Autor: Ricardo hetamal Ortz/ Abogado, Magister UC
LA SERENA DE AYER
Resulta penoso constatar el deterioro del casco antiguo de La Serena. Me remonto a fines de la década de los 60' y comienzos de los turbulentos años 70'. En esos años, la ciudad era muy distinta a la de ahora. La Serena tenía un ritmo pausado donde todos éramos conocidos, amigos o compadres.
Donaldo López de Maturana, médico y Mario Rodríguez Órdenes, periodista, son dos serenenses de tomo y lomo, que ya lejos de su ciudad, están escribiendo unas Crónicas de los 60' y principios de los 70', que esperan publicar durante el año o principios del 2023. Será un homenaje a la ciudad en que crecieron y que llevan en la memoria del corazón. Les compartimos un avance del relato. “Algunos años de mi infancia los pasé en calle Cordovez 666, donde actualmente se yergue el primer caracol que hubo en la ciudad. Era la casa de mi abuelo Arturo, antiguo comerciante. Siempre consideré esa calle como mía, un lugar de juegos y amistades. Luis Sepúlveda Martínez, Mauricio Ocaranza y Carlos Cisternas Lamas fueron amigos inolvidables. Había comerciantes de distinta procedencia.
Recuerdo a don Renato San Juan de la zapatería, a José Kanacri, a Aldo Montroni con sus inolvidables pizzas y empanadas; Las dos chauchas, el bazar Glamour que también era un centro de fotografías de Héctor Vega. En la esquina con Cienfuegos estaba la camisería La Florida de la familia Ventura. Cruzando Cienfuegos, estaba la heladería de don Ernesto Lettura, e inmediatamente al lado había un negocio de galletas finas que venían en cajas metálicas. Ernesto Lettura era un señor algo enojón, que era disonante con la dulzura de su esposa, la señora Aida. Bajando por Cordovez, a mitad de cuadra, antes de llegar a O”Higgins, había un pequeño negocio de telas, a su dueño se le conocía como Josesito. Recuerdo que atendía solo y su local estaba repleto de conos de género. Con los años, cuando Josesito ya era algo mayor, fue a Siria a buscar una novia y se trajo una muchacha muy joven.
La historia no terminó bien y finalmente volvió a su país de origen”.. . La Serena una ciudad amigable... Ahora, cuando cae la noche no me atrevo a andar por el centro que alguna vez fue tan cercano y seguro. ¡Como añoro mi antigua calle Cordovez!