Autor: Alexander Zevin*
El Reino Unido y Europa después del Brexit
Londres se subordina a Washington N 1961, en una carta al primer ministro Harold Macmillan, el presidente John Fitzgerald Kennedy loalientaa Comunidad conómica Europea (CEE) para prevenir “las excentricidades de París y de Bonn” (1). Cuando rechaza la primera tentativa británica de adhesión, Charles de Gaulle tiene por tanto algunas razones para temer que Estados Unidos se valga del Reino Unido para asentar su dominación sobre Europa.
En1967 justificará un segundo veto apelando ala persistencia de las “relaciones particulares” entre Washington y los británicos, “con las ventajas y también las que para ellos se de las dependenci ivan de esa situación”. Habrá que esperar hasta 1973 y un presidente francés menos escrupuloso para que Londres se una al Mercado Común.
En 2020, cuatro años después del referéndum sobre el Brexit, el Reino Unido se convirtió en el primer Estado -y hasta hoy elúnicoen abandonar la Unión Europea (UE). Mientras que el costo económico de esta decisión es fuente de incesantes recriminaciones dentro del país, fuera de sus fronteras la pregunta más habitual es aquella que formulaba de Gaulle, pero planteada ala inversa: ¿ a dónde va Europa sin el Caballo de Troya británico? ¿ Es posible esperar que la UE se vuelva más independiente, menos conforme aesa caricatura de “comunidad atlántica colosal” vituperada por el general, más cercana a la “Europa europea” que él decía anhelar con toda su alma (2)? Dos pronósticos ya fueron frustrados por la realidad geopolítica: por un lado, la UE emancipada de la intransigencia británica respecto del federalismo o la defensa europea; por el otro, un Reino Unido post Brexit aislado en Europa, relegado a sus márgene oatenazado entre Washington y Pekín. Y la guerra de Ucrania fue reveladora de las relaciones de fuerza entre Londres y Bruselas, pero también de uno y otro Washington.
Ya el 24 de febrero de 2022, Boris Johnson marcó el tono de la respuesta europea llamando a “marginar a Rusia de la economía mundial, sector por sector”, y sosteniendo su exclusión de la red bancaria Swift, el freno de las exportaciones de equipamientos tecnológicos, el cese de la entrega de visas, el congelamiento de los activos y el embargo sobre el gas y el petróleo. Segundo proveedor de Kiev después de Estados Unidos, Londres desbloqueó 2.300 millones de libras de ayuda militar desde el comienzo de la invasión rusa.
El Reino Unido invitó igualmente a sus protegidos a las bases de Kento de Salisbury para formarlos en el uso de sus misiles antitanque o de sus drones y envió sus fuerzas especiales a Ucrania, A fines de marzo de 2022, el presidente Volodimir Zelensky podía presentar al primer ministro británico como su dirigente europeo preferido. A diferencia de Berlín o de Paris, explicó, “Londres está definitivamente de nuestro lado y no hace equilibrismos”, De hecho, Johnson fue el primer jefe de Estado en viajar a Kiev.
El 9 de abril de 2022, en momentos en que Rusia y Ucrania parecían a punto de concluir un acuerdo de paz provisorio, desembarcó en lacapital para extenderle a Zelensky la consigna occidental: romper las negociaciones dado que Vladimir Putin “no era tan poderoso como selo habíaimaginado” (3). Johnson cuidó también su popularidad en los Estados bálticos tras haber desplegado allí unos 8.000 hombres. Se unieron a los 1.700 soldado británicos ya presentes en stonia en el marco del establecimiento de una fuerza expedicionaria en 2012 dirigida porla Royal Navy. La adhesión de los países bálticos a la Organiz Atlántico Norte (OTAN) yala UE habíasido apoyada por Anthony Blair para recompensarlos por su participación en la Guerra de Irak.
En suma, el Reino Unido vuelve a jugarel rol queerael suyo cuando integrabala UE al lado de los países que compartían su escepticismo en cuanto a las veleidades de independencia militar -el Grupo de Vis grado compuesto por Polonia, Hungría, Re pública Checa y Eslovaquia, pero también por Rumania, Bulgaria o los Países Bajo: ión del Tratado del Un modelo cuestionado Los Estados que constituyen el núcleo de la UE, y que esperaban adquirir mayor in fluencia tras el Brexit, se encuentran en una situación diametralmente opuesta.
La recesión económica amenaza a Alemania, golpeada por la explosión de los precios de la energía -consecutiva a sus sanciones contra Rusia y a la caída de los envíos de gas y de petróleo-, pero también castigada por las dificultades de su principal socio comer: cial, China, agravadas por los esfuerzos de Washington para aislar a Pekín.
El modelo germánico de crecimiento se encuentra cuestionado mientras que aumenta en todas partes la “amenaza de la desindustrialización” (4). Francia, por su parte, es ahora el único miembro de la Unión Europea dotado de fuerza de impacto nuclear y el único miembro permanente del de Seguridad dela Organización de las Naciones Unidas (ONU). Pero París se encuentra debilitada en el plano internacional después de que Australia anulara un contrato de compra de doce submarinos franceses para privilegiar una alianza militar con Estados Unidos y el Reino Unido (5). Y la “soberania estratégica” de la UE esta fase más que una ambición francesa. Al punto de quelo 'ondicionaron a la coalición gubernamental a la compra de F-18 estadounidenses, lo que cuestionaba, ipso facto, el proyecto francogermano-español de aviones de combate SCAF. El canciller Olaf Schólz cedió.
Enjulio de 2022, una personalidad tan influyente como el ex ministro de finanzas de Angela Merkel, Wolfgang Schaible, propuso incluso que París y Berlín privilegiaran de ahíen más una sociedad con Varsovia, lo que di plazaría el centro de gravedad de Europa en un sentido conservador y atlantista.
En cualquier caso, el Brexitno parió en absoluto una política europea deseguridad y de fensa más independiente de Estados Unidos(6). Desde los años 1990, la autonomía de la Unión Europea respecto de la Alianza Atlántica siempre fue una mera expresión de deseos. En su momento, el presidente William Clinton había insistido para que la integración a la UE de los países del Este, efectiva en 2004, fuera consecutiva a su adhesión a la OTAN.
Polonia, Hungría y la República Checa se unieron así a la Alianza en 1999, justo antes de que ésta lanzara su ofensiva contrala Federación Yugoslava; Bulgaria, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia y los Estados bálticos lo hicieron en 2004, en momentos en que la OTAN iniciaba sus primeras operaciones exteriores en Afgani tán (7). Y si bien Francia amenazó con oponer su veto a la guerra en Irak, luego puso sus bases aéreas a disposición de los aliados mientras que Europa del Este alojaba los tios secretos de la CIA y sus “interrogatorios reforzados” de los combatientes c: turados, Ca: lazos de subordinación.
Los lectores de prensa “de calidad” encuentran episódicamente con qué tranquilizarse -“Todavía podemos estar orgullosos de Europa”, de su respeto de la dignidad humana o de sucombate contrael cambio climático, se regocijaba el 30 de octubre último el filósofo Slavoj Zizek en Le Figaro-, pero se hace difícil ignorar que, pese asus virtudes, la UE no propuso ninguna iniciativa diplomática o militar digna de ese nombre desde la ruptura de los acuerdos de Minsk (de los cuales ella, y no Estados Unidos, era garante) (8). Bajo el paraguas nuclear Esta incapacidad para actuar independientemente del aliado estadounidense se de va en parte de las tensiones franco-alem: nas que la última crisis exacerbó aun más, y no ciertamente de una falta de material militar, puesto que los gastos en armamento de estos dos países, sumados a los de Italia, exceden en dos veces los de Rusia.
Para el sociólogo alemán Wolfgang Streeck, desde el fin de la Guerra Fría, la UE se convirtió en una “auxiliar civil de la OTAN”, acurrucada bajo el paraguas nuclear de Estados Unidos (9). Sin duda, algunas presiones nacionales pueden a veces fisurar la unidad occidental respecto de la cuestión ucraniana: movilizaciones en República Checa contra los precios de la energía, controversias en Italia a propósito de los envíos de armamento, ira de los circulos de negocios alemanes contra los estadounidenses que “se benefician” con el auge de las tarifas del gas natural. ¿ Pero acaso Europa y Estados Unidos pueden discrepar cuando hay intereses fundamentales en juego? La cuestión corre el riesgo de volver a plantearse pronto en otro terreno. Laadministración de Joseph Biden sostiene que un Occidentedébil frentea Rusia alentaría a la República Popular China a atacara Taiwán.
A fines de junio de 2022, en la cumbre de la OTAN en Madrid, los dirigentes europeos aceptaron calificara China de “desafío sistemático” e invitaron a Corea del Sur, Japón, Nueva Zelanda y Australia a vigilar mejor el perímetro cada vez más nebuloso del “Pacifico Norte” (10). En este contexto, el Reino Unido puede dar una impresión de menor seguidismo. Pero esto se debe a la “relación especial”, que le confiere un prestigio similar al del líder de una banda de exploradores.
Después del Brexit, por supuesto, los dirigentes del país pretendieron que la decisión marcaría el retorno del “leadership británico”. La “Revista Integrada de Seguridad, de Defensa, de Desarrollo y de Política Exterior” de marzo de 2021 llamaba a modernizar un ejército con efectivos más compactos, pero “más presente y más activo en el mundo”, capaz de desplegarse rápidamente junto las fuerzas especiales y navales, y que dispusiera de un arsenal nuclear más amplio.
El incremento de los gastos militar decidió Johnson -en un nivel del 2, Producto Interno Bruto (PIB) enel plazo de diez años-, y luego su sucesora Elizabeth Truss -3% de PIB en el mismo lapso-, o s un aumento global de 20.000 a 25.000 millones por año, otorgaba cierto cré dito a semejante ambición.
El Reino Unido sigue siendo, de hecho, uno de los mayores exportadores de armas del planeta, particularmente gracias a su pericia en acronáutica, de la cual el gobierno sacó recientemenpara cerrar un contrato que apunta a desarrollar una nueva generación de aviones de combate furtivos Tempest con Japóne Italia.
Nostalgia imperial Todas las tentativas de elaboración de una estrategia destinada a hacer advenir una “Gran Bretaña a escala mundial” (Global Britain) que prometieron los partidarios del Brexit coinciden sin embargo con las prioridades estadounidenses (11). Así, entre los objetivos de la “Revista Integrada” de2021 figuran el envío de un nuevo portaaviones a lazona indo-pacífica a fin de que “esté disponible permanentemente para la OTAN"; la consideración de Corea como unazona “altamente estratégica”; el retorno de la Royal Air Force a sitios “al este de Suez”, ya emprendido desde 2018,0 la apertura por parte del Reino Unido de una base naval en Bahrein con el objetivo de servir de apoyo alas operaciones estadounidensesen el Golfo Pérsico y más allá.
Y si bien la nostalgia imperial no siempre es ajena a las instituciones que influyen en la política b tánica -el Royal Services Institute (RUSD, el Royal Institute for International Affairs (Chatham House) o el Departmentof War Studies del King's College-, no es sencillo determinar qué imperio exactamente añoran.
Un vuelco reciente de Londres volvió a plantear la cuestión: después de que, en 2015, el gobierno de David Cameron haya anunciado que las relaciones comerciale con China entraban en una “edad de oro”, el actual premier Richard Sunak anunció s fin el 28 de noviembre último.
Porque, aunque se la haya descrito con frecuencia como informal y aproximativa, a “relación especial” produce efectos cor cretos desde 1940: además de comparti informaciones -en el marco del pacto Five Eyes (“Cinco Ojos”) que involucra también a Australia, Canadá y Nueva Zelanda (12), el Reino Unido se beneficia de un acceso privilegiado a la tecnología estadounidensea cambio de las bases que pone a disposición de Washington.
Desde el fracaso de su programa de misiles Blue Streak en los años 1950, este favor involucró sobre todo alos sucesivos sistemas de mi cos -Thor, Skybolt, Polaris y Tridentsin los cuales Londres no podría ni propulsar niexpediro ni siquiera mantener o probar sus capacidades, En 1986, un periodista de investigación contabilizó 130 bases estadounidensesen suelo británico, lo que hacía del país un portaaviones gigante que apuntaba hacia la Unión Soviética en pleno lántico Norte (13). Dirigida por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estadounidense, RAF Lakenheath es la mayor base estadounidense de aviones de combate en Europa.
Por otra parte, después de Japón y Alemania, el Reino Unido constituye la tercera plataforma en hombres de la US Air Force fuera de su territorio, Una imagen deformada Pero lo que más cambió desde los años 1990 son las formas que asumen las oposiciones y los apoyos a la “relación especial”. L; marcas de deferencia hacia el hermano ma yor estadounidense en otras épocas podían despertar críticas tanto entre los laboristas como entre ciertos conservadores sobera Hoy, en cambio, parece inconcebible queel Primer Ministro le nieguea Washington el acceso alas bases dela Royal Air Force como lo hizo Edward Heath en octubre de 1973 durante la guerra que enfrentó a Israel con sus vecinos árabes.
A comienzos de los años 1980, el Partido Laborista, en ese entonces dirigido por Michel Foot, apoyaba la Campaña para el Desarme Nuclear (CDN) que pedía el retiro de los misiles crucero estadounidenses y la disolución de la OTAN. Semejantes reivindicaciones valdrían la exclusión de la organización conducida hoy por Keir Starmer, digno heredero en este aspecto de Blair, calificado como “caniche de George W. Bush” en épocas de la Guerra de Irak.
En un contexto de purgas después de la exclusión de Jeremy Corbyn del grupo parlamentario de su partido -fueel primer dirigente laborista después de Foot en haber cuestionado el atlantismo británico=, el laborismo prohíbe a sus diputados y afiliados participar en las asambleas del movimiento Stop the War, o incluso criticar a la OTAN (14). Y esto ocurre al punto que se vuelve más difícil arremeter contra la política estadounidense en el Reino Unido que en Es tados Unidos.
El Quincy Institute for R ponsible Statecraft, un think tank con base en Nueva York que publicó en 2019 una vigorosa crítica a la ortodoxia intervencionista vigente en Washington, tanto entre los demócratas como entre los republicanos, no tiene equivalente en el Reino Unido.
Desde The Guardian hasta The Telegraph, pasando por The Economist, los grandes diarios ridiculizan a las fuerzas rusas harapientas y celebran a Ucrania con tanto afán que alimentan la idea (o la ilusión) de una victoria inminente.
La clase dirigente británica hace un frente común cuando, en Estados Unidos, altos funcionarios del Pentágono orquestan regularmente filtr ciones para combatir la influencia de los “halcones” de la NSA y del Departamento de Estado (15). Detodo eso resulta una imagen deformada de la guerra, pero también una falta de reflexión política.
En lugar de “hacer cae! el régimen de Putin, como lo habían prometido sus promotores, las sanciones con Moscú contribuyeron sobre todo a una grave degradación de la coyuntura económica británica y, particularmente, a un aumento de los precios de la energía entre los más vertiginosos de Europa Occidental.
El proyecto de presupuesto reducido elaborado en septiembre de 2022 para remediar ese estado de cosas llevó a una venta precipitada de bonos del gobierno que no debilitó el rublo, pero que sí volvió prácticamente insolventes los fondos de pensión británicos, ehizoescalar las tasas de interés al punto de que debió intervenir el Banco de Inglaterra.
Después dela renuncia de Truss y lapartida de su gobierno, el nuevo canciller del Échiquier (el ministro de Finanzas) anunció recortes suplementarios en el presupuesto, lo que provocó un auge de movilizaciones de empleados del sector público cuyo salario promedio no se había movido desde 2008.
Las decisiones presupuestarias militar dependerán de la próxima “Revista Int grada”, pero el ministro de Defensa ya hiz saber que, con 72.000 hombres, el Ejército británico tenía apenas la cantidad de efectivos justa como para “hacer algo de ejerci En Sky News, el 17 de octubre de 2022, Tobias Elwood, presidente de la Comisión de Defensa de la Cámara de los Comunes, calificó los acontecimientos recientes como “la peor crisis desde Suez”. La compara ción con la expedición militar de 1956, que desplomó la libra y provocó la renuncia del primer ministro Anthony Eden, da que pensar.
Porque si Suez enseñó a los británicos transigircon la hegemonía estadounidense, medio siglo después de haberse tomado la lección muy apecho, ¿puede el Reino Unido resignarse a una situación de dependencia aun Schlesinger, A Thousand Days. John E. Kennedy inthe White House, Houghton Mifiin Company, Londres, 1965. Davis, “Les relations anglo-américaines etla on europécnne Vassaut de la forteresse européenne”, Revue frangaise de civilisation britannique, Volumen N*1,2002, 3. Roman Romaniuk, “From Zelensky's'surrender'to Pur going”, Prvada, Kiev; Fiona Hill, “The World Putin Wa "Nueva York septiembreoctubre de20: Economist, Londres, 11-9-22.5. Véase Mare Endeweld, “Los fracasos diplomá de Macron", Le Monde Buenos Aires, abril de 2022 6, Véase Wolfgang! dela era pos-Merkel”, Le Monde diplomatigue, Cono Sur, fcbrero de 2022. Del mismo autor, en el blog también "Pipe 7. Perry Anderson, World, Verso, Londres, 2009. Las elaves de una gu Diplomatique. 9. WolfigangStrecek, “The EU After Ukra Affairs Journal, Vol. Denville, verano boreal de 2022 10. Martine Bulard, “Deliriosath Monde diplomatique, edición junio de 2021 M1. “Atthe Top Table”, London R Books Vol. 44,12. Véase Philippe Leymarie, Le Monde diplomatique, edición chilena, marzo 13. Duncan Campbell, The Unsinkable Airerafi Carrier: American Military Power in Britain, Michael Joseph, Londres, 1984,14. Keir Starmer, “Labour's commitmentto NATO is The Guardian, Londres, 10-2-22. Véase también Matt Kenard, US EmbassyBacked Group Cultivatingthe British Left”, Declassified UK, 24-11-22,15. Peter Baker, “Top General Urges Diplomacy in Ukraine While Biden Advisers Resist", The New York Times, 1011-22.16.
George Grylls, “UK has deep! vulnerabilities, admits defencesccretary”, The Times, Londres, 25ques :Lecheval de Troieá urrender: how the negotiations with Russia are 5-22, también torial enlos Sueños American os'Cinco Ojos'ahoramiran Universidad de California, Los Ángeles Traducción: Pablo Rodriguez