¿ Qué hay tras el antiextractivismo?
Chile es y será un país minero y, como tal, tiene obligaciones medioambientales. Innovaciones tecnológicas, inversión privada y una regulación moderna son esenciales para cumplirlas. Frente a ello, la ideología antiextractivista que impulsa una parte de la izquierda refleja oportunismo, más que responsabilidad.
Uno delos pilares políticos de las administraciones de izquierda que hoy gobiernan América Latina es la dura crítica frente a lo que definen como un dañino “extractivismo”. En Colombia, el Presidente electo, Gustavo Petro, planteó que en TEMAS ECONÓMICOS 2022 no habrá contratos de exploración petrolera.
En Chile, el programa del Presidente Boric afirma que “es urgente detener las fuerzas del extractivismo”. Mientras, en Perú, la administración del Presidente Castillo ha cuestionado la propiedad privada de las empresas mineras Y es precisamente en este sentido que las críticas a un supuesto sistema extractivista extremo, sin valor agregado, esconden una dimensión ideológica más profunda. más Estado, menos privados unobjetivo clave delaizquierda radi«al es elevar la intervención del Estado en todo ámbito. Para esto, la modificación de derechos de explotación o inclusola climinación de la participación privada en ciertos sectores es parte de la agenda de varios de la región. Y enla identificación de esos sectores, la minería aparece como candidata tural. Históricamente, inversiones privadas han permitido su desarrollo, generando empleos y entregando milloarios recursos a los erarios fiscales.
Un ideologizado embate político apunta, sin embargo, a deslegitimar la explotación responsable de recursos naturales por parte del sector privado, asumiendo —sin fundamentos— que el Estado tendría la capacidad para hacer un mejor manejo de ellos.
En la misma línea apunta la utilización estratégica de la problemática medioambiental, por cierto, ayudada por aquellos casos de empresas que, de modo irresponsable, incumplen las normativas o evitan implementar tecnologías que contribuyan a la sustentabilidad. Ello alimenta la retórica contra el extractivismo y en pro del intervencionismo estatal. Tal discurso omite cuestiones fundamentales, como el papel decisivo de la innovación tecnológica como camino para enfrentar la crisis ambiental y la necesidad indispensable de inversión privada para avanzar en esa línea. Y es que no existe evidencia de que un Estado gestor en estas actividades tendría mejores resultados, ya sea en términos de generación de valor, productividad o impacto ambiental. Más aún, la experiencia muestra lo opuesto. minerales y el futuro de Chile con un 8% de las reservas mundiales del metal rojo, Codelco es el mayor productor en el mundo. Según la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), entre 2001 y 2020 la producción de la estatal ascendió a aproximadamente 1,6 millones de toneladas al año. La cifra representa el 30% de la producción cuprera local y el 10% a nivel mundial. La empresa desempeña así un papel estratégico en el desarrollo del país y como una fuente de ingresos para el fisco.
De acuerdo con números de la Dirección de Presupuestos, entre 2011 y 2020 aportó anualmente al Estado, por concepto de utilidades e impuestos, el equivalente a un 0,7% del PIB, unos US$ 1.450 millones como promedio cadaaño. A ello se añaden las condiciones propicias de 2021, que impulsaron sus ganancias. Con un precio que promedió los US$ 4,23 la libra —superando los US$ 2,88 proyectados—, la firma traspasó el equivalente a un 1,8% del PIB a las arcas públicas, esto es, unos uS$ 4.900 millones. Lo anterior ilustra algo obvio: Chile ha sido y será un país que depende de las actividades mineras. Los desafíos que ello plantea son múltiples, siendoel impacto ambiental uno de los más importantes. Hacerse cargo con seriedad definirá nuestras posibilidades de crecimiento y desarrollo. Por lo mismo, el aprovechamiento ideológico de las circunstancias no hace más que hipotecar el potencial futuro del país. Desde el punto de vista del Estado, su principal empresa, Codelco, debe continuar los esfuerzos para asegurar la calidad de su gobierno corporativo. Este debe poseer la capacidad para analizar reflexivamente las decisiones estratégicas, con autonomía de los gobiernos de turno.
Pero además el Estado juega un rol insustituible en el diseño de regulaciones modernas y eficaces, que consideren los incentivos para asegurar una producción limpia y ambientalmente responsable, objetivo para el cual la promoción de la innovación privada es esencial Todo gobierno en Chile tiene el deber de maximizar nuestras ventajas comparativas. En este sentido, en una región que cuenta con el 60% de los depósitos de litio del planeta, el país tiene una oportunidad gigantesca que no puede quedar sujeta a improvisaciones. La explotación limpia del litio aparece hoy como una de las más certeras estrategias para aumentar el bienestar de las nuevas generaciones.
Lamentablemente, todo un conjunto de señales, que van desde el borrador constitucional hasta el empeño de la actual administración por crear una empresa nacional del litio, apunta a trabar las inversiones privadas necesarias para alcanzar esos objetivos. De imponerse, las visiones antiextractivistas habrán llevado a Chile a desperdiciar una oportunidad de des rrollo evidente