Autor: HARALD BEYER Escuela de Gobierno, UC
CARTAS: Futuro educativo en riesgo
Señor Director: Tengo una discrepancia profunda con Carlos Williamson respecto de la evidencia utilizada en el debate sobre las exigencias de acceso a pedagogia. Su inclusión en la Ley 20.903 descansó en la experiencia comparada: buenos sistemas educativos seleccionan a sus profesores entre jóvenes de mayores aptitudes académicas. Ese esfuerzo es respaldado por la evidencia especializada, porque esos docentes agregan más valor a sus estudiantes. Las nuevas exigencias aún no se han aplicado en Chile. Ha regido una norma transitoria que no cambió demasiado las exigencias respecto de las vigentes en la admisión 2016; luego la PAES las redujo. Por eso, una gran parte de la reducción de matrícula hasta 2022 tiene otras causas. Por un lado, el cierre de programas que no fueron acreditados y, por otro, incarporación de universidades que estaban fuera del sistema único de admisiones. Asimismo, el Consejo Nacional de Educación publica la matrícula de pedagogía desagregada por admisión regular y no regular. La caída en la segunda matrícula antecede a la regular otros factores en juego. Para sostener la idea de un déficit docente, Williamson acude a un estudio de Elige Educar que la propia institución declara desactualizado. Así, una revisión para la educación parvularia ha concluido que el déficit para 2030 sería un 60% inferior al original. Los nuevos números son pequeños y después de las cifras de natalldad de los últimos años seguramente aún sobreestimados.
En educación escolar, el número de profesores en ejercicio ha subido casi un 50% en 15 años y los alumnos han retrocedido un 5%, tendencia gue continuará en los próximos, Más de 40 mil docentes han abandonado las aulas en los últimos seis años. Reencantarlos es posible, Así, la evidencia no avala la idea de que existe un déficit docente que no pueda gestionarse.
Por último, el estudio que cita Willlamson, del que es coautor, contiene interesantes correlaciones, pero de él no se desprende que sea inconveniente, desde el punto de vista del interés de nuestros niños y jóvenes, mantener altas exigencias de acceso al estudio de pedagogía que, por lo demás, se definieron hace casi una década, suficiente tiempo para prepararse para ese desafío,