, ingeniero francés, de abrir en el macizo andino, siguiendo la vía del pehuenche, un camino que sirviese “como arteria civilizadora para dos pueblos”, dándose inicio a un transitar de 156 años que culminó con la inauguración oficial del Paso Pehuenche. En 1961, La Mañana publico el derrotero que habría seguido J. De Sourryere de Soulliac, que, a decir del autor de la nota; corre la misma senda que hoy constituye el camino.
Interesante son los comentarios que realiza, a saber “la senda por donde se debe subir es la que abrieron los peguenches y los comerciantes de la provincia de Maule”, (... ) “a la falda del anteriormente nombrado Portezuelo, y por la parte del oriente, hay una lagunita que lleva su nombre, la cual no estaba helada, ni había nieve en su contorno (... ) me aseguran que desde allí nace el gran rio Maule”. Luego de sortear los riesgos de una ruta desconocida y dominada por los pueblos originarios, en Enero de 1806 Sourryere de Soulliac informa en el Fuerte de San Rafael, haber concluido su viaje entre San Agustín de Talca y el citado punto, con una distancia de 115 leguas — aproximadamente 650 kilómetros - de terrenos transitables y a muy poca altura, asunto fundamental a la hora de adoptar las decisiones que llevaron a la implementación del Camino Real de Sobremonte.
Sin embargo, el proyecto personal de Sourryere contemplaba algo más para Talca, ya que imaginó un rio Claro navegable hasta Nueva Bilbao de Gardoqui (Constitucion). 156 años más tarde - el sábado 8 de Abril de 1961 - anhelo de Sobremonte se hacía realidad, dándose por inaugurado el “Camino Internacional Chile - Argentina, Paso Pehuenche” ocasión en que se descubrieron placas recordatorias que instaladas en monolitos darían cuenta de la voluntad de integración, progreso, paz y concordia entre ambos pueblos y se suscribieron tres pergaminos para la historia. Este acontecimiento responde, principalmente, al interés del director propietario de La Mañana Juan C. Bravo Ramos, quien en su niñez por afecciones de salud conoció la alta cordillera, comprometiéndose con la idea de ponerla al alcance de todos, a más de vincularnos con nuestros vecinos. Para ello aprovechó sus vínculos con Arturo Alessandri Palma, a quien dio cuenta de su utópico proyecto, iniciativa que fue presentada ante el Congreso Nacional por el diputado Guillermo Donoso Vergara.
Fue el presidente Jorge Alessandri Rodríguez quien acogió la idea tan largamente debatida, y en Enero de 1960 se instalaron faenas para la apertura del camino desde Talca a Mendoza, según versión de Emilio Calleja Rodríguez “a partir del camino trazado en la década de 1950 para la construcción del pretil que permitiría embalsar las aguas de la laguna del Maule, a fin de proveer de riego a la provincia de Talca”. Guillermo Donoso Vergara reconoció en todo momento la labor de Juan C.
Bravo Ramos en esta obra, señalando que el esfuerzo del forjador del camino internacional debía ser evidenciado, lo que se habría hecho realidad, según se deduce de lo señalado por Calleja Rodríguez al señalar “al volver a casa, otro talquino visionario y amigo me saludo desde una placa conmemorativa en medio de la pampa, don Juan C. Bravo, quien fuera director de nuestro querido Diario La Mañana”. Su contraparte argentina fue otro incansable luchador, el gobernador de Mendoza Dr. Ernesto A. Ueltschi, quien fuera el primer alto funcionario trasandino en cruzar por el paso. Otros esfuerzos privados son también menester reseñar, como el viaje realizado en Marzo de 1958 por el Rotary Club (G. Donoso Vergara, A. Fernández, H. Valenzuela, R. Schorr N, E. Capponi, J. Burgos Guerra y E.
Burgos Fuster), con el objeto de fortalecer lazos institucionales y motivar a la concreción del paso, periplo en el que “debieron superar las inclemencias del tiempo y hacer una gran parte de la ruta a caballo, además de sortear una tormenta de lluvia permaneciendo todo el día [Domingo 9] bajo carpa”, y la visita a Talca en Enero de 1960, de una nutrida delegación de empresarios que afirmaban que la obra podría atraer “veinticinco mil automóviles transportando turistas” que “en vez de ir a Mar del Plata bien podrían llegar alos balnearios de Constitución, Pelluhue, Tloca, Puntilla del Aquelarre, etc” Gran parte del trayecto lo hicieron a lomo de caballo, destacándose el caso del profesor primario Eduardo Kruttwing, quien lo hizo en una motoneta Lambretta, marcando con ello un hito.
En los años siguientes, a pesar de las tensiones por asuntos de límites que se vivieron en la década de 1970; ambos gobiernos expresaban públicamente su intención de colaboración, como lo señalara el diputado Gustavo Ramírez respecto de la disposición gubernamental de fortalecer “el intercambio de carnes congeladas de Argentina y el envío de maderas, productos del mar y hierro de nuestro país” lo que refrendaban acciones de los empresarios mendocinos, vivamente interesados de participar en FITAL, y entidades deportivas que programaron encuentros y competencias, como las recordadas carreras de regularidad organizadas por el Automóvil Club de San Rafael y Talca, y los encuentros entre Rangers de Talca, Club Daniel Vargas y Volantes Unidos de Malargue, entre otros.
Sin embargo, las nobles intenciones se vieron muchas veces limitadas por las inflexibles y engorrosas regulaciones de la policía y el servicio de aduanas de Chile, que - por ejemploincautaron por años maquinaria trasandina que venía a ser expuesta en la III FITAL.
En 1976 se constituye el “Consejo de Desarrollo Regional de la VIT Región” que asume las iniciativas de integración, fortalecidas por las gestiones del Radio Club de Talca y de Radio LV4, que motivaron a crear en Mendoza la Comisión Argentina Pro Intercambio Paso Pehuenche, integrada por treinta y dos instituciones de Malargue, General Alvear y San Rafael, apoyados por los diarios El Comercio, Los Andes y El Tiempo de Cuyo.
Un ejemplo real de ello fue la instalación del servicio de buses de la Sociedad Cooperativa de Transportes Automotrices de Cuyo — Mendoza (TAC), quienes en alrededor de 15 horas cubrieron los 513 kilómetros de la ruta San Rafael, Malargue, Paso del Pehuenche, San Clemente y Talca, habida consideración de que “en aduanas se perdió más o menos un total de tres horas y media”. La apertura de la ruta significo un impulso a la participación ciudadana, la que derivo en la constitución de la Comisión Internacional de Integración Paso Pehuenche, cuyo artífice fue el empresario Emilio Calleja Rodríguez, quien la presidio durante 22 años; y que tuvo entre sus principales realizaciones la instauración de los encuentros binacionales, evento que alcanzo ribetes inimaginables, haciendo justicia a lo que declarara el intendente de Talca don Bernardo Mandiola Cruz en 1969, con motivo del IX encuentro, al señalar: “Cuando (... ) esta vieja y maravillosa cordillera deje de ser el obstáculo inveterado de los pueblos de América, para convertirse en la columna vertebral unificadora y mantenedora de un ideal y de una hermosa realidad latinoamericana, entonces este encuentro del Pehuenche, será un valioso testimonio, de cómo la enorme vocación de América pudo hacer que dos pueblos vecinos levantaran sus manos por sobre la inmensidad de la montaña, para brindarse un noble saludo que encuentra su grandeza en la majestad de los pueblos y en la magnificencia del espíritu humano”. Al concluir, se hace un deber darle un lugar en la posteridad a Juan C.
Bravo Ramos, director propietario del Diario La Mañana, quien hiciera suya una empresa que estaba, prácticamente, destinada a no ser solo una ilusión, dedicando gran parte de su tiempo y los recursos de su diario a mantener viva esta iniciativa, planteando a los talquinos un verdadero desafío de honor que solo recientemente hemos sido capaces de cumplir.