El “dinosaurio” DE EOS ARBOLES PELEA SU LUGAR
El “dinosaurio” DE EOS ARBOLES PELEA SU LUGAR D e corteza rugosa, con surcos, como piel de espigado reptil prehistórico, el tayú del norte es un árbol considerado un fósil viviente. Empezó a desarrollarse en nuestro territorio justo después de la desaparición de los dinosaurios. Con el tiempo fue poco a poco replegándose hasta ciertos sitios de clima muy particular. Y desapareciendo. "Esta mañana aquí está lloviznando, como casi todos los días", dice Marcelo Fernández al teléfono. Nos está esperando. Desde temprano anda por la quebrada, en el campo Los Maquis, cuidando estos árboles que ha heredado de su padre, y él, de su abuelo. Y así sucesivamente hasta fines del siglo XIX, cuando se instalaron los primeros colonos en estos valles de Valparaíso, en la comuna de Puchuncaví. Llegamos pasado mediodía. Marcelo nos va a mostrar sus árboles, los adultos que logró salvar y los que están creciendo. Primero vemos los de la parte baja del campo; luego, partimos a la quebrada a sumergirnos en un viaje en el tiempo, al pasado inmemorial de la Tierra. Ya se fue la neblina y el sol pega fuerte: buscamos con afán la sombra de estos tayús del norte que extienden sus ramas de hojas ovaladas, de un verde oscuro y sedoso, sobre nosotros. Suelen florecer en enero (sus flores son blancas, delicadas y pequeñas), pero este año ninguno de los árboles de Los Maquis floreció. "Poca lluvia", dice Marcelo. Hay también otros ejemplares repartidos principalmente en La Campana, Quilpué, San Antonio, Casablanca, Limache, en la Región de Valparaíso, y otros más en Molino Viejo, en la de O'Higgins. Se han encontrado fósiles de tayú del norte en Los Vilos y hasta Coquimbo, que dan cuenta de su presencia ancestral en nuestro país. Mas, bendecido por esta particular humedad, lo que sobrevive en Puchuncaví no son árboles aislados, sino un conjunto de casi noventa ejemplares de esta reliquia vegetal. Es uno de los retazos de bosques de tayús del norte más antiguo de la región y del país.
Se había mantenido en secreto por mucho tiempo, pero ha salido a la luz a raíz de la enérgica defensa que han emprendido los propietarios del predio donde se encuentran, ya que la construcción del ensanche de la carretera Nogales-Puchuncaví amenazó con someterlos a tala. Afortunadamente, lograron revertir los decretos de expropiación y parar el proyecto, haciendo valer la importancia de la preservación de estos árboles, así como de algunos cursos de agua y de mamíferos también amenazados. Respira un poco más tranquilo Marcelo. Solo un poco. Sabe que el adversario y sus intereses económicos son grandes. De hecho, entre el momento en que fuimos a conocer los árboles y el momento de terminar el artículo, le llegó otra notificación de expropiación que nuevamente va a tener que impugnar. Esta vez serían 34 los árboles afectados, entre bellotos del norte y tayús del norte en diversas etapas de crecimiento.
No ha parado de ingresar denuncias a la Superintendencia del Medio Ambiente por esta causa: lleva casi treinta, a las que se suman algunas de otros vecinos, de organizaciones no gubernamentales, de municipios de la zona. Laboriosa germinación Con la misma fuerza, ha dado una batalla feroz para lograr reproducir sus tayús del norte, cuyas semillas son muy frágiles. "De trillones de ellas, solo terminan germinando unos siete árboles.
Es un trabajo titánico; yo ando todo el día en estas faenas, y puedo contar con mucho orgullo que en una década he logrado desarrollar cincuenta tayús del norte adultos", dice, mientras va mostrando nuevos brotes, de distintas edades, y explica su método. Marcelo pone a fermentar las semillas con guano de caballo al pie de los árboles, y los cubre con paja para preservar la humedad y protegerlas de los picoteos de los pájaros, de los conejos. Una a una.
Ciertamente, reforestar con especies nativas es más que una bonita idea romántica. "Implica trabajar de las cinco de la mañana a las ocho de la noche", agrega este hombre soltero y sin descendientes, casado con este bosque. Hoy administra el campo de su familia, Los Maquis, que significa árbol grande y frondoso en mapuzungun.
Tiene dos partes: una parcela de 6,5 hectáreas que está al borde del actual camino, y donde catorce tayús del norte de 600 a 700 años de edad estaban amenazados por un nuevo trazado que eliminaba una curva donde se encuentran los árboles.
Y la parte alta del campo, la Quebrada del Tigre, 138 hectáreas en un terreno que es como un callejón sin salida, donde la niebla se comprime entre cerros para caer cada mañana como llovizna, lo que ha permitido la sobrevivencia de la especie. Entre sus tayús hay un ejemplar que es el anciano de la tribu, de 1.300 a 1.500 años de edad, emplazado en la parte alta, al fondo de la quebrada, empinada y seca.
Logramos llegar para contemplarlo en silencio; aquí ya no se siente el ruido de la carretera. "Está en su fase final, terminando sus días, pues las ramas comenzaron a secarse y a llenarse de termitas, y es probable que con un próximo temporal se venga abajo. Es el ciclo de la vida; y de él se originó muy probablemente la mayor parte de los otros árboles de aquí.
Debe ser el tayú más viejo de la comuna, de la región y me atrevo a decir del país". El que también está en fase terminal es su propio padre, Luis Humberto Fernández, aquejado, a sus 87 años, de un cáncer de colon no remisible. Bien sabido es que Puchuncaví se encuentra en lo que se llama una zona de sacrificio ambiental. Es decir, está contaminado por aire, como por los suelos y las aguas, debido a empresas e industrias instaladas en la zona.
Por lo mismo, es una de las comunas con más alto índice de cáncer en el país. "Esto no se soluciona necesariamente cerrando las empresas --dice Marcelo--. Hay muchos países donde estas conviven con la población, pero incorporan tecnología de punta que reduce en forma considerable la contaminación. Acá gran parte del empresariado está acostumbrado a recibir siempre el máximo de beneficio con el mínimo de inversión". Los resultados están a la vista: muerte, extinción, sequía. No es nada nuevo, pero cada vez se vuelve más concreto el daño que ocurre en la naturaleza y en los seres humanos. Bajamos muy rápido hasta su casa. Debe ir a atender a su padre, cuyos dolores no amainan fácil. Lo que le da fuerza a Marcelo es sacar adelante sus árboles, que no se quejan, pero crujen a veces de la pena, cuando se les quiebran y caen sus ramas secas.
En peligro de extinción Según consta en documentos de Conaf, el fuego, las plantaciones forestales y la construcción de caminos son la causa principal de la destrucción del hábitat del tayú del norte (Dasyphyllum excelsum). "Es un árbol que estaba en situación vulnerable, pero ahora se encuentra en peligro de extinción, y es una pena, porque está además muy probablemente en proceso de declararse Monumento Natural.
Sería la octava especie de Chile en entrar a esta categoría, junto a la araucaria, el alerce, el belloto del norte, el belloto del sur, el pitao, el queule y el ruil", explica Jorge Burgos, que es ingeniero forestal de la Universidad Austral, experto en árboles nativos y que además trabaja en la Región de Valparaíso. Agrega que, como es una especie poco estudiada, urge aún más proteger todos los retazos que queden de este bosque, a fin de entender su dinámica y mecanismos de conservación. Ciertamente, son muchos los árboles nativos amenazados y las tierras arruinadas. Ante esto, algunos se quedan de brazos cruzados; otros se levantan y actúan.
La artista visual Patricia Domínguez, también residente en Puchuncaví, aborda en su obra la problemática de los bosques y el mágico mundo de los seres vegetales. "Es increíble la diferencia que puede hacer para nuestro maravilloso ecosistema un solo ser humano, una persona como Marcelo Fernández, que ha luchado para preservar esta especie y proteger la biodiversidad de su comuna", dice. Fue gracias a ella que conocimos la historia de estos tayús del norte. "En una zona devastada como lo es Puchuncaví, lo que ha hecho Marcelo con sus árboles es muy inspirador. El tayú del norte es un fósil viviente que casi nadie conoce, y estos son de los últimos que quedan vivos.
En las condiciones de hoy, es un milagro que crezcan en este lugar que se está convirtiendo en desierto, y eso ha sido posible gracias al esfuerzo de este hombre que no se ha dejado comprar por nadie", recalca Patricia.
También están germinando en Los Maquis otras especies en peligro de extinción, como el canelo, el árbol sagrado del pueblo mapuche. "Existe aquí cerca un pueblo llamado La Canela, por la cantidad de canelos que había, pero llegó una empresa que reforestó con eucaliptus hace unos 30 o 50 años, y murieron todos", asegura Marcelo.
Al respecto, Jorge Burgos precisa que si la actividad forestal ejecutara correctamente los planes de manejo de los bosques, sería un gran aporte para fortalecer su resiliencia y conservación. "Todas las especies son importantes para el país, incluso las de crecimiento rápido como pinos radiata o eucaliptus, que se usan mucho en la construcción y producción de celulosa; pero como consumen mucho agua, requieren un manejo cuidadoso, evitando el monocultivo. No son las especies las que dañan los suelos y los bosques nativos, es la codicia", subraya este ingeniero forestal. Belloto del norte y naranjillo son otras especies endémicas que están en peligro y que también crecen en Los Maquis. Marcelo Fernández muestra árboles maduros y sus brotes. Por eso es importante este bosque. Se le llama un bosque de preservación, y están protegidos por ley, con reglas estrictas. Cuando ya nos despedíamos (el campo no espera, y Marcelo vela de sol a sol por sus árboles), dijo: "Siento que es lo que corresponde, la naturaleza ha sido muy generosa con nosotros.
Ahora nosotros debemos tenderle la mano para salvarla". D El "dinosaurio" DE LOS ÁRBOLES PELEA SU LUGAR El tayú del norte, endémico de Chile, data de hace unos 50 a 65 millones de años, pero quedan pocos ejemplares. Entre ellos, un bosque en Puchuncaví por el cual se ha librado una batalla que da frutos: un hombre logra hasta reproducirla. TEXTO Y FOTOS: Marilú Ortiz de Rozas. EL ANCIANO DE LA TRIBU. Este ejemplar de tayú del norte tiene de 1.300 a 1.500 años y se encuentra al fondo de la quebrada. Está en su fase terminal. HOJAS. Las del tayú del norte son ovaladas y sedosas. Este árbol suele cubrirse de flores blancas en enero. PERSEVERANTE. Marcelo Fernández ha logrado defender y reproducir estos árboles. Es una ardua labor. PUCHUNCAVÍ. Al bosque donde crecen tayú del norte y otras especies nativas se llega por aquí e internándose en una quebrada..