El recuento de las voces y relatos olvidados del último confin de la tierra
“Mi fascinación se originó con las fotografías del sacerdote alemán Martin Gusinde.
El realizó cuatro viajes a Tierra del Fuego, entre 1918 y 1924”.. . es. 46... , El historiador Manuel Vicuña publica Barridos por el viento”, una colección de relatos asombrosos sobrelas expediciones científicas del mundo” ylas tradiciones delos selk'nam, kawésgar y yaganes.
Valeria Barahona río, mucho frío, oscuridad, aguaceros bíblicos, oleajes y animales casi desconocidos son quizás las primeras imágenes que pueblan la cabeza al pensar en Tierra del Fuego, destino turístico ampliamente promocionado en Europa por estos días, a causa de los 500 años de la hazaña náutica de Hernando de Magallanes y Sebastián Elcano, quienes demostraron que la Tierra es redonda y, de paso, unieron los océanos Pacífico y Atlántico a través del estrecho que hoy lleva el nombre de su descubridor.
Pese al tiempo y a la ausencia de tierras vírgenes en un mundo registrado palmo a palmo a través de satélites, permanece la fantasía de encontrar, de pronto, un terreno inexplorado para declararlo como reino propio.
Testimonio de la fuerza de esta idea fue el anuncio que esta semana hicieron RTVE y Amazon, firmas que invertirán más de US$21 millones en la serie “Sin límites”, una ficción para narrar la odisea de Magallanes y Elcano, dirigida por el británico Simon West (“Lara Croft: Tomb Raider”). “En ese laberinto solo existía el invierno”, afirma, en paralelo, el libro de crónicas “Barridos por el viento”, de Manuel Vicuña, publicado hace unas semanas por Taurus.
Allí el chileno doctorado en historia de la Universidad de Cambridge se adentra en los canales del ánimo que impulsaron las primeras exploraciones: “en ese desparramo de islas donde los chispazos de sol rara vez alcanzan a encender el ánimo”, señala el texto. “Mi fascinación se originó con las fotografías del sacerdote alemán Martin Gusinde. Él realizó cuatro viajes a Tierra del Fuego, entre 1918 y 1924. Hizo trabajo de campo entre los selk'nam, los yaganes y los kawésqar, sabiendo que corría contra el tiempo, porque esos pueblos estaban en vías de extinción. Y logró participar de sus ritos secretos”, cuenta Vicuña.
El religioso y antropólogo decía, según el autor, soy un “verdadero yagán”, el “último selk'nam”, tras participar en el Kina, “rito reservado a los yaganes adultos, cuyo fin era renovar el ciclo de dominación masculina sobre las mujeres, llevaba treinta años sin realizarse, y la ocasión en la que intervino Gusinde fue la última vez que se llevó a cabo”, explica el libro que contiene imágenes del investigador germano.
“En sociedades sin escritura ni monumentos que materializaran sus fundamentos, el etnógrafo solo puede acceder a la dimensión más íntima de la vida de los indígenas por medio de una sensibilidad extrema ante los matices de la existencia cotidiana”, señala “Llega un día en que (el marino) ya no puede levantarse de la cama. Si lo hace vuelve a desplomarse y se recluye en su camarote”. El también decano de la Facultad de Ciencias Sociales e Historia de la Universidad Diego Portales. La extinción de los pueblos originarios, para Gusinde, ya era evidente: “Se calcula que hacia 1880 existían entre 3.500 y 4.000 selk'nam. En 1919, el sacerdote contó 279.
En 1929 sobrevivían menos de 100”. Una de las tradiciones más conmovedoras que registra el investigador es el velorio de una madre a su hija muerta, donde la mujer se deja zamarrear por los vientos australes y su corazón, llorando, aullando y riendo al mismo tiempo, “además se hacían cortes en las piernas eincluso los pechos con pedazos de vidrios, conchas de moluscos () o piedras afiladas”, cuenta el misionero.
Lola Kiepja, la última selk'nam por lado de padre y madre, fallecida en 1966, “recordaba que las heridas de su madre nunca alcanzaban asanar”, indica Vicuña, ya que las muertes fueron cada vez más frecuentes para acaparar una mayor cantidad de tierras. También fue frecuente la captura de los nativos para ser exhibidos en zoológicos europeos.
Hoy, cuando los pueblos ya han sido, en palabras del historiador, “barridos por el viento”, se cuentan “casi 100 cuerpos de fueguinos alojados en museos de Londres, París, Florencia, Roma y Viena”. Cuando Gusinde salió de Chile, a comienzos del siglo XX, llevó consigo artefactos y huesos de 17 personas, los que permanecen en el Museo de Etnología de Viena.
Su contemporáneo, el conde normando Henry de la Vaulx, acumuló cientos de piezas óseas provenientes del “fin del mundo”. Agrega Vicuña que el noble “nose hacía problemas de conciencia con el saqueo de las tumbas, objetos funerarios incluidos: “después de todo qué si el indígena duerme “en un agujero de la Patagonia o la vitrina de un museo””. Así, esa colección del conde De la Vaulx permanece aún en el Museo del Hombre, en París. TRASCENDENCIA Una vez explorada Europa y Asia completa, el Nuevo Mundo se convierte en la nueva ruta de la civilización occidental. Los monstruos del origen podrían estar acá. Porque “cada cual ve lo que quiere, o lo que puede”, afirma Vicuña. Y continúa: “La mirada es un aparato perceptivo en deuda con la cultura. La mente se abre paso en territorio desconocido con el apoyo de las luces de reconocimiento que alumbran desde el pasado.
El lenguaje de la imaginación es producto de la historia y los descubrimientos se acomodan a las expectativas que alienta esa herencia”, como Cristóbal Colón, que muere sin enterarse de su real hallazgo, mucho más trascendente que una nueva ruta comercial. El hombre que expandió la frontera del mundo fallece a principios del siglo XVI. Y en 1826 arriba al extremo sur de América el HMS Beagle, un bergantín cherokee de la Marina Real Británica. Lo comanda Pringle Stokes, explorador que da cuenta de “feroces borrascas” en la zona marítima que se supone “estratégica” para los negocios y la guerra.
En el Golfo de Penas, Stoya integrado con el ambiente, agrega en sus apuntes que en este clima “el alma del hombre muere en él”. En “Barridos por el viento” se lee, además, que “llega un día en que (el marino) ya no puede levantarse de la cama. Si lo hace vuelve a desplomarse y se recluye en su camarote, incapaz de dar órdenes, aplastado por el del mando”. Al final se pega un tiro en la cabeza.
Queda vivo, pero los cirujanos (a bordo) no se ilusionan con su mejoría. (... ) Delira durante once días y muere en agosto, con la bala alojada en el cráneo”. A fin de repetir este destino, en la segunda expedición del Beagle su nuevo capitán, Robert Fitz Roy, quien vio morir a Stokes, pide ser acompañado por un hombre de su nivel social y educativo para conversar y evitar el llamado de la muerte.
Le mandan a un joven de 22 años, hijo de un médico adinerado, quien dejó la carrera tradicional a causa de su amor por la taxidermia y los relatos de Alexander von Humboldt. ¿El nombre del chico? Charles Darwin. Durante los cinco años a bordo, Darwin escribe “Viaje de un naturalista alrededor del mundo”, texto que cita su paso por Chile, donde, inclusive, es testigo de un terremoto.
El libro, junto con ser un éxito que desplaza a las novelas de caballería, afianza su vocación científica y 20 años después, en 1859, se consagra con “El origen de las especies”, texto clave para entender la teoría de la evolución hasta hoy. Desde Darwin y hasta la actualidad, se cuentan por miles de expediciones a Magallanes porque el misterio sigue ahí, pese a los esfuerzos de universidades, gobiernos y empresas que buscan concluir el inventario del planeta.
Como muestra, Vicuña relata que la primera película de cachalotes es de 1984, pero “hay ballenas de cuya existencia solamente se sabe por huesos encontrados en playas apartadas”. La ballena azul, “el animal más grande que ha habitado el planeta, tiene un corazón que bombea 220 litros de sangre por minuto, (... ) Poco se sabe desus rutas migratorias y nunca se ha logrado grabarlas mientras se aparean”, dice el historiador, pese a que “los cantos que emiten tienen la potencia de un (avión) Bocing747 al momento del despegue, y presentan variedades dialectales que distinguen a las manadas”. Eso, en los “ríos de sonido” descritos por los marinos estadounidenses destinados a misiones submarinas en las antípodas del planeta durante la Segunda Guerra Mundial. El mar “siempre ha sido igual de inescrutable”, afirmaba Henry David Thoreau, al igual que sus pueblos navegantes. (3 Un corresponsal en 1894 Adelando dellibro “Barridos por el Viento. Historias delfin Por Manuel Vicuña. 14 3 unca he conocido mejores canoas que las suyas. Combinan de forma extraordinaria rapidez, seguridad y espacio. Y lo digo con la certeza que me otorga haber inspeccionado los kayaks de los esquimales de Groenlandia. Testigos confiables me juran que nunca vieron voltearse sus canoas, hasta que, influidos por el ejemplo de los blancos y el uso del hacha, dejaron de hacerlas como en los tiempos antiguos. Insisto en las canoas, porque entregan una imagen contrastante con la primera impresión que provocan los indios. Si miramos sus viviendas, advertimos primitivismo. Si en cambio los juzgamos por sus canoas, concluimos que son arquitectos navales consumados, cuyas Obras le sacan ventaja a los fabricantes de yates de Estados Unidos e Inglaterra. “Tuve la chance de entrevistarme con Thomas Bridges, misionero anglicano llegado a las costas de Isla Grande antes que cualquier autoridad argentina. Con décadas de trajín en toda la zona, conoce a los yaganes como nadie. Hoy vive en la costa norte del (Canal de) Beagle, ya retirado de sus labores de pastor, dueño de una estancia de veinte mil hectáreas, graciosamente concedida por el presidente (trasandino Julio Argentino) Roca. Me contaba, sin pizca de resentimiento, que al renunciar a la misión de Ushuaia, en Londres y en las Falkland le acusaron de capitular ante el demonio, de cobarde y de lunático. “Los yaganes creen en seres sobrenaturales, en espíritus invisibles, pero carecen de Dios. Una luz interior les orienta en la vida moral, haciéndoles acoger a la viuda y al huérfano para aliviar su aflicción. Sin jefes ni propiedad privada, toman lo necesario y lo comparten según dicta la necesidad. Son socialistas de espíritu e inclinados a la paz antes que a la guerra. Rara vez las vendettas entre familias desatan asechanzas por el dédalo de los canales con una persistencia digna de mejor causa.
“Los misioneros anglicanos se empeñan en convencerme de la masiva conversión de los yaganes, gracias a los sermones sobre la grandeza de Jesús en detrimento de Moisés, o a la recepción pasiva de sacramentos que calan menos que la lluvia fina de verano. Los misioneros los degradan al mismo tiempo que se engañan a sí mismos. Los indios escuchan sus prédicas con aire ausente. Cuando se les pregunta si son cristianos, asienten, pero nunca manifiestan el menor interés en profundizar en los misterios de la fe. Me entrevisté con algunos de mediana edad y conocimiento rudimentario del inglés. Dicen amar a Jesús con el desgano que trasluce la ausencia de convicción. “El afán por inculcarles hábitos de trabajo se adentra en el terreno de la explotación. Por lo general, los colonos anglicanos solo visten y alimentan a los yaganes que trabajan en beneficio de la misión o sus familias”. "Vicuña ficcionando el testimonio de un corresponsal europeo de 1894,