EDITORIAL: TEMAS ECONÓMICOS
- - EDITORIAL: TEMAS ECONÓMICOS T E M A S E C O N Ó M I C O S El mercado laboral es un buen termómetro del funcionamiento de la economía. En ciclos de expansión del producto interno, la creación de empleo se acelera y los niveles de desempleo se ajustan a la baja. Del mismo modo, fenómenos de estancamiento prolongado impactan directamente sobre los salarios y las oportunidades laborales. Desde esa perspectiva, la preocupante evolución de nuestro mercado laboral es una de las peores caras de los problemas de gestión económica que han caracterizado a este gobierno.
Parece improbable que cifras que en 2024 llevaron a especialistas a hablar de "una emergencia laboral" --los avances desde entonces han sido muy acotados-vayan a ser destacadas mañana, en la última Cuenta Pública, del Presidente Boric. Por el contrario, políticas que explican el letargo laboral serán seguramente celebradas como logros por el mandatario.
Estas incluyen un aumento del salario mínimo al margen de cualquier medida de productividad, una ley que redujo la jornada laboral (40 horas) y una reforma de pensiones que, más allá de las controversias, significa un objetivo aumento en los costos de contratación. Al listado se suma la intención de parlamentarios oficialistas de eliminar el tope de 11años para las indemnizaciones por despido, otro reflejo de una equivocada visión. Estamos así frente a uno de los problemas sociales y económicos más importantes que heredará el siguiente gobierno: una institucionalidad que ha avanzado significativamente en encarecer el empleo formal. Los números reflejan el impacto de aquello. La herencia laboral de Boric El deterioro del mercado laboral emerge como uno de los peores legados de la administración Boric. Impulsar cambios en la institucionalidad que reduzcan los costos de la contratación de empleo formal será uno de los mayores desafíos del próximo gobierno. Las más recientes cifras El último boletín estadístico publicado por el INE evidencia la compleja dinámica que han mostrado la tasa de desempleo y la tasa de participación laboral. La primera da cuenta de la ausencia de oportunidades de empleo para personas que buscan un trabajo, mientras la segunda captura el interés general de la población por desarrollar actividades laborales. En el trimestre móvil febrero-abril de 2025, la tasa de participación a nivel nacional alcanzó el 72,1% entre los hombres y el 52,8% entre las mujeres. Las cifras se comparan con el 72,5% y el 52,8% reportados, respectivamente, en el mismo trimestre móvil de 2024. De esta forma, en doce meses, no se registran avances en esta materia entre las mujeres ni tampoco entre los hombres. Peor aún, para estos últimos la tasa de participación se redujo. En materia de desempleo, las cifras tampoco son alentadoras. A nivel nacional, la tasa de desocupación alcanzó en el más reciente trimestre móvil un 8,8%, reportándose un 8,2% para los hombres y un 9,7% para las mujeres.
Estos porcentajes representan aumentos tanto respecto del trimestre móvil anterior como de igual trimestre móvil de 2024 (8,5% total; 7,8% para hombres y 9,5% para mujeres). Así, en su conjunto, es indiscutible que, al menos en el último año, las tasas de desocupación en Chile no han disminuido. Lo anterior también aplica a distintas regiones del país.
Por ejemplo, en la Metropolitana, dicha tasa, en febrero-abril de 2024, era de 9,2%, y en la actualidad llega al 9,5%. El deterioro es evidente y se traduce en un aumento de más de 37.000 personas desocupadas en los últimos 12 meses en todo el país. Una mirada más allá del año pasado no hace más que confirmar la gravedad de la situación. La última vez que la tasa de desocupación estuvo por debajo del 8% fue en el trimestre móvil octubre-diciembre de 2022. En el caso de las mujeres, la fecha se remonta al trimestre comprendido entre noviembre del 2021 y enero del 2022.
Es más, para este grupo, en los últimos 27 reportes del INE, en solo tres oportunidades la cifra fue inferior al 9%. Creación de empleo: Otra comparación incómoda En cuanto a la creación de empleo bajo la administración Boric, las cifras registran, desde marzo-mayo del 2022 a la fecha, 504 mil puestos de trabajo; de ellos, apenas 20 mil fueron creados en el último año, dando cuenta de una aguda desaceleración en la capacidad de generar trabajo.
Del total, más de 60 mil puestos provienen de la rama "administración pública y defensa", más de 50 mil de "enseñanza" y más de 88 mil de "actividades de atención de la salud humana y asistencia social", categorías todas fuertemente dependientes del empleo público.
Y si bien la creación total de empleo a la fecha se compara algo por encima de la segunda administración Bachelet en el mismo período, está muy por debajo de los más de 830 mil empleos generados entre marzo-mayo de 2010 y abril-febrero de 2013 bajo la primera administración Piñera (una comparación con su segundo gobierno no es pertinente debido al efecto pandemia). En este sentido, el mundo político debe reconocer que el proceso de rigidización del mercado laboral iniciado en Bachelet 2 y extendido con fuerza en el actual gobierno emerge como un factor determinante en la evolución de las cifras.
A esto además ha contribuido con sus votos en el Congreso parte importante de la oposición, situación que hace más complejo y al mismo tiempo más necesario un cambio en la forma en que la política mira el mercado laboral. Inevitable es también recordar cómo parte del empresariado --particularmente algunos gremios-ha sido responsable, ya sea con su silencio o con un apoyo explícito, del avance de la agenda que ha encarecido el empleo formal. Cabe esperar que los debates que acompañen la próxima campaña presidencial sean la oportunidad para impulsar un cambio de enfoque que a estas alturas urge..