Autor: ROBERTO CAREAGA C.
Rescatan la antología de Lihn con los mejores cuentos de bandidos
Publicada originalmente en 1972, la selección del poeta recoge textos de Manuel Rojas, Baldomero Lillo, Guillermo Blanco y Mariano Latorre, entre otros. FONDO DE CULTURA ECONÓMICA: No escribió sobre ladrones, pero Lihn. Manuel Rojas, clásico retratista de El Negro fue el bandido más célebre igual seleccionó a Baldomero Lillo. Bandidos. de Guillermo Blanco. Un joven Lihn, lector de literatura chilena. 1 Huinco está retirado. Su fama de cuatrero es legendaria, pero ya es parte del pasado. Es un hombre mayor que pasa lo que parecen ser sus últimos días junto a su mujer en tuna casa alejada en el campo. A veces, recibe a los nuevos aventureros y un día llega hasta su casa El Macheteado, un joven ladrón que empieza a hacerse conocido. Quiere conocer a su maestro.
Y quizás algo más: después de una cañas de vino, improvisan dos enfrentamientos, p mero a caballo y luego con cuchillas, Es un juego rudo, pero son hombres fuertes “Al menos, una vez El Huinco lo fue: “Un año antes lo. Hubiera muerto”, suelta después dela pelea, cuando el relato “Los dos”, de Rafael Maluenda, está en las últimas líneas.
El cuento fue detectado por Enrique Lihn como unclásico del género de los bandidos y lo incluyó en una antología publicada en 1972, Lanzada por la edito, “Relatos de bandidos chilenos” es una panorámica sobre un tema muy específico que, sin embargo, mostró un rostro común de la narrativa chilena de la primera parte del siglo XX: entre las tramas rurales del criollismo, resaltaban los bandidos como fic guras rebeldes y salvajes en un mundo donde la urbe avanzaba dejándolosal costado. Descatalogado por años, el volumen ahora vuelve a ser publicado por el Fondo de Cultura Económica en su colección Popular. La antología incluye 10 cuentos de los autores Baldomero Lillo, Olegario Lazo Baeza, Fernando Santiván, Mariano Latorre, Víctor Domingo Silva, Luis Durand, Manuel Rojas, Oscar Castro, Guillermo Blanco y el mencionado Maluenda. Son historias de aventuras, en que sus protagonistas suelen avanzar por rutas desbocadas. “Hacía dos días que caminaban cerro arriba, en las ásperas gargantas de la serranía.
Les empujaba el miedo a la justicia y también, un poco, el fantasma de sus recientes víctimas”, narra Durand en el cuento “Cuesta arriba”, en el que aparece el tono que domina al volu- 'men: riesgo, tensión y crimen.
TENSIONES SOCIALES Poeta, narrador y ensayista, Lihn ha venido siendo reeditado sistemáticamente en los últimos años y solo hace unas semanas Ediciones UDP relanzó su poemario “A partir de Manhattan”. Pero su faceta de antologador esabaalgo ausente en el rescate: en “Relatos de bandidos chilenos”, Lihn se muestra como un conocedor profundo de la narrativa chilena de su época, pero también de la anterior: en el prólogo que abre el libro, estudia el folletín de aventuras del siglo XIX, el impacto en la literatura chilena del famoso bandido mexicano Joaquín Murieta y también la trayectoria social de los bandoleros en el Chile del siglo XX. “La presente antología respondeen primer lugar al gusto de ver reunidosen libro algunos de los mejores cuentos chile= nos contemporáneos sobre bandidos”, anola Lihn. “Puede ser útil, además, para observar cómo. Laliteratura se transforma lasociedad y de quémodo dentro de una misma coyuntura históricalas tensiones dan luenel plano de la creación literaria”, añade.
De asesinatos, robos, duelos y persecuciones está lleno “Relatos de bandidos chilenos”. En el caso del cuento de Guillermo Blanco, “La espera”, el enfrentamiento es distinto: una mujer se despierta en medio de la noche con los recuerdos de “El negro”, el clásico bandido de Blanco. Está aterrada. Ante una venganza prometida. En un solo cuento no aparece un ladrón propiamente tal, “Quilapán”, de Baldomero Lillo. Lihn no se resistió a ponerlo en su antología: “Baldomero Lillo no escribió este tipo de historias. No llamó bandidos a los antagonistas de sus relatos. Sus bandoleros no huyen del orden y la ley, son sus representantes. És absolutamente imposible excluir aquí al grande de los cuentistas chilenos de este siglo por una cues tión de palabras”, argumenta.