Putin y un escenario incierto
Te insto a que estés a mi lado te pido que compartas la rabia conmigo.
Rabia, ira, odio hacia quienes se atrevieron a matar nuestro futuro”. De esta forma, y a través de un video grabado de poco más de un minuto, la viuda de Alexei Navalny, Yulia Navalnaya, hizo hoy un llamado a los opositores rusos a continuar su lucha contra el régimen de Vladimir Putin.
La muerte de Navalny —quizás el más connotado de los disidentes del gobierno de Putin— hace tres días en extrañas circunstancias al interior de la cárcel donde estaba purgando una pena de más 20 años, abre por estas horas un contexto de incertidumbre en el escenario político ruso de difícil pronostico.
Porlo pronto, estará por verse si habrá alguna luz de verdad en torno a su uerdo a la versión oficial delas autoridades penitenciarias rusas, la muerte del opositor habría ocurrido luego de una caminata tras la cual perdió el conocimien10. No hay nadie en Europa occidental y Estados Unidos que crea semejante relato. Hoy Navalnaya responsabilizó directamente a Putin de la muerte de su marido. Navalny (de 47 años) fue detenido en enero de 2021 apenas puso un pie en el aeropuerto de Moscú.
Hasta ese momento había “La muerte de Navalny —quizás el más connotado de los disidentes del gobierno de Putin— (... ) abre por estas horas un contexto de incertidumbre en el escenario político ruso de difícil pronostico”. Estado convaleciente en Alemania luego de sufrir un ataque químico con el llamado “novichok” (una neurotoxina desarrollada con fines militares en la antigua Unión Soviética durante los años 70, que puede ser administrada en polvo o en aerosol y que provoca el colapso de las principales funciones del organismo). A juicio y condenado a 19 años por “apoyar el extremismo” —incitación, organización y financiamiento—, a los que se sumaba otra condena anterior de nueve años por un supuesto fraude.
Primero, fue enviado a una cárcel a más de 300 kilómetros de Moscú, y luego a un centro de reclusión en el círculo polar ártico (con temperaturas inclementes) y a unos 1.900 kilómetros al noreste de la capital. Desde al menos 2009 Navalny se había convertido en el líder de la oposición extraparlamentaria a Putin.
A partir de fuertes cuestionamientos a la corrupción del régi—por ejemplo acusó que Putin se había mandado a construir un palacio de 1.200 millones de euros en las orillas del Mar Negro— y con un estilo que combinaba cierta sátira con el uso de herramientas tecnológicas como Youtube (sus videos contaban con —literalmente— millones de visitas), se convirtió en una verdadera piedra en el zapato para el presidente ruso. Como recordó en las últimas horas el diario «El País», varios de los documentales de denuncia producidos por Navalny fueron retransmitidos por los principales canales de televisión occidentales. Con o sin Navalvy es obvio que Putin será reelecto como jefe de Estado en las próximas elecciones de mediados de marzo.
Sin embargo, la muerte del opositor va más allá: generará una larga mancha de la que el régimen ruso apenas podrá apartarse (lo que sin duda arrastrará a no pocos de sus defensores, incluidos los de América Latina), y abortará en el mediano plazo el intento (tímido claro está) de construir una alternativa liberal en un país que históricamente ha estado acostumbrada a los liderazgos autoritarios.