Autor: Carlos Eduardo Ibarra Rebolledo Académico Pedagogía de Educación Media en Historia y Geografía Universidad San Sebastián
TERREMOTO DE 2010
Señora directora: Para nadie que viva en la zona del Biobío, le es ajeno el recuerdo del terremoto de la madrugada del sábado 27 de febrero del 2010. Hace 10 años, a las 03:34 horas, un violento sacudimiento de tierra, acompañado de un fuerte ruido subterráneo, afectó una zona que abarcó desde Valparaíso hasta Valdivia. Es la llamada zona de ruptura por los sismólogos, y tuvo como epicentro la costa de Cobquecura. La magnitud ha sido consensuada en 8.8". Los efectos del sismo fueron inmediatos: al shock inicial, vino la reacción natural de sobrevivir.
Confiados en una institucionalidad considerada seria hasta ese momento, las autoridades hacían desesperados llamados a la calma, pero vino poco después lo impensado: un violento maremoto inundó y arrasó con calles de Talcahuano, Penco, Dichato, Constitución e lloca, y sectores de las comunas de Coronel, Lota y Arauco. Además, se sumó poco después la isla Juan Fernández, sector Robinson Crusoe. Como consecuencia, 525 compatriotas fallecieron y hubo 23 desaparecidos.
Las pérdidas materiales fueron importantes (sobre todo en zonas rurales, donde abunda el adobe, y en sectores costeros), pero no catastróficas, sobre todo gracias alos sistemas de construcción antisísmicos, excepción hecha del recordado edificio Alto Río, en Concepción, o los bloques de departamentos de la comuna de Maipú, en Santiago. El costo total del evento se cifra en US$30.000 millones. Tras esto vino la desesperación comunitaria (simbolizada en los saqueos) a lo que siguió la imposición del orden público con la salida de las Fuerzas Armadas. Fue entonces que se comenzó con el lento y difícil proceso de reconstrucción de infraestructura, siempre acompañado por leves temblores (unos más fuertes que otros) que poco a poco fueron dando paso a la calma. Finalmente, la mayor parte de los edificios afectados fueron reconstruidos, pero hubo otros efectos, más sicológicos, que aún persisten.
Con todo, la población local logró sobreponerse al sismo, que gracias alas redes sociales y medios de comunicación nos es recordado en cada aniversario, para no olvidar que vivimos en un planeta que cada cierto tiempo, cual ser vivo, manifiesta su voluntad de moverse, lo que nos lleva a mirar con humildad nuestra condición de seres finitos, en un mundo donde pareciera que lo humano es lo superior, una actitud de franca soberbia, pero que, ante las fuerzas de la naturaleza, nada puede hacer.
No obstante, estudios recientes nos brindan la esperanza de poder adelantarnos a estos eventos en algunos minutos, que pueden ser vitales, basados en el análisis de factores asociados a los sismos (como la liberación de cierto tipo de mo interno del planeta), algo que está siendo elaborado por el físico chileno Enrique Cordaro que, esperemos, tenga buenos frutos en un futuro no lejano, lo que podría ayudar a prevenir desastres y descoordinaciones como las vividas hace una década en nuestros (sub)suelo y mar.