Autor: Macarena Yancovic Directora Pedagogia en Educación Básica, U. Finis Terrae
La educación que queremos
Esigualdad es una palabra que ha caracterizado al sistema educativo en Chile desde hace años, donde la mejor educación ha sido entregada a quienes pertenecen a las familias de los quintiles superiores. Esta desigualdad se evidencia en las brechas que muestran diversas evaluaciones nacionales e internacionales y, que producto de la pandemia, se han consolidado con más fuerza, generando una mayor distancia a nivel de calidad entregada. Estas brechas se pueden ver desde dos grandes aristas: digitales y de aprendizaje. Brechas digitales referidas no solo a conectividad, sino también a herramientas de conexión.
Según una encuesta realizada por el Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales, en el último trimestre de 2020, el 29,4 % de los estudiantes pertenecientes a hogares del primer quintil accedieron a clases por videoconferencia utilizando un computador de uso exclusivo, y 19,3 % con uno compartido con otros integrantes del grupo familiar.
“La tragedia es una oportunidad única para un cambio drástico, que entregue una educación de calidad a todos los estudiantes del país”. mientras, en los quintiles superiores, el 61,4 % accedió por computador propio, y 21,9 % por equipo compartido. A nivel de conectividad la historia es más dramática: 47% de los colegios rurales no cuenta con conexión a internet, por lo que las clases en línea han sido imposibles de realizar. Brechas de aprendizaje: La cobertura de los programas curriculares también ha sido ampliamente debatido. Para los establecimientos particulares pagados estos programas muchas veces son la línea base al cual integran mayor profundidad u otros objetivos de aprendizaje, entregando así valor agregado a su oferta académica. Para muchos colegios municipales y particulares subvencionados la cobertura curricular se vuelve difícil de cumplir, precisamente por tener que abordar lagunas de aprendizajes que dificultan muchas veces el avance en los nuevos objetivos del nivel. La pandemia hizo prácticamente colapsar este ámbito en todas las dependencias, como lo demostraron los resultados del Diagnóstico Integral de Aprendizaje (DIA) 2020. Por ejemplo, en Lectura a partir de sexto básico no se cumplen el 60% de los aprendizajes propuestos. Si lo lleváramos a calificación, todos los niveles entre sexto básico y cuarto medio estarían bajo 4,0. Más impactante es si nos focalizamos en exclusivamente en enseñanza media: el 50% de los estudiantes de colegios vulnerables no superan ese logro en este ámbito. Los desafíos que establecen estas brechas invitan a pensar un nuevo sistema educativo.
La tragedia hace que nazca una oportunidad única de mejora, de hacer un cambio drástico que promueva la equidad y entregue una educación de calidad a todos los estudiantes del país, independiente de su realidad socioeconómica. Urge convocar a los diversos actores educativos a trabajar por una nueva educación para Chile y saldar esta deuda que desde hace años venimos arrastrando.