Autor: FERNANDO MARAMBIO
La verdadera pasión que arrebata a La Gringa de Mega
La verdadera pasión que arrebata a La Gringa de Mega FERNANDO MARAMBIO esde que comenzó a prac )ies: Marianne Schmidt se enamoró del voleibol.
En su vida ha cambiado de ciudad, centro de estudios y estado civil, pero nunca se ha extinguido su deseo de golpear la pelota. "No te voy a dar pistas para que calcules mi edad, pero he jugado por más de 25 años. Es mi pasión", asegura la periodista y rostro matinal de Mega conocida por sus compañeros como La Gringa. Ahora integra un equipo de apoderados del colegio de su hijo en el Colegio del Sagrado Corazón de Apoquindo, en Las Condes. "Formamos un grupo espectacular. Entrenamos una espectacular.
Entrenamos una "Me muero sin voleibol", dice la periodista matinal Marianne Schmidt La verdadera pasión que arrebata a La Gringa de Mega Cuenta que juega casi sin parar desde el colegio, pese a dolorosas lesiones. '"Soy buena para gritar, para arengar a mis compañeras", dice. tobillos y las rodillas. Hace un año estaba en pleno partido y siento como si alguien me hubiese pateado en los gemelos. Pero no había nadie. Sentí dolor, grité, no podía caminar y me enamoré", recuerda. Al viajar a Concepción a estudiar en la Universidad del Desarrollo, se las rebuscó para seguir jugando. Así se sumó a las filas del Deportivo Alemán vez a la semana y competimos me llevaron a la clínica. Había de esa ciudad. Marianne los fines de semana en campeotenido un desgarro profundo en Luego Marianne se trasladó es le natos o jugamos amistosos", el gemelo derecho". a Santiago a realizar un maesguinzado afirma. De hecho, se están La lesión causó que Schmi gister en la U. Católica.
Pasó cinco dedos preparando para un torneo con dt debiera usar una bota que un año y medio sin club, extrads otros equipos de la zona oriente la acompañó a su regreso a ñando las canchas, hasta que tobillos y las de Santiago para las próximas Mega. "Estaba súper triste", consiguió una camiseta en el rodillas. semanas.
Asegura que por su estatura (1,73 metros) juega en una posición llamada central, cuya labor es remachar o bloquear los tiros del rival junto a la red. "Me encanta este deporte porque es un juego de equipo en que todas las piezas son importantes. Yo le pongo mucho empeño, pero además por mi carácter soy buena para gritar, para arengar a mis compañeras", sostiene. Además, están las delicias que regalan los terceros tiempos, instancias de camaradería. ¿Se ha lesionado mucho con tanto pelotazo? "Claro, varias. Me he esguinzado cinco dedos, ambos recuerda, pero su compañero José Antonio Neme le subió el ánimo: "Me vio así y me tomó en brazos". El deporte tuvo que esperar unos tres meses. Antes de ello vino una recuperación con kinesioterapia que resultó particularmente aburrido para la periodista. Pilas cargadas Marianne Schmidt recuerda que de niña realizaba gimnasia artística, pero al crecer su estatura le hizo difícil continuar con esa delicada disciplina. En segundo medio probó el voleibol en su colegio, el Liceo Alemán del Verbo Divino de la ciudad de Los Ángeles, en el Bio Bio. "Y equipo de voleibol del Duoc. La vida fue pasando. Schmidt se casó y tuvo 3 hijos, que hoy tienen entre 10 y 16 años. En el colegio de ellos encontró, hace 13, su actual club. "El deporte me hace feliz, mis compañeras también. Me muero sin voleibol, sin una actividad física. Entrenamos a las 7.30 PM en las tardes y terminamos a las 9.30 PM. Llego a mi casa con todas las pilas puestas y ando feliz aunque me tenga que levantar a las 4.30 de la mañana. Para mí es muy importante. En pandemia, con mi equipo arrendamos un lugar para jugar. Cuando llega el verano nos pasamos al voleibol playa", sostiene. bol playa", sostiene. bol playa", sostiene. bol playa", sostiene. AN NV AN NV AN NV CEDIDA CEDIDA. - -