Autor: Antonio Gil
Héroes olvidados
Uele saber que efectivos de la Armada, equipados con material de última generación, bien alimentados y bien entrenados, estén violentando sin miramientos las modestas viviendas de las comunidades mapuches del sur y disparando contra sus habitantes.
Parece que el tupido manto del olvido nacional cayó sobre la memoria de aquellos cientos de mapuches que lucharon y dieron la vida por Chile, su patria, en las pampas insoladas del norte durante la dos guerras del Pacífico en el siglo XIX.
En el caso de la Marina, el dolor es aun mayor, ya que se olvida que de esas comunidades pobres de la provincia de Arauco salió un día Juan Millaqueo, también conocido como Juan Bravo, de 14 años, quien el 21 de mayo de 1879 se convirtiera en el “niño héroe” durante el combate naval de Punta Gruesa.
Millaqueo, desde la cofa de la Covadonga, y sin perder ni una bala, impidió a los artilleros peruanos de la Independencia recargar sus peligrosos cañones de proa, mientras el buque chileno obligaba a su contrincante a aventurarse en los balo que dado su mayor calado terminó por encallarla. Así Perú perdió, iniciando la guerra, su buque más poderoso.
Ya en Valparaiso, el 23 de junio de 1879, Juan Millaqueo fue recibido en una emotiva ceremonia con estas palabras de gratitud y reconocimiento al tiempo que ceñían en sus sienes una corona de laureles: “En el menor de los héroes de la Covadonga queremos saludar a los marinos del 21 de mayo, que han dado a la patria un día imperecedero. Digno eres, valiente grumete, de la corona de laurel que con regocijo te presentamos, porque tú has probado que en Chile hasta los niños son leones cuando se trata de la honra nacional.
Recibe lo que mereces y permite que un fraternal abrazo estreche tu corazón valiente a nombre de mis compañeros de liceo. ¡Gloria a los valientes! ¡ Salud al porvenir!”. Otra figura imborrable, por su temple y valor en combate, fue Juan Lorenzo Colipí, nacido en 1818 en Purén. Se alistó como voluntario en el Ejército chileno movilizado entre 1837 y 1839 en la llamada guerra contra la Confederación Perú-Boliviana. “La primera lanza de Arauco” fue llamado este combatiente indomable, quien junto a diez hombres del Batallón Carampangue frenó durante diez horas la ofensiva de las fuerzas confederadas en el puente de Llaclla. Toda la noche y el amanecer se batió ese puñado de hombres contra el grueso de las fuerzas enemigas, permitiendo así la reorganización de las tropas chilenas.
En reconocimiento de esa gesta, el Gobierno de entonces decretó un escudo de honor llamado “A los once del puente de Llaclla”. Como ellos, centenares de hijos de Chol Chol, Tirúa o Riñihue y abuelos de las 3.814 comunidades mapuches que hoy se contabilizan en la Araucanía dijeron “aquí estamos” cuando Chile los necesitó.
Y se entregaron con todo a los intereses de un país que hoy no sólo se les muestra hostil, sino que también miente, como ha quedado meridianamente claro con los tongos llamados “Antorcha” y “Huracán”, entre otras pamplinas y embustes impresentables.
LA RECTA PROVINCIA De la provincia de Arauco salió un día Juan Millaqueo, también conocido como Juan Bravo, de 14 años, quien el 21 de mayo de 1879 se convirtiera en el “niño héroe” durante el combate naval de Punta Gruesa.