Autor: ESTEBAN DAVID CONTARDO
Fragmentos de Ventanas (EN DOS TIEMPOS)
QUINTERO Y PUCHUNCAWÍ “Para quien se erio en el territorio, entrar a Codelco Ventanas es o era significativo, era como entrar a Walt Disney.
Pero después que pasó lo de mi mamá ya me da lo mismo si me llega a pasar algo”. Hace justo un mes, el 22 de junio, trabajadores de la fundición de Codelco, en Ventanas, protestan contra la decisión del Gobierno de clausurar sus operaciones en la zona de Quintero y Puchuncaví, Me enteré de sus muertes con menos de cinco minutos de diferencia, ento que uno demora en dar la vuelta a una de las esquinas de la que en tro tiempo se llamó población Enami.
Habían pasado casi dos años desde la última vez que las entrevisté para el libro de crónisobre Quintero y Puchuncaví, una recolección de diversos testimonios de quienes habitan en una “zona de sacrificio” y que esatarde esperaba entregarles.
Sin embargo, de las casas en donde Claudia Tapia y Mónica Arroyo vivieron sus infancias, salio birme dos de sus familiares para decirme con la misma expresión hundida que habían fallecido por un cáncer, Para las personas que habitan Quintero y Puchuncaví aquella es una de las noticias más esperables que pueden recibir en su cotidianidad, pero para quien viene de afuera y tuvo la oportunidad de conversar con alguno de sus habitantes esa información pega como el más duro de los charchazos, Porque, finalmente, la muerte se convierte en la afirmación misma de sus propios testimonios, de quienes viven o vivieron en una “zona de sacrificio”. Una vez me contaron que solo basta con tocar la puerta de una casa y preguntar, como quien mete la mano en la arena para :ar un chanchito de mar. Ronan sa Un Nos juntamos a dos semanas de las intoxicaciones de comienzos de junio y a una semana de que se diera el anuncio del cierre dela Fundición de Codelco Ventanas.
Jean Mondaca Tapia (34) me hace pasar a su casa y, como si lo hubiera premeditado, señala una fotografía colgada en una de las paredes del living comedor, donde aparece su madre, Claudia, y su abuelo, José Luis Tapia Borges, al que no tarda en nombrar con naturalidad como papá. José Luis fue uno de los tantos trabajadores que llegaron a la bahía de Quintero a comienzos de los sesenta para construir y Juego trabajar en lo que sería la Fundición y Refinería Enami Ventanas. Venían de diferentes partes de Chile a vivir primero en los campamentos de la empresa y, años más tarde, en las casas en losterrenos que la empresa compró. Trabajó 36 años como horquillero, primero en la refinería y posteriormente en la fundición.
Jean me ofrece una taza de café y antes de partir a la cocina recuerda el día en que escuchó a su abuelo decir que ellos trabajaban solo con un blue jean, una camisa y como protección unos pañuelos que compara con los que usan los panaderos en sus cuellos.
Cuando los trabajadores llegaban a sus casas, gran parte de esas prendas llegaban teñidas con un color verde; cada vez que un trabajador se levantaba de su cama, sus sábanas quedaban teñidas de verde, En 2009,113 de esos exfuncionarios y familiares que trabajaron en Enami Ventanas, y que posteriormente serían llamados como hombres de verde, se querellaron por cuasidelito de homicidio múltiple y lesiones graves o gravísimas con quienes resulten responsables de la muerte de los trabajadores que entraron entre 1963 y 1977 y que fallecieron entre los años 2005 y 2009.
Mn Alexandra Pérez Arroyo (34) llega a de las cuatro y treinta dela tarde ala plaza de Ventanas Alto, a unos cuantos metros de donde vivió su abuelo Gabriel Arroyo, sumadre Mónica Arroyo, y su abuela Carmen Villablanea.
En los alrededores aún quedan algunos tendaleros de artesaúías que guardan sus productos ante el frío de los primeros días deinvierno y las pocas personas que circundan entre las palmeras y los crespones de la plaz — Cuando mi abuelo falleció yo años. No recuerdo que la gente que trabajaba allí se quejara de la contaminación o dela salud, era parte de la pega. Meses después de los fallecimientos de esos exfuncionarios, las familias empezaron a darse cuenta que todos ellos después de jubilar fallecían muy rápido, pero en un comienzo era solo el rumor del pueblo.
Luego de iniciadas las investigaciones por el caso de los hombres de verde, la fiscalia inició un proceso de exhumación de algunos de los cuerpos para verificar la existencia de contamien sus restos, Primero fueron cuatro y uno de ellos correspondió a los restos de Gabriel. Poco más de un año después, el Servicio Médico Legal (SML) entregó a las familias un informe en donde se acreditó presencia de arsénico y plomo en concentraciones anormales.
Jubiló en 1998 y durante ese periodo lo operaron de apendicitis que casi pasa a peritonitis, luego lo operaron del estómago por úlcera y vesícula, Después tuvo un tumor en la próstata que extirparon con éxito y finalmente la diabetes que le produciría la mutilación de los dedos de un pie.
Producto de un infarto falleció en diciembre de 2005 a los 70 En mayo de 2020, en plena cuarentena, el autor de esta crónica comenzó a reportear y escribir sobre la contaminación en Quintero y Puchuncaví. El resultado fue el libro Náusea Crónica de una zona de sacrificio, un relato más persona, atos, historias e impactantes testimonios vida en el lugar. Hace unas semanas, regresó al lugar a regalar su libro a algunas de sus fuentes. Lo que encontró, sumado al anuncio de cierre de Ventanas, es lo que narra en este artículo. Esteban Contardo es licenciado en Letras Hispánicas de la UC y cursa el Magíster en Periodismo Escrito de esa misma universidad y Mercurio.
“Luego de advertir la facilidad con que la sociedad olvida y normaliza la existencia de la “zona de sacrificio” de Quintero y Puchuncaví, el libro surge con el objetivo de resguardar parte de la memoria de estos territorios”, dice. años, coincidentemente, el mismo año en que el Estado decidió transferir la Fundición y Refinería de Cobre de Enami Ventanas a Codelco a raíz de una deuda de US$ 460 millones.
Un "Me hace pasar al comedor junto a su pareja, Natalia Olivares (86), y la hija de ambos, Emilia (5), que está sentada en una de las cabeceras de la mesa queriendo ser parte de la conversación, pero no lo suficientemente como para dejar de jugar. Me enteré por llamado telefónico —señala luego de dar un sorbo asu tazón deté.
“Jean”, me dijeron, “tu mamá tuvo un desmayo a raíz de una intoxicación, enciende la tele”. Y prendí la tele, puse un canal y justo estaban mostrando a mi mamá entrando al servicio de salud en una camilla con oxígeno. Mi mamá después dio una declaración, llorando, porque ella de que tuvo uso de razón nunca había visto eso con mi abuelo. El 23 de marzo de 2011, cuando bajó la nube, Claudia Tapia hacía clases en el cuarto básico de la Escuela de La Greda. Fue una de las 42 personas afectadas por la intoxicación generada por una falla en la planta de ácido sulfúrico de la Fun ción y Refinería de Cobre de Codelco Ventanas. Cuando a algunos de los alumnos y profesores le realizaron un análisis toxicológico, Claudia arrojó 38 microgramos de arsénico y 18 microgramos de plomo. En 2019 le encontraron un cáncer que surgió en la parte interna de los tabiques nasales, luego bajó a la yugular, Juego al pulmón y finalmente a las caderas. Li suegro murió de cáncer a los pulmones, mi abuela mun de cáncer al estómago, y ahora mi mamá.
Pero de todo esto erco que lo que más la marcó fue el hecho de que mi mamá nunca puso un pie en Codelco y en esos exámenes arrojó más plomo, arsénico y azufre que mi abuelo. Él falleció de cáncer también, hija.
Nosotros decimos que fue ella la que lo vino a buscar para llevárselo. —Mi mamá fue parte de la lucha de los exfuncionarios y llevabaal papá de Claudia y a otras personas de acá de Ventanas a las reuniones que hacían en Quintero. Yo le decía que por qué iba paraallá siera pérdida de plata y pérdida de tiempo. Pero ella me respondía de vuelta que todo esto no correspondía, que lo de la contaminación no corresponde, que si ellos quieren llevar esa pelea es por la memoria de sus padres, de sus esposos.
Cuando entrevisté a Mónica Arroyo en agosto de 2020 ella no tenía cáncer al pulmón, se lo encontraron cuatro meses más tardeysi le su muerte, Ese día nos juntamos en la casa en donde ahora vive Carmen Villablanca, su madre, sentada frente a mí en el comedor y con una carpeta en donde tenía bien guardados todos los documentos que había juntado desde el inicio de la investigación. Una de las cosas que a Mónica más le dolía era Gabriel Arroyo y su hija Mónica. Su familia cree que ambos murieron víctimas de la contaminación.
“Finalmente, la muerte se convierte en la afirmación misma de sus propios testimonios, de quienes viven o vivieron en una de En la foto, Claudia Tapia —recién fallecida— y su papá. el hecho de no poder vera su padre disfrutar de su propia jubil: ción: “Trabajar para enfermarse y morir. Si bien mi papá trabajó en Codelco y nosotras vivimos de eso, en estos tiempos todo es demasiado terrible. Da pena por los niños, que van a tener que crecer aquí, respirando esto. Cuando una está grande y empieza a saber más, se da cuenta de que en realidad aquí hay mucha gente que muere por la contaminación.
Y que uno cree que es normal”. — Como te toca más de cerca te lo cuestionas más profundamente, Mi mamá igual era fumadora y uno puede decir, claro, no te estás cuidando, al final igual te estás dañando, Pero es súper distinto que tomen la decisión a que estés recibiendo algo que te está haciendo daño, sin tú tomar la decisión. Es como, me están matando o me mato.
Un Jean hizo su práctica de prevencionista de riesgo en la Fundición y Refinería de Codelco Ventanas, como contratista de laempresa Mecsa, y luego se quedó trabajando unos años. — Yo que viví la realidad dentro de Codelco y en lo único que invertía es en soluciones a corto y a mediano plazo. Si un equipo se rompe o un convertidor se echa a perder, se hace una solución rápida: se parcha. Les hacen unos parches.
Yo tengo unos videos en el computador en donde hay viejos dentro del tarro parchando con un pedazo de madera o metal y lo sueldan. — La vez que entrevisté a Claudia me dijo que lo que generan las empresas es "un doble sentido, un doble pensar, esto nos está matando, pero también nos da la posibilidad de vivir”. ¿Qué te hace pensar el cierre de la fundición? —El otro día lo estábamos hablando con mi pareja. Antes era muy reacio, yo me pola camiseta por la empresa, porque para quien se crio en el territorio, entrar a Codelco Ventanases o muy cativo, era como entrara Walt Disney.
Pero después que pasó lo de mi mamá, ya me da lo mismo si me lega a pasar algo, Pero veo amis hijos, los que vienen atrás, y ellos son los que me dan más lata y no quiero que pasen lo mismo que pasó mi mamá.
Con Alexandra es pedagoga en Educación Diferencial, trabaja en la Escuela Multidéficit Amanecer de la comuna de Puchuncaví hace poco más de ocho años y aún no se deja de sorprender cómo cada año los cursos aumentan de tamaño de forma exponencial.
Desde que hace clases nunca le ha tocado vivir el cierre de la escuela producto de alguna intoxicación, aún cuando escuelas de las cercanías han presentado episodio:— Á veces pensamos que quizás estamos normalizando algo, malestar. ¿Por qué en la otra escuela y en la nuestra no? Uno igual se cuestiona todo lo que ha pasado, porque se normaliza que las hojas delos árboles estén con cenizas, sentir olor a gas, ver todos los días las chimeneas, ver las empresas, Espero que lleguemos a un nivel de conciencia mayor, ojalá que esto se convierta como en las salitreras en el norte o en las antiguas mineras, como un museo en donde se pueda hacer un tour, algo así me imagino en el futuro.