Isla Santa María: un llamado para reorientar el desarrollo de sus niños y jóvenes
Isla Santa María: un llamado para reorientar el desarrollo de sus niños y jóvenes L a historia de un padre y su hijo perdidos en el mar es la historia que cuenta siete días de supervivencia. Siete días de angustia y temor. Es una historia de agua salada, de mirar a la muerte a los ojos y rehuir de ella. Es, en el fondo, la propia historia de isla Santa María, tierra de pescadores que en pleno siglo XIX sigue acusando abandono.
Eso fue lo que expuso la historia de Diego ( 24) y Rodrigo Cruz (50), hombres de mar que salieron a hacer su trabajo un 24 de marzo y que después de una larga búsqueda fueron encontrados con vida durante la madrugada del 31 de marzo, en pleno Domingo de Resurrección.
En las crónicas posteriores al milagro, los pescadores repasaron los días que vivieron arriba del bote familiar, el "Alexia Esperanza II". Fue una falla en el motor lo que los dejó a la deriva, hasta las costas de Pichilemu, a varias millas de distancia a causa del viento.
El relato de Diego Cruz, crudo en muchos pasajes, fue clave para entender el contexto en el que hoy se desenvuelve parte de los tres mil isleños repartidos en los puertos Norte y Sur, personas de pesca limitadas por la falta de oportunidades y desarrollo. Es, según dijo, un tema que involucra a niños y jóvenes que ven coartadas sus posibilidades de crecimiento profesional debido a la atracción que trae consigo el dinero.
Cerca del 90% de los jóvenes que habitan la isla terminan desempeñándose en la pesca, pudiendo ganar, en general, entre $ 30 mil o $40 mil diarios, con la posibilidad cierta de morir en el intento. "Ahora estamos descansando, recuperándome con mi familia y amigos, pero tengo que salir a trabajar de nuevo para buscar el sustento", dice en este reportaje a la vez que explica que las oportuniLa historia de los pescadores Diego y Rodrigo Cruz, perdidos en altamar durante siete días, pone el foco de atención en este grupo. Habitantes relatan lo crudo de este arte que atrae por el dinero que puede ganar al día, por ejemplo, un niño de 13 años. Piden al Estado más presencia, cursos técnicos y el fortalecimiento de áreas que inviten al crecimiento de las nuevas generaciones. Por Nicolás Álvarez Arrau / nicolas.alvarez@diarioelsur.cl dades para los grupos de menor edad escasean en la isla y que por lo mismo, por la vida que le tocó, no tendrá otra alternativa.
Explica que él sólo terminó su octavo básico para trabajar en los botes y en barcos más grandes, "lo que me hizo ver la plata de chico y olvidarme de la escuela y de todo". Hoy, sin embargo, muestra una mezcla de arrepentimiento y desazón por su decisión y el rol estatal en aquel territorio, "porque faltan pegas y otros trabajos para los cabros chicos". Ese último punto es de especial interés para Diego, quien reconoce que "es fome salir a trabajar a la mar, ya que es peligrosa" y que en su vida ha visto una serie de accidentes que no sólo han sufrido pescadores de experiencia, sino que también los mismos menores que inician en estas faenas. "He visto gente que muere, gente que se da vuelta (en su bote), gente a la que no vuelven a pillar y a la que sólo le velan su ropa. Hay accidentes con los anzuelos, en los dedos y en las manos, en los brazos, pero acá no queda otra que trabajar en esto. Se ve seguido a cabros que caen en los canales, que se ahogan", grafica.
Diego Cruz quiso ser soldador para trabajar en las lanchas y barcos más grandes, un oficio que en la isla no puede ser aprendido por la falta de cursos. "Tengo que salir a trabajar, sabiendo que lo que nos ocurrió fue algo grande, algo que no le doy a ningún pescador, a nadie, porque vimos un montón de cosas en la noche y en el día, pero tengo que volver porque es lo único que sé hacer (... ) Voy a tener que salir escondido de mi mami, porque si ella me ve, me va a retar", enfatiza, ya con una pequeña risa que lo trae a la normalidad. UN TEMA DE DERECHOS Aprovechando esta contingencia y el relato de Diego Cruz, un versión, volcar la matriz hacia otros sectores a los que se podría sacar provecho.
Cuenta que la realidad dice que los niños de la isla comienzan a conocer la faena pesquera a eso de los 13 años, que muchos dejan sus estudios de enseñanza media por ir a trabajar y que así se limita el desarrollo de nuevos profesionales y áreas al interior de Santa María. "Yo me inicié en la pesca y la mayoría de los pescadores de la isla parte a temprana edad, ya sea porque se accidenta el papá o cualquier otra cosa, porque alguien tiene que hacerse cargo de la casa e ir al mar, y cuando falta un tripulante se acude a lo que hay y se invita a niños de 13 o 14 años", desliza.
En lo personal, la presidenta de la Junta de Vecinos de Puerto Sur, Marcela Riquelme, piensa que detrás de todo esto hay un tema cultural que viene desde los padres que permiten que sus hijos ingresen tan tempranamente a la pesca, "porque ahí queda la escoba, con jóvenes que en algún momento podrían ganar, incluso, $ 300 mil en un día. ¿Así quién va a querer estudiar? Por algo existen los derechos del niño, pero acá en la isla es muy poco lo que se hace respecto a eso". Como dirigente, dice, han hablado con trabajadores sociales y psicólogos para que denuncien cuando sepan que algún niño de 11 o 12 años está siendo vulnerado al tener que trabajar en el mar.
Muchas veces, eso sí, "se hacen los tontos, pese a que a los niños hay que darles el derecho al estudio". El pastor Ángelo Pezo, quien está al mando de la iglesia Misión de la Iglesia del Señor, agradece que con el tiempo se haya podido establecer un liceo.
Sin embargo, plantea que la problemática referente a los jóvenes dice relación con que no existe otro trabajo más que la mar, ya que no hay empresas ni tampoco cursos que permitan la capacitación en áreas de emprendimiento, por ejemplo. "Acá no se ven estos proyectos y es muy poco lo que llega a la isla. De por sí el joven tiene que trabajar con la única alternativa de la pesca", enfatiza.
OFICIOS Y OPORTUNIDADES Pezo insiste en que en la isla Santa María los jóvenes están atados de manos y que el incentivo del Estado para desarrollar nuevas áreas es nulo, "y si llega algo es sólo para un par de personas, porque el resto tampoco sabe cómo postular". Por lo mismo, el religioso cree que lo que hace falta "es mucho" y que para partir se debe acrecentar la cartera de proyectos destinados a la ínsula, con énfasis en cursos técnicos, como electricidad, soldadura o mecánica "para que haya gente que pueda trabajar y evitar sacar los vehículos al continente, porque hoy no hay mecánicos capacitados para ejercer y no faltan las peguitas (... ) Hay que hacer cosas para que podamos abastecernos entre los mismos isleños y ampliar la fuente de trabajo de los jóvenes". Dentro de las iniciativas que asoman, surge la idea de cambiar la misión del único liceo con que cuenta el territorio, es decir, convertirlo en técnico.
Marcos Escobar apuesta también por planes gubernamentales que inviten a fortalecer la agricultura y ganadería local, además de la misma pesca, algo que a su juicio alivianará la sobrecarga que sufre este sector. "¿Qué pasaría si a un muchacho lo potencias en contabilidad y se pone con una pyme que procese los productos del mar? Hay tantas cosas que se podrían hacer, como evitar traer la verdura del continente, con profesionales locales y maquinaria nueva", sostiene el también presidente del Comité de Agua Potable de Puerto Norte, del Comité Agrícola y del Comité de Maquinarias de la isla. Marcela Riquelme precisa mejoras en el liceo, pero igualmente la llegada de actividades que están en Coronel y no en la isla. "Uno en Coronel ve, por ejemplo, pistas de patinaje, mucho deporte. Hay que fomentar cursos o agrupaciones juveniles, porque eso acá no se ve", sostiene la dirigente. Para ella las fichas tienen que ponerse en cursos de emprendimiento de pastelería o peluquería. "Nosotros estamos totalmente botados por el Estado, más aún en estos últimos años. Cuando Diego y Rodrigo Cruz estuvieron desaparecidos la delegada presidencial ni siquiera nos quiso escuchar y nunca nos atendió. Estamos tirados y, lamentablemente, no hemos sacado nada", concluye Riquelme. Vecinos de la isla acusan un abandono histórico de parte de las autoridades. Piden también mayor atención a la situación de vulnerabilidad de los menores. La isla Santa María se caracteriza por el fuerte quehacer pesquero, trabajo que atrae la atención de los menores a muy temprana edad.
Isla Santa María: un llamado para reorientar el desarrollo de sus niños y jóvenes La pesca es casi la única alternativa viable Rodrigo y Diego Cruz, padre e hijo, salvaron milagrosamente luego de estar a la deriva durante una semana.
En la isla piden ir más allá de la pesca e impulsar, por ejemplo, el área de la agricultura o la ganadería. pastor evangélico, una dirigente vecinal y un pescador de la isla Santa María refuerzan la historia para plantear, una vez más, las necesidades de sus vecinos.
La carencia de oportunidades para niños y jóvenes, advierten, es el tema que hoy más preocupa, razón por la que piden a las autoridades generar proyectos que apunten a la especialización técnica, como la mecánica, la electricidad o la soldadura, a fin de ampliar la gama laboral presente en el territorio, pero también el fomento de cursos de emprendimiento o el desarrollo de la agricultura y la ganadería.
Todo eso, dicen, daría un reimpulso al quehacer juvenil que mantiene frenos importantes. "Acá la única opción que tienes es trabajar en el mar, y hoy con la ley de pesca que existe y la nueva no nos favorecemos en nada, pero la única opción que tienen los jóvenes es ir a trabajar al mar, sin derecho a los recursos que sí dejan plata", parte diciendo Marcos Escobar, pescador de 42 años que inició este oficio a los 14. A su parecer, la isla requiere una recon.