Autor: Rosa Zamora Cabrera
Andrea Hermans, conservadora-restauradora y museóloga
Desacralizando los museos para que sean entretenidos
Estudiosa y dedicada, oriunda de Talagante, la conservadora-restauradora y museóloga ha liderado varios proyectos en la zona, como la habilitación del Palacio Rioja de Viña del Mar.
Corativas Palacio Rioja de Viña del Mar y la coordinación museológica y redacción del guion museográfico para la Casa Museo Padre Pancho -el misionero capuchino, párroco de Pucón y primer obispo de Osorno, Francisco Valdés Subercaseauxson algunos de los últimos proyectos de la licenciada en Artes y conservadora-restauradora de la Universidad Católica, Andrea Hermans, quien también es magíster en Museología del Instituto Iberoamericano de la especialidad.
Oriunda de Talagante, vivió un tiempo en la zona, luego se trasladó a Concepción y volvió poco antes del 27-F, tras el cual la Unidad del Patrimonio de la Municipalidad de Viña le encargó la gestión de las colecciones en esa situación de riesgo. “Recién ahí conocí las residencias Vergara y Rioja. Quedé muy impresionada por lo arquitectónico y las colecciones, Viña del Mar tiene un potencial de tremendo nivel y tantas personas no lo conocen. Ese es nuestro desafío, desacralizar los museos, convertirlos en lugares entretenidos, divertidos, sacudir esa herencia anquilosada que ahuyenta, los museos deben ser un amigo”, subraya la experta en la disciplina.
L ahabilitación museográfica integral del Museo de Artes DeUSAR Y DISFRUTAR ARCHIVOS Y MUSEOS Estudiosa y dedicada, la experta -que ahora cursa además el Magíster en Historia en la Pontificia Universidad Católica de Valparaísoha desarrollado una vasta labor en la región.
Como que su tesis para el postgrado en Museología estuvo centrada en la formación del Museo de la Inmigración Alemana en Valparaíso, y ha liderado la coordinación de proyectos de nueva museografía para los museos Histórico-Arqueológico de Quillota e Histórico de Placilla de Peñuelas.
En Valparaíso, en tanto, también estuvo a cargo de un reciente proyecto que da acceso gratuito en línea a 400 unidades de documentos originales del destacado periodista, bibliófilo, historiador y escritor, Roberto Hernández Cornejo, redactor de La Unión y conservador de la Biblioteca Santiago Severin, y figura fundamental en la historia del Puerto. “Los archivos son maravillosos, pero menos conocidos y populares que los museos. En ese sentido, Memoria Chilena http://www.memoriachilena.cl/ ha sido un tremendo aporte en la democratización de la información, todos conocen el sitio y lo usan, desde los investigadores académicos a los escolares. Eso es lo que buscamos con otras instancias, como el Repositorio Hernández que acaba de comenzar su poblamiento y ahora buscamos nuevos fondos para que siga creciendo”, agrega. Otro de los destacados proyectos en que participa es el de la casa Museo del Padre Pancho en Pucón.
“No tiene sitio web, pero estamos en gestiones para que la Agrupación Padre Francisco Valdés https: //www.padrefranciscovaldes.cl/ le dé espacio al archivo digital de la Casa Museo en su sitio y así quede a disposición de la comunidad.
Que las personas usen y disfruten archivos y museos es lo que da sentido a nuestro trabajo”. LAS LÁMINAS Y EL POTRERO DE LA CHILA Aunque entró a Licenciatura en Arte atraída la mención en restauración, nunca se ha dedicado propiamente a esa área. “Encontré mi nicho en la conservación preventiva y la gestión de colecciones y, como un camino natural, desemboqué en la museografía. Entré a los museos por la puerta de servicio, desde los depósitos de colecciones a las exhibiciones”, relata.
Andrea Hermans ha volcado un compromiso total hacia su vocación y dice que “así como hay personas que creen en una deidad y siguen una religión, siento que la herencia cultural es mi fe, no tengo explicación de dónde viene, pero sincera y profundamente, es parte de mí, no me imagino haciendo algo diferente a lo que me he dedicado desde hace tantos años y es lo que pienso hacer hasta que pueda.
Es mi compromiso social, es mi contribución al territorio que habito”. Como vivía en el campo, nunca tuvo mayor relación con los museos -estaban mayoritariamente en Santiago y eran difícilmente asequibles-, y calcula que el primero que conoció “debe haber sido el Museo Aeronáutico, porque en mi memoria visual hay un planeador colgando del cielo”. Tampoco era buena para leer, pero sí para mirar las láminas de enciclopedias y diccionarios, que la marcaron profundamente. “Me quedaba pegada mirando los peces de las fosas abisales, los hongos, las serpientes y, sobre todo, el arte rupestre. Las pinturas de las cuevas de Altamira y Lascaux me deslumbraron”, recuerda. Un factor decisivo en la selección natural de su área de interés fue que en el campo de una vecina mayor, La Chila, “salían morteros y piedras horadadas, y eso también me fascinaba.
Yo entré al mundo de la herencia cultural por lo indígena, era un encantamiento este universo tan desconocido, del que yo no tenía idea”. EL APERITIVO DE LAS EXPOSICIONES - ¿ Qué siente frente a la enorme responsabilidad depositada sobre sus hombros cuando se le asigna el cuidado y la conservación futura de tanto patrimonio invaluable? - Me encantan los desafíos, es lo que me motiva.
Lo que más me gusta, es que cada proyecto requiere de la conformación de equipos de especialistas de distintas áreas, arqueólogas, paleontólogos, biólogos, fotógrafas, historiadores, diseñadoras, arquitectas y más, me encanta porque aprendo mucho del trabajo interdisciplinario, me resulta muy gratificante.
He tenido mucha suerte, siempre me he relacionado con gente responsable, profesional y excelentes compañeros de trabajo. - ¿ Qué debería sentir el visitante de un museo cuando se va? - Las exposiciones son un “aperitivo” para despertar el apetito de más, si la persona usuaria queda con hambre y con preguntas, cumplimos el objetivo.