Autor: ALEJANDRO SAN FRANCISCO.
El general Schneider en 1970
Señor Director: El 8 de mayo de 1970, "El Mercurio” publicó una breve pero decisiva entrevista al general René Schneider, entonces comandante en jefe del Ejército de Chile.
Sus palabras no eran novedosas ni rebeldes, pero emergieron dentro del panorama de las elecciones presidenciales de ese complejo año, en un Chile con claras muestras de decadencia y desafección hacia el régimen democrático y en medio de una incipiente violencia asociada a las campañas.
Schneider declaró, con claridad, que la “intervención en política está fuera de todas nuestras doctrinas” y que "somos garantes de un proceso legal en que se funda toda la vida constitucional del país Por lo mismo, procurarían garantizar la estabilidad, sin manifestar preferencia por ninguna tendencia ni candidatura.
Adicionalmente, respaldarían al gobierno constitucional, garantizando "la normalidad del proceso eleccionario”, dando "seguridad de que asuma el Poder Ejecutivo quien resulte electo”. Por último, se comentaba que si nadie obtenía la mayoría absoluta, el Congreso podía elegir por primera vez a quien tuviera la segunda mayoría. "¿Cuál sería en ese caso la actitud del Ejército?” le preguntaron.
El comandante en jefe respondió con nitidez que de acuerdo con la doctrina de respaldo y respeto a la Constitución vigente, "el Congreso es dueño y soberano en el caso mencionado y es misión nuestra que sea respetado en su decisión”. Efectivamente, en tal caso el Congreso Pleno debía elegir entre las dos primeras mayorías relativas, como había acontecido en1946 (Gabriel González Videla), en 1952 (Carlos Ibáñez del Campo) y en 1958 Alessandri). Se repetiría en 1970.
Curiosamente, las declaraciones de Schneider en plena conformidad a la Constitución y las leyes chilenas y a la doctrina del Ejército— suscitaron discusiones de prensa, debates parlamentarios, fueron tergiversadas e incluso se inventó una supuesta “doctrina Schneider”, ala que todos parecían adherir, pero sin comprender o respetar hasta sus últimas consecuencias, Las lecturas interesadas o sesgadas, un ambien te deteriorado y la irrupción de los militares como nuevo actor político (al menos desde el Tacnazo de octubre de 1969) culminarían dramáticamente con el asesinato del propio general René Schneider, poco antes de que Salvador Allende llegara a La Moneda, en un intento torpe y desesperado por alterar el régimen constitucional de Chile.