Autor: VALENTINA GONZÁLEZ
LAS FÓRMULAS DE PLAN B que se evalúan ante un triunfo del Rechazo
LAS ALTERNATIVAS Y LOS CAMINOS QUE SE ABRIRÍAN, HACIA EL PLEBISCITO DE SALIDA: PROPUESTA DEL SENADOR JUAN CASTRO: Recurrir a expertos y llamar a un nuevo plebiscito Hace una semana, el senador Juan Castro (independiente, miembro del comité de RN) irrumpió en el debate con una propuesta muy concreta: si en septiembre ganaba el Rechazo, la clave para destrabar la situación debía estar en una comisión de expertos. La idea venía sonando hace ya un tiempo entre parlamentarios e incluso en la Convención; en marzo, el convencional Fuad Chahin había planteado algo similar. La opción se construyó en base ala conversación con académicos de distintas universidades y sensibilidades políticas. La fórmula está redactada, y plantea reformar la Constitución vigente para que —ante un escenario de rechazo a la propuesta de la Convención—, el Presidente pida al Congreso elaborar un nuevo texto en seis meses.
Para esto, el Parlamento designaría una comisión mixta conformada por cinco representantes de la Cámara de Diputados y cinco del Senado, que a su vez convocarían a una “comisión constitucional de expertos” integrada por “académicos de reconocido prestigio del ámbito de las ciencias jurídicas y de las ciencias políticas” que trabajafan en un nuevo proyecto.
La comisión, detalla la propuesta, incluiría a dos especialistas por cada una de las universidades del Consejo de Rectores, y un experto de similares características por cada plantel que noes parte del CRUCh, pero que esté acreditado por al menos ¡ co años en todas las áreas. Los nombres serían propuestos por los respectivos rectores a la comisión mixta, considerando “principios de excelencia académica y paridad”. Ninguno podrá haber sido parte de la actual Convención. PUNTOS MÍNIMOS El proyecto especifica que la comisión de expertos tendrá que considerar “la tradición constitucional chilena” y una serie de requisitos mínimos para el texto que elaboren.
Por ejemplo, deberá declarar que Chile es un tado social e incluir un catálogo de derechos sociales “que reflejarán el deber del Estado de rol activo en la provi- ¡ ón de prestaciones sociales”. También, tendrá que incluir el reconocimiento expreso de los pueblos originarios y la protección de su cultura y costumbres, “que forman parte integrante de la nación chilena”. Otros mínimos apuntan a garantizar la independencia del Poder Judicial, la separación de poderes, la protección de la naturaleza, el reconocimiento y aseguramiento del agua para consumo humano, la equidad entre mujeres y hombres, el derecho a una pensión digna y “la inexpropiabilidad y heredabilidad de los fondos de capitalización individual”. El proceso terminaría sometiendo a plebiscito el nuevo texto, para que la ciudadanía apruebe o rechace la propuesta. EN ESPERA Pese al anuncio, al cierre de esta edición el proyecto de Castro no había ingresado al Parlamento. Otros que podrían sumarse a la opción, pidieron algo más de tiempo. ¿Quiénes? Representantes, dice el senador, de la centroizquierda. “Me piden que esperemos un poco, a que la Constituyente entregue el 4 de julio y que el 5 de julio estaremos conversando.
Yo no lo quiero presentar solo, quiero que sea un proyecto transversal, para que trabajemos por esta tercera vía con responsabilidad y donde nos comprometamos como Congreso, como senadores, a poder trabajar en una nueva Constitución, pero que sea construida con especialistas, con gente ca, que sean juristas del más alto ¡ vel, de tal manera que este trabajo y la casa que queremos construir sea la casa que nos una”, explica Castro. E Mientras distintos sondeos han mostrado el interés de la ciudadanía por explorar otras vías, han surgido propuestas como revisitar el texto de la expresidenta Bachelet, actualizar el de 1925 o elegir una nueva Convención.
En el Congreso las conversaciones no paran y entre parlamentarios circula más de un proyecto para convocar un comité de académicos, idea que ya llegó incluso a manos del Presidente. | REVISAR TEXTOS PREVIOS, INCLUIDO EL DE BACHELET: Académicos, luego Congreso y plebiscito “Le entregué una carpetita y le dije “esto es para quello lea" (... ) Es un proyecto”. Asfle dijo el senador Manuel José Ossandón (RN) al Presidente, aprovechando que se vieron hace unos días en una reunión. El tema del encuentro no era la Convención, así que el comentario de Ossandón fue, como se dice, a la pasada. Luego él mismo lo desclasificaría en “Mesa Central” el domingo pasado, donde insistió en que un eventual Rechazo no implique la contide la Constitución actual, sino “un propara hacer otra Constitución.
Que jalá, esa Constitución nueva tome las cosas de esta Constituyente, del proyecto de Bachelet y de las constituciones anteriores”. ¿ QUÉ TENÍA LA CARPETA? Lo que tiene Ossandón —el contenido dela “carpetita"— es una propuesta de reforma constitucional, que plantea que, si gana el Rechazo, el Presidente convoque a una “comisión académica” encargada de proponer, en cuatro meses, un texto.
Estaría conformada por profesores de derecho o ciencias polí de “reconocido prestigio y trayectoria académica avalada por pares”, nominados de a dos con paridad de género por cada universidad del CRUCh y por cada institución no perteneciente, pero con acreditación en las distintas áreas. Los rectores, como en la iniciativa de Castro, enviarían los nombres.
El texto de los académicos tendría que incluir la declaración de Chile como Estado social, un catálogo de derechos y un rol estatal activo en asegurar la provisión de prestaciones sociales, el reconocimiento de pueblos indígenas y la protección de su cultura, Hasta ahíson los mismos puntos mencionados por Castro, pero el senador del Maule sumaba más. La propuesta sería luego tramitada en el Congreso. Si se aprueba, llegaría al Presidente y el paso final sería un plebiscito.
Ossandón, partidario del Apruebo en el plebiscito de entrada, asegura seguir convencido de que “Chile necesita cambios”. Pero ante el rumbo de la Convención, cuenta que habló con profesores uni los, cuyos nombres prefiere mantener en reserva, para “darle contenido” al Rechazo y continuar el proceso. Académicos se reunieron, explica, “varias ces con antiguos próceres de la Concertación” para así diseñar con una mirada más amplía. “Otro profesor hizo otro proyecto y lo vieron con Juan Luis Castro (PS) y con Juan Castro en forma separada”, agrega.
Consultado, el socialista descarta tener o haber tenido un proyecto. ¿Por qué Ossandón no ha presentado el suyo? Quiere que se impulse de forma transversal, por lo que pide a la centroizquierda que se atreva: “Hay que hacer un llamado ala generosidad.
Está en riesgo el futuro de Chile, esto no es para darse HACER OTRO INTENTO Vamos de nuevo: otra Convención, pero 2.0 En el abanico de terceras vías que se han conversado en los últimos meses hay de todo, pero una pregunta en particular divide las aguas y permite agrupar, si se quiere, las propuestas: en qué cancha queda la pelota, si en la del “poder constituido” o, nuevamente, se deja la potestad constituyente en un órgano como la Convención.
La mayoría que en 2020 optó por un órgano redactor 100% elegido —versus una Convención Mixta, con parlamentarios— es un recuerdo que sigue bien fresco y es, según comentan expertos y parlamentarios, un dato que no se puede olvidar. Y, por lo tanto, habría que pensar en qué reacción podría tener la ciudadanía sí la misión de impulsar los quedara, por ejemplo, en el Congreso. En todo caso, también hay quienes creen que la experiencia de los últimos meses hasta podría matizar un poco esas opiniones. Detodos modos hay quienes han apostado por activar una versión 2.0 del actual proceso, si es que en septiembre se impone el Rechazo.
Uno de los que recientemente se sumó a esa alternativa es el senador Jaime Quintana (PPD), uno de los hombres clave del Acuerdo por la Paz, que hizo viable el camino que hoy transita la Constituyente.
Entrevista con La Tercera este mes dijo que “el mejor mecanismo”, para él, sería convocar a una Convención Constitucional, “pero tomando en cuenta las lecciones aprendidas”. Así, Quintana proponía “un plazo realista”, voto obligatorio para elegir a los nuevos convencionales, “equipos profesionales del más alto nivel y donde los partidos políticos jueguen el rol que les corresponde”. Entre especialistas y en el mundo político, varios creen que esta vía difícilmente replicaría con exactitud las reglas que tuvo la elección de constituyentes de mayo del año pasado, que permitieron, por ejemplo, una inédita irrupción de independientes. La opción de conformar un nuevo órgano redactor ha sido sondeada. La medición de la UDD hecha esta semana (ver página 9) muestra que entre aprobar el borrador de la Convención y convocar a una nueva, mediante otro proceso de elecciones, un 54% preferiría lo segundo.
Sin embargo, el apoyo sería mayor (59%) cuando la segunda alternativa que se oftece esla de conformar una comisión de expertos de distintas áreas para que escriban una LA APUESTA DE GASPAR RIVAS (PDG): Rechazar para reformar, vía mensaje presidencial En marzo, cuando el debate sobre una eventual tercera vía comenzaba a sonar, el diputado Gaspar Rivas (Partido de la Gente) fue el primero en lanzarse con un proyecto de ley orientado al plebiscito de salida. Una decisión que para algunos tuvo más de impaciencia que de audacia, pueslo firmó solo, ysienalgo coinciden los parlamentarios que hoy están pensando en alternativas es que tener “agua en la piscina” antes sería clave.
En la propuesta que ingresó, el parlamentario —que asegura haber votado Apruebo enel plebiscito de entrada— argumenta que los chilenos no querrían “saltar al vacío, pero al mismo tiempo tienen claro que las cosas 'no pueden seguir como han estado”. La alternativa que propone consiste en 'modificar la papeleta de septiembre.
La pregunta, dice su moción, debería ser “¿ Qué desea hacer ante la propuesta de nueva Constitución?”, con dos opciones: Apruebo, como se contempla hoy, y luego, en lugar de Rechazo, plantear la expresión “Desechar, reformando la actual Constitución”. Ganara la segunda opción, el siguiente paso sería que el Presidente, dentro de los tres meses posteriores ala proclamación del resultado del plebiscito, envíe al Congreso un mensaje para una reforma constitucional que modifique o introduzca, a lo menos, una serie de temas: derechos sociales, recursos naturales, endeudamiento, medio ambiente, igualdad de género y pueblos originarios.
La semana pasada, en el programa online “Bad Boys”, Rivas ahondó en el tema: “Yo porlo menos no voy a aprobar, pero surge la idea ¿ con qué nos quedamos si recha: mos? Con el texto constitucional actual. Puede ser sujeto a modificaciones, a reformas. Pero van aser reformas inorgánicas, de picoteo, por aquí y por allá, y no se va a resolver con eso la situación”. El avance del proyecto, en todo caso, no se ve fácil. Pasó a la comisión de Constitución de la Cámara, liderada por Karol Cariola (PC), y ahí sigue sin moverse. VIAJE EN EL TIEMPO: Desempolvar la de Bachelet o volver a la de 1925 También hay quienes piensan que la respuesta podría estar en el pasado.
Para algunos, en nuestra historia reciente: así como Ossandón, otros en la centroizquierda y centroderecha han mirado el proyecto elaborado en el gobierno de la expresidenta Michelle Bachelet, del cual se destacan cualidades como la amplía participación del proceso y el énfasis que ponía en los derechos sociales. Para otros, habría que mirar más atrás.
Fue en una columna publicada en las páginas de e medio donde, el domingo pasado, Alfredo Joignant y Carlos Meléndez propusieron que en un escenario de Rechazo se revisite la idea que hace unos seis años planteó Arturo Fontaine: volver a la Constitución de 1925. Esa no tiene nada de azaroso, explicaban los académicos de la U.
Diego Portales, pues “se trata del último texto que gozó de legitimidad por parte de lo esencial de los diversos mundos políticos (... ). Como se sabe, se trata de una Carta que envejeció muy bien”. Obviamente, reconocían, los años pasan y necesitaría algún barniz de modernidad. Habría que difundir sus contenidos y luego realizar un nuevo plebiscito con dos preguntas. La primera consultaría alas personas o rechazan volver a la Constitución de 1925, y la segunda, si quieren o no entregar al Congreso las facultades para “proyectar” el texto alos nuevos tiempos. Esto implicaría ajustes en temas como el reconocimiento de identidades o las instituciones políticas y económicas. WM