La fórmula de Taiwán para convertirse en el proveedor insustituible de semiconductores
La fórmula de Taiwán para convertirse en el proveedor insustituible de semiconductores Claudio Arenas y Joaquín Figueroa visitaron Taiwán en 2022. Recibieron un llamado para que su empresa, qScire, fuera a una feria tecnológica (Taiwan Innotech Expo). Allí presentaron una tecnología que perfeccionaron en el laboratorio de física de la Universidad de Chile. Su nicho estaba en el desarrollo de mejores capacidades en la resistencia de los cables de un circuito integrado cada vez más miniaturizado. Taiwán resultaba insustituible para aquella idea, dado que se trata del origen del 60% de los microchips del mundo, y del 90% cuando se cuentan solo los más avanzados. En la feria, qScire recibió una mención honorífica por su promisoria propuesta. Se consiguieron una entrevista con TSMC, la colosal firma taiwanesa de semiconductores. "Habíamos intentado hablar con Intel, con Samsung, con grandes empresas de semiconductores. Pero ni el e-mail ni LinkedIn funcionan. Se necesitan los contactos directos", cuenta ahora al teléfono --dos años después de aquella visita-Claudio Arenas, CEO de qScire.
En febrero pasado, firmaron un acuerdo de desarrollo conjunto para que la tecnología se adapte en la práctica a distintos actores del ecosistema. "TSMC vio el potencial de la compañía", dice Figueroa, el CTO, vía e-mail. El dónde La gigantesca industria de Taiwán tiene su nervio central en un componente minúsculo, diminuto, tan ínfimo que sus conexiones se miden en millonésimas partes de un milímetro: los semiconductores. Están metidos en automóviles, en aspiradoras, en un reloj inteligente. En 2021, por ejemplo, se contabilizaban unos 140 chips por persona en el mundo. Hace décadas Taiwán estableció una serie de parques tecnológicos en todo el país. El éxito de la estrategia lo convirtió en el tigre asiático pionero y sus 23 millones de habitantes gozan de un ingreso per cápita dos veces mayor que el chileno. El parque científico de Hsinchu, en las afueras de Taipéi, rebosa de actividad. Sus calles tienen un cierto parecido a Palo Alto, la cuna del Silicon Valley en California. Establecido en 1980, el gobierno taiwanés ofreció subsidios y ventajas logísticas para crear un clúster que funcionara como una relojería de talentos.
Entre quienes apostaron por ese desarrollo estuvo Morris Chang, fundador de Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC). Es difícil exagerar las dimensiones de TSMC: representa casi un cuarto del PIB taiwanés y ella sola fabrica el 60% de los chips del mundo. La industria de semiconductores, sin embargo, no es una mera instalación donde se sueldan circuitos y se insertan en un iPhone. Nada de eso.
En realidad, se trata de uno de los sectores más complejos del mundo, donde una máquina de altísima precisión podría salir de Países Bajos, un diseño en Alemania, un químico en Japón y --si todo resulta bien-un proceso eléctrico eficiente desde Chile. Son tres las etapas del chip: diseño, fabricación y ensamblaje.
Ya se habla de metas para avanzar a nuevas versiones de chips (se habla de dos o incluso de un nanómetro, que es como decir versiones 2.0 o 3.0 más que una referencia exacta a un tamaño) en menos de 10 años. "Aunque TSMC es muy importante, esto no se trata de una sola gran compañía: nos distinguimos porque hay una serie de pequeñas y medianas empresas que se hacen cargo de toda esta cadena", dice Yu-Jing Chiou, director del parque en Hsinchu. Allí trabajan más de 176 mil personas en 623 empresas. No se trata, entonces, de que Taiwán sea una mera fábrica de chips --de hecho, hay instalaciones en distintos países--. Lo que distingue a esta economía es su capacidad de articulación con tecnologías diversas.
Aunque EE.UU. aprobó la ley de CHIPS y Ciencia con ingentes subsidios para elevar su participación de mercado en la provisión global de semiconductores (hoy solo representa el 10% del mundo), y Japón impulsa una política similar, Taiwán es por ahora imbatible. "Lo que nos diferencia del resto de los países del mundo es que somos un clúster que combina todo lo necesario", subraya Chiou. La complejidad del suministro El impuesto corporativo en Taiwán es del 20%; el de ingresos personales, entre 5% y 30%. Por las calles se camina tranquilo de día y de noche. Los funcionarios públicos, que trabajan el 1 de mayo (solo es feriado para el sector privado), se dedican a la atracción de inversiones ante cualquier foro donde puedan intervenir.
Apenas una docena de países reconocen a Taiwán como "República de China" (Paraguay, Guatemala y Haití son los únicos de América Latina). El resto, incluido Chile, solo reconoce a la República Popular China, cuya capital es Beijing, como la única representante de la nación china. Taiwán no tiene asiento en Naciones Unidas. La guerra comercial entre EE.UU. y China, primero, y la pandemia, después, modificaron la cadena de suministro mundial.
La relación entre Taipéi y Beijing (que considera a Taiwán una provincia en rebeldía) se deterioró, por lo que los taiwaneses han diversificado sus propios riesgos. "Hemos tratado de fomentar una cadena de suministro más fuerte, y que nuestros compatriotas taiwaneses regresen a invertir aquí", comenta James Hsiao, miembro del Consejo Nacional de Desarrollo de Taiwán, una entidad similar a Corfo en Chile. "Chile, como el resto del mundo, es consumidor de chips producidos en Taiwán", menciona Fernando Schmidt, director de la oficina de ProChile en Taipéi. "Esperamos que a futuro --considerando la necesidad que tiene la industria de los semiconductores de limpiar su matriz energética-podamos ser proveedores de hidrógeno verde para el mercado taiwanés, dadas las evidentes complementariedades que hay entre nuestras economías en este sector", agrega. James Hsiao sugiere que Chile y Taiwán podrían avanzar en exploraciones para invertir también en tecnologías en amoníaco verde. Los temblores bélicos En 2022, una visita a Taiwán de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., Nancy Pelosi, encendió una crisis diplomática severa. Beijing envió toda clase de señales bélicas para mostrar que, si se lo propusiera, tendría la capacidad de invadir Taiwán. La "unificación" no es un asunto de "qué", sino del "cuándo", suelen decir los funcionarios chinos. Taiwán se formó como entidad política de facto en 1949, luego de que el líder nacionalista Chiang Kai-shek, del Kuomintang, salió de Beijing tras perder la guerra ante los comunistas liderados por Mao Zedong. El Kuomintang (KMT) gobernó en forma autoritaria hasta los años 90, cuando Taiwán inició su democratización. El Partido Progresista Democrático (PPD), opositor al KMT, rige hoy con la presidenta TsaiIng-wen. El período de Tsai, una dura rival de Beijing, culmina el 20 de mayo, cuando la sucederá Lai Ching-te, su aliado y vicepresidente. La relación con China es una pregunta abierta. El PPD busca afianzar una "identidad taiwanesa" que la diferencie de China continental.
En una encuesta del Pew Research Center, realizada entre junio y septiembre de 2023, el 67% de los habitantes se ve a sí mismo como taiwaneses, y solo el 28% como "taiwaneses y chinos". Los jóvenes que solo se perciben como taiwaneses llegan al 83%. Y la idea de una "unificación" ha tendido a generar suspicacias en la élite y la población general luego de que en los últimos años China impusiera estrictas leyes en Hong Kong, relación que muchos temen pueda replicar con Taiwán. "Si China llegara a invadirnos, no me quedaría aquí. Preferiría irme", dice Henry, un empresario de 41 años que opta por reservar su apellido. "Pero dudo que ocurra. Nuestra industria de semiconductores es estratégica para todo el mundo, en especial EE.UU. ", recuerda.
La defensa "Nuestra industria de semiconductores se ha convertido en un centro de producción de vital importancia a nivel mundial, y nuestro objetivo es que sea un eslabón clave en la cadena de suministro del comercio internacional, impulsando el desarrollo económico global", comenta el ministro de Relaciones Exteriores, Joseph Wu, en una presentación ante periodistas. Tras la visita de Pelosi en 2022, Taipéi precisamente alertó sobre cómo una crisis en el estrecho de Taiwán podría desencadenar un grave problema de suministro que terminaría afectando a todo el mundo. Ese discurso no ha cambiado.
Tzu-Li Wu, investigador del Instituto para la Defensa Nacional y la Investigación en Seguridad (INDSR, por sus siglas en inglés), dice que "Hsinchu es clave para la seguridad del país, en especial por la presencia de TSMC. Es necesaria para el mundo y deberíamos defenderla en un esfuerzo conjunto", señala. Ante una consulta de este medio sobre quiénes integrarían ese esfuerzo, responde: "Cualquier país que esté usando celulares". En qScire no solo usan celulares, sino que están volcados a dar una solución distinta. Por ahora, la startup chilena tiene un año para demostrar que su propuesta se puede aplicar en la cadena tecnológica, para lo cual están probando nuevos materiales. Con el contrato firmado, ahora parte del equipo podría visitar Taiwán. "Si conseguimos un segundo contrato, podríamos irnos para allá", evalúa Alarcón. La fórmula de Taiwán para convertirse en el proveedor insustituible de semiconductores EDUARDO OLIVARES C. Desde Taiwán La startup chilena qScire cerró un primer acuerdo con la firma clave del sector, TSMC: Una combinación única de empresas y procesos dan una ventaja hasta ahora imbatible a la economía asiática. Pero hay amenazas.
Canciller taiwanés cuestiona subsidios chinos al acero El 27 de abril, en la red social X, el ministro de Relaciones Exteriores de Taiwán, Joseph Wu, dijo sobre una eventual "unificación" con China que no es como lo sucedido con los Sudetes (la anexión de la Alemania nazi de esa región checa en 1938). En una conferencia de prensa con periodistas latinoamericanos, "El Mercurio" le consultó a Wu si le parecía del todo apropiado hacer tal comparación, y también si observa que Taiwán se está quedando atrás luego de que cada vez menos países lo reconocen como Estado. El ministro Wu ignoró esas preguntas.
En cambio, al escuchar Chile, solo pareció dedicarle críticas a China en relación con la reciente aplicación de sobretasas arancelarias --solicitadas por firmas como Huachipato-a la importación de acero. "En el caso de Chile, esto (subsidios chinos) podría afectar a la industria del acero; no solo al acero chileno, sino también al de Estados Unidos, Europa e incluso Taiwán. Si Chile considera que el acero es un problema importante, imaginen el impacto en otros países, en sectores como los vehículos eléctricos o los paneles solares.
El problema es aún más grave porque los subsidios de China y sus prácticas comerciales desleales permiten a sus empresas estatales y paraestatales vender sus productos a precios muy bajos en el mercado internacional", dijo sin mediar pregunta. "Taiwán no utiliza prácticas comerciales desleales ni recurre a tácticas de presión o intimidación, como lo hace China. Si el gobierno y las empresas chilenas buscan un socio comercial confiable, creo que Taiwán es una excelente opción", opinó. Luego dijo que desde su gobierno "no provocamos a China, pero al mismo tiempo no mostramos debilidad ni nos sometemos a la presión de China". El ministro de Relaciones Exteriores de Taiwán, Joseph Wu. EDUARDO OLIVARES Vista panorámica del Parque Científico Hsinchu, en Taiwán. Allí trabajan más de 176 mil personas en 623 empresas. CORTESÍA DE LA ADMINISTRACIÓN DEL PARQUE CIENTÍFICO DE HSINCHU. - - -