Autor: Por SOFÍA BEUCHAT. Ilustración: FRANCISCO JAVIER OLEA
PATERNIDAD ACTIVA: HOMBRES POR LA EQUIDAD EN LA CRIANZA
Desde el activismo, la academia, ONG y plataformas como los podcast o Instagram, varios hombres están luchando por instalar un nuevo concepto de padre, más corresponsable y consciente del daño que causa la inequidad de género. Cuatro de ellos explican aquí por qué creen que esta perspectiva no solo les hace bien a las mujeres y a los hijos, sino también a los propios padres. Uidar también es tarea de hombres. Presente y disponible. Equilibrando trabajo y paternidad. Con corresponsabilidad.
Atento a las necesidades de tus hijos e hijas”. Este texto, junto a una ilustración en la que se ve a un padre con su hijo, es una de las publicaciones difundidas en redes sociales por Fundación Eme y que buscan ayudar a i la sociedad un nuevo concepto de padre. Un padre presente, no violento, que no se ca con el clásico —y lejano y exigente— estereotipo de proveedor y que está emocionalmente disponible para sus hijos.
“Nuestra fundación se llama Eme por la letra M de masculinidades”, comenta su director, el psicólogo y candidato a doctor Francisco Aguayo. ¿Y qué hacen ahí Aguayo y su equipo? Liderar investigaciones, consultorías, seminarios y campañas en torno a los temas asociados a la masculinidad, la paternidad activa entre ellas. También ofrecer talleres y cursos, alar en siempre con foco en cómo una masculinidad más conectada con el mundo de las emociones y con lo doméstico ayuda a construir una mejor sociedad. En esta línea, ha trabajado en programas para Bolivia, Nicaragua y Brasil, ha colaborado con el programa Chile Crece Contigo, con el Ministerio de Desarrollo Social, con Unicef, con colegios y universidades.
Ha hecho afiches donde se ve a hombres con sus hijos en tareas de cuidado —y no solo compartiendo o divirtiéndose, como se les suele mostrar— y también guías para el trabajo no sexista, dirigidas a profesionales de Para ellos, es necesario impulsar “una transformacióncolectiva” en pro de una nueva mirada sobre lo masculino y, con ella, del ser padre. la educación y del sector de la salud. Desde contenidos digitales hasta impresos en tamaño de bolsillo. —En el área de la salud, los afiches, la publicidad, todo se dirige a la mujer. P: so por cuestiones físicas: cuando vas a los controles pediátricos, hay una sola silla disponible. Y en los baños para hombres no hay mudadores. Todo esto hace que los hombres sientan que esas actividades no son para ellos y por eso es importante visibilizarlo —ejemplifica.
Aguayo precisa que no solo les importa entender cómo los hombres se aproximan a estos temas, sino incl también las barreras culturales que se asocian con la corresponsabilidad. —Desde esa perspectiva, nos interesa la igualdad de género —comenta—. Hoy existe mucho más interés en los hombres por la paternidad, y en las mujeres por que los hombres se incorporen a ese rol de manera más activa. Hay mucha información circulando, y vemos, como nunca, el tema de la paternidad activa expuesto en teleseries, en los medios de comunicación. Pero los datos que muestran las encuestas sobre uso del tiempo siguen mostrando una mucho menor participación de los hombres en lo familiar y doméstico. Queda mucho por avanzar. Es un proceso de alguna manera inevitable, y por eso soy optimista, pero aún es muy lento. PATERNIDADES IGUALITARIAS No hay una sola manera de ser padre.
Están los heterosexuales que ejercen su rol dentro de una familia tradicional, conviviendo con sus hijos y la madre de estos; están las parejas separadas o divorciadas con diferentes acuerdos con respecto al tiempo destinado a los hijos; están los padres homosexuales; los que nunca tuvieron un vínculo mayor con la madre de sus hijos, pero sí están presentes en la vida de ellos; están los viudos, los que cuidan como padres a los hijos de sus parejas. Los que trabajan desde la casa mientras la madre sale y los que tienen que pasar mucho tiempo fuera de la casa por tener un trabajo con turnos. También los que no asumen las responsabilidades asociadas a su paternidad. No hay duda: la lista de posibles estilos de padre es larga.
Pero —dice Aguayo— si algo tienen claro todos los que trabajan por promover la paternidad activa es que los beneficios que trae, para todo tipo de papá, son indiscutibles, y ello es justamente lo que los motiva a ser activistas por esa causa. Lo han vivido ellos mismos, o lo han visto en otros hombres que son padres. Y la evidencia científica los respalda. El psicólogo es enfático: —Todos los indicadores mejoran cuando el hombre se involucra en la crianza. La evidencia muestra que aumenta el rendimiento académico de los hijos, la relación con la madre de los hijos mejora, los hombres cuidan más su salud y se exponen a menos conductas de riesgo.
Incluso se ha encontrado evidencia de cambios a nivel físico: los hombres que asumen tareas de cuidado liberan más oxitocina (hormona que modula el sistema nervioso). Pero el camino hacia ese tipo de paternidad comprometida está lleno de ripio. No es fácil transitar por ahí, por muchas ganas que se tengan. —Vemos a muchos hombres que quieren estar presentes, y se sienten tensionados porque sus trabajos les impiden participar más. Claramente, hay un malestar ahí, del que las políticas de conciliación no se están haciendo cargo —acota Aguayo.
Es algo que le toca escuchar mucho al psicólogo Pedro Uribe, director de Ilusión Viril y reconocido activista contra el modelo clásico de lo masculino: se privilegia la productividad, la competencia, la eficacia, los valores del libre mercado y la generación de dinero, la visión masculina tradicional viene cargada de eso, que es finalmente una valoración de logros individuales. Muchos padres no dedican más tiempo a sus hijos porque sienten que si no producen dinero, serán poco valorados; que no tendrán el respeto de sus familias. Como consecuencia, se empobrecen los vínculos, Todos necesitamos dinero, pero si su búsqueda afecta para mal las otras áreas de tu existencia, tarde o temprano la vida te va a cachetear —dice.
Con un máster en educación, género y ciudadanía, Uribe comenzó con Ilusión Viril en 2018 —“un mes después del marzo feminista”, recuerda— y hace poco lo convirtió en una fundación que ofrece atención psicológica gratuita y también lo que describe como “acciones educativas”: talleres, cursos y, pronto, un diplomado. —Me sorprendió ver mucho interés por talleres de reeducación en masculinidad en el mundo de las empre además de varias universidades, hemos trabajado con la minería y el retail —cuenta.
Su taller “Paternidades igualitarias” busca trabajar con padres en el desarrollo de competencias emocionales que los ayuden a crecer como personas y tener un vínculo de mejor calidad con sus hijos. —Recibimos a muchos hombres que al tener hijas comienzan a reflexionar sobre el machismo y la masculinidad tóxica. Empiezan a cuestionar, por ejemplo, costumbres como el envío de ciertas fotos por grupos de Whats App. Se dan cuenta de que pueden haber ejercido más violencia machista de la que pensaban —Ccuenta.
Fundación Viril también coordina grupos de trabajo en torno a la masculinidad: actualmente hay tres en funcionamiento en forma presencial, en Santiago, y dos virtuales en regiones, uno en Valdivia y otro en Valparaíso, En total, participan cerca de 50 personas. —No es cosa de ir un fin de semana y llorar un rato; es un trabajo personal que dura un año. Es como los círculos sororos feministas: algo vivencial, no teórico —explica Pedro—. Los asistentes se replantean su propia crianza y su manera de criar. Muchos vienen de familias autoritarias, con una paternidad marcada “Todos los indicadores mejoran cuando el hombre se involucra en la crianza. Incluso, aumenta el rendimiento académico de los hijos”. por un discurso de fuerza y miedo, y están tratando de reparar eso. No saben cómo abrir un espacio que sea contenedor con sus hijos.
Uribe coincide con Aguayo en algo: hay más conciencia de la inequidad y un mayor cuestionamiento por parte de los hombres de los mandatos de género, pero esto aún no se ha traducido en un cambio cultural. Por eso cree que su activismo es aún necesario.
Expl: —Lo que se ve, sobre todo en las generaciones más jóvenes, es una intención de cambio, pero todavía está en el discurso y poco en los hechos —acota—. Los estudios muestran que hay hombres, por ejemplo, yendo al supermercado con sus hijos, pero sabemos que detrás de eso hay una mujer que está planchando, lavando ropa, que está en lo doméstico. Qué bien que haya más padres dándoles tiempo a sus hijos, es verdad que es un avance, pero ¿ es suficiente para las necesidades emocionales de los hijos pequeños y adolescentes? No. CON MEGÁFONO Si Uribe y Aguayo trabajan con cursos, talleres y redes sociales, Raúl Macías suma a su campaña de sensibilización otras plataformas, de alto impacto mediático.
Macías vive en Madrid y es kinesiólogo, pero hace años que lee todo lo que puede —papers y demás— sobre los estereotipos asociados a la masculinidad y su efecto negativo en hombres, mujeres, niños y adolescentes, además de participar en talleres y cursos sobre estos temas. Hoy, está empeñado en expandir lo que ha aprendido, aprovechando todas las plataformas posibles. Con la idea de “hacer colectivo” su proceso individual de rechazo hacia lo que se conoce como “masculinidad tóxica”, creó hace apenas un año la cuenta de Instagram (Omasculinidadsubversiva. Hoy, el 40% de su público es español, pero es muy seguido en Latinoamérica, particularmente en Chile, Argentina, República Dominicana y Colombia. Hace menos de un mes estrenó además un podcast semanal, llamado “Macho Alfalfa” (nombre que festina en torno al concepto del “macho alfa”), y su documental —llamado “Subversión”— está en etapa de edición.
En la cinta, diferentes expertos en masculinidad reflexionan durante una hora y media sobre la necesidad de generar cambios culturales en torno a la figura del hombre, incluyendo su rol de padre. —Yo no soy el mismo hombre que mi abuelo, pero las creencias y valores antiguos sobre la paternidad siguen estando vigentes —opina—. Esos mensajes de que los hombres no lloran, de que tienes que ser fuerte, si no te los dice tu padre, te los dice el amigo de tu padre. En la educación parental, vamos construyendo lo masculino desde lo que no tiene que ser. Una mujer puede sentirse triste, o frustrada, pero el hombre no puede mostrar esa vulnerabilidad. El hombre lora cuando nace un hijo, se le permite ahí, pero no cuando hay que ser resolutivo.
En lo cotidiano, Macías ha observado que muchos hombres efectivamente están haciéndose más cargo de las tareas de cuidado, pero a contrapelo, a pedido de las mujeres. —Muchos están cambiando su manera de ser padres por obligación, como respuesta al hecho de que las mujeres hayan cambiado y estén trabajando y pidiendo más tiempo para ellas. Lo hacen porque la mujer se los pide y es lo que les toca, no por convicción. Igual es un avance, pero falta mucho en lo no tangible, en el cuidado emocional, más que en el cambio de pañales —observa.
Una visión similar tiene Roberto Celedón, psicólogo, magíster en gestión de políticas públicas y director de la Fundación Crea Equidad y coautor del libro “Masculinidades en América Latina: Veinte años de estudios y políticas para la igualdad de género” (2016). Con su equipo, Celedón pone el acento en la investigación y la generación de evidencia que pueda ser útil para definir las medidas propuestas por el Estado. —Mucha paternidad y corresponsabilidad es empujada por las mujeres, por la presión que ellas ejercen —opina. Sobre la falta de conexión emocional, agrega: —Yo hacía un taller para padres de adolescentes y veía cómo los papás hablaban cinco minutos de sus hijos y después dos horas sobre su propia adolescencia. Se centran en sus necesidades, antes que en las de sus hijos. No los ven. Las mujeres, en cambio, sí son capaces de ver a sus hijos. A su juicio, esta falta de conexión con lo emocional obedece a que fueron socializados así.
Son hijos de una cultura donde el liderazgo es androcéntrico, donde “el hombre se puede desconectar de lo doméstico, de los cuidados; puede elegir participar, pero la mujer no”. Celedón reconoce que hay grupos de padres que están buscando un mayor involucramiento, pero también percibe que la vara de autoexigencia —y de autocrítica— es por lo general aún muy baja. —Hay padres que hacen un par de horas de lavado y ya consideran que dejaron de ser machistas (... ) La provisión económica es considerada su tarea principal, ¡ pese a que el 85 por ciento no paga la pensión de alimentos de sus hijos! O se consideran padres presentes, a pesar de largas ausencias —opina.
Esta negación llega a tal punto que algunos no reconocen la existencia de inequidades de género y pueden llegar incluso a atacar a los hombres que —como Raúl, Pedro, Roberto y Francisco— luchan por hacerla visible. A Raúl, en particular, le pasa mucho: cada tanto recibe comentarios violentos de hombres que se sienten atacados por las cosas que comunica. Hombres que —dice— “no reconocen que el patriarcado existe”. Y claro, para él es como si le echaran bencina al fuego. Con mayor razón seguirá peleando por impulsar lo que llama “una transformación colectiva” en pro de una nueva mirada sobre lo masculino y, con ella, del ser