Autor: POR CARDENAL JORGE MARIO BERGOGLIO
“Duc in altum?”: el pensamiento social de Juan Pablo II
Esta conferencia del Card. Jorge Mario Bergoglio realizada en Roma en el año 2003, revela el íntimo nexo que une la mirada de la Doctrina Social de la Iglesia de los papas Juan Pablo II y Francisco. Inédita en español y publicada por Humanitas n. 86, profundiza en el trabajo como elemento clave de la cuestión social. En esta ocasión la recomendamos por su enorme actualidad para comprender la crisis por la que atraviesa la sociedad chilena y los caminos que se abren hacia el futuro. El texto completo está disponible en www. Humanitas. cl.
“Ducin altum” —¡ navegad mar adentro!, “¡ sin titubeos!, jzarpad! ”—. La exhortación de Jesús a Pedro, que Juan Pablo II hace suya para luego transmitirla a nosotros con renovado ardor apostólico, nos anima a adentrarnos en su vasto pensamiento social.
Juan Pablo II es indudablemente el pontífice que más escribió sobre la “Cuestión social”: tres encíclicas, innumerables discursos y homilías, y el per= manente llamado a lo social en todos sus documentos nos sorprenden no solo por la vastedad, sino también por la amplitud de horizontes, la valentía y la profundidad con que el Papa considera toda la doctrina social de la Iglesia y la replantea con un nuevo enfoque y nuevo fervor.
“Navegar mar adentro” en su reflexión nos lleva a los recorridos que el Señor hacía con sus discípulos, instruyéndolos en medio de la rica y misteriosa realidad del lago de Genesaret, simbolo del mundo y de la historia. En el ámbito bien delimitado de Laborem exercens o Sollicitudo rei socialis, vibra toda la doctrina social de la Iglesia en un molde universal y concreto, iluminado por el Evangelio. Y se siente en el aire de mar el perfume que promete una pesca abundante.
Desde el comienzo de su pontificado, el Papa trabajador nos invita a entrar en el lugar donde la vida social del hombre está en juego a fuerza de remos, ahí donde es preciso una y otra vez lanzar las redes al mundo del trabajo y de la solidaridad.
“Duc in altum”: con amplitud de horizontes Comprometerse en la “cuestión social” significa entrar plenamente en la “cuestión Planetaria”. Comienzo con algunas palabras de Juan Pablo II en Novo millennio ineunte (2001): Es notorio el esfuerzo que el Ma= gisterio eclesial ha realizado, sobre todo en el siglo XX, para interpretar la realidad social a la luz del Evangelio y ofrecer de modo cada vez más puntual y orgánico su propia contribución a la solución de la cuestión social, que ha llegado a ser ya una cuestión planetaria (NMI 52). Para el Papa, “esta vertiente ético-social” debe proponerse “como una dimensión imprescindible del testimonio cristiano”. Juan Pablo II tiene la valentía de rechazar como “tentación” una “espiritualidad oculta e individualista”. Su propuesta es una espiritualidad de comunión, una espiritualidad que considera la dimensión social del hombre.
La otra, individualista y oculta, “nunca tendría que ver con las exigencias de la caridad, ni con la lógica de la Encarnación y, en definitiva, con la misma tensión escatológica del cristianismo”. Ciertamente, si bien la esperanza del cielo “nos hace conscientes del carácter relativo de la historia, no nos exime en ningún modo del deber de construirla.
Es muy actual a este respecto la enseñanza del Concilio Vaticano 11: “El mensaje cristiano no aparta a los hombres de la tarea de la construcción del mundo, ni les impulsa a despreocuparse del bien de sus semejantes, sino que les obliga más a llevar a cabo esto como un deber”. “Duc in altum”, en la voz del Papa, es una exhortación que nos consuela y nos anima a navegar mar adentro en el nuevo milenio, y a la luz del Evangelio iluminar la “cuestión social”, que ha llegado a ser ya una cuestión planetaria. “Ducin altum” es una invitación acomprometernos en la tarea de edificación del mundo, y un incentivo para preocuparnos del bien de nuestros semejantes como un deber que surge del Evangelio mismo.
Las etapas fundamentales de la doctrina social en el siglo XX El esfuerzo del magisterio porinterpretar la realidad social a la luz del Evangelio del cual habla el Papa tuvo al Pontífice mismo como principal protagonista.
En Tertio millennio adveniente (1994), Juan Pablo II recuerda las etapas principales del pensamiento social de los pontífices, entre los cuales está el suyo: Además, los Papas a lo largo del siglo, siguiendo las huellas de León XIII, han tratado sistemáticamente los temas de la doctrina social católica, considerando las características de un sistema justo en el campo de las relaciones entre trabajo y capital.
Basta pensar en la Encíclica Quadragesimo anno de Pío XI, en las numerosas intervenciones de Pío XII, en la Mater et magistra y en la Pacem intterris de Juan en la Populorum progressio y en la Carta Apostólica Octogesima adveniens de Pablo VI.
Sobre este argumento yo mismo he vuelto repetidamente: he dedicado la Encíclica Laborem exercens de modo particular a laimportancia del trabajo humano, mientras que con la Centesimus annus he intentado reafirmar la validez de la doctrina de la Rerum novarum después de cien años.
Además, anteriormente, con la Encíclica Sollicitudo rei socialis había propuesto de nuevo en forma sistemática toda la doctrina social de la Iglesia desde la perspectiva del enfrentamiento entre los dos bloques Este-Oeste y del peligro de una guerra nuclear.
Los dos elementos de la doctrina social de la Iglesia —la tutela de la dignidad y de los derechos de la persona en el ámbito de una justa relación entre trabajo y capital, y la promoción de la paz— se encontraron en este texto y se fusionaron (TMA 22). Una espiritualidad del trabajo Considerando los dos elementos de la doctrina social de la Iglesia señalados por el Papa —““la tutela de la dignidad y delos derechos de la persona en el ámbito de una justa relación entre trabajo y capital, y la promoción de la paz”—, en esta breve exposición nos centraremos en la cuestión del trabajo. Lo haremos partiendo de la perspectiva de la “espiritualidad del trabajo”. Quiero explicar el motivo de esta opción.
En Novo millennio ineunte, esta espiritualidad nueva, solidaria, de comunión, de la cual habla el Papa, tiene una evidente concreción en lo que él define como “espiritualidad del trabajo”. Gran impacto tuvo el encuentro de los trabajadores, desarrollado el 1* de mayo dentro de la tradicional fecha de la fiesta del trabajo. A ellos les pedí que vivieran la espiritualidad del trabajo, a imitación de san José y de Jesús mismo.
Su jubileo me ofreció, además, la ocasión para lanzar una fuerte llamada a remediar Para el Papa, “esta vertiente ético-social” debe proponerse “como una dimensión imprescindible del testimonio cristiano”. Juan Pablo II tiene la valentía de rechazar como “tentación” una “espiritualidad oculta e individualista”. Su propuesta es una espiritualidad de comunión, una espiritualidad que considera la dimensión social del hombre. Duc in altum, et laxate retia vestra in capturam piscium. Et cum hoc fecissent, concluserunt piscium multitudinem copiofam. (“Rema mar adentro y echad vuestras redes para pescar”. Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces. Le 5,4y 6), de Cormelíus Gall, ca.
Los desequilibrios económicos y sociales existentes en el mundo del trabajo, y a gestionar con decisión los procesos de la globalización económica en función de la solidaridad y del respeto debido a cada persona humana (NMI 10). El Papa Juan Pablo el trabajo de manera explícita, exhortando a esta Espiritualidad de Comunión, que aspira a ser el paradigma de la Iglesia del nuevo milenio.
Las características de esta espiritualidad están claramente señaladas: “Espiritualidad de la comunión significa ante todo una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado” (NMI 43). A continuación, el Papa especifica tres ámbitos que debemos “promover” para que haya comunión a la luz de la presencia de Dios en el rostro de cada hombre.
Los definiremos así: * Promover el sentido de pertenencia a un cuerpo: “Espiritualidad de la comunión significa, además, capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por tanto, como “uno que me pertenece”, para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad.
” (NMI 43) * Promover una visión que valorice orgánicamente: “Espiritualidad de la comunión es también capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: un “don para mí”, además de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente.
” (NMI 43) * Promover el concepto de dar espacio al otro y no de dominar espacios: “En fin, espiritualidad de la comunión es saber “dar espacio” al hermano, llevando “mutuamente la carga de los otros” (Ga 6,2) y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos asechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias.
” (NMI 43) Nos parece que esta espiritualidad de comunión, con múltiples resonancias en cada ámbito concreto de la vida eclesial, tiene un sabor especial si la aplicamos a esa espiritualidad del trabajo a cuyo cultivo el Papa Juan Pablo Il invitaba a los trabajadores. También debemos señalar, entre paréntesis, que comunión y trabajo son las dos realidades que en el documento subrayan la espiritualidad. El trabajo, clave de la cuestión social. Veamos por qué. Preguntémonos: ¿ cuál es la concepción de Juan Pablo! en relación con el trabajo humano? Todos sabemos que Redemptor hominis, su primera encíclica (1979), era programática. El Papa consideraba necesario partir del hombre, de ese hombre cuyo sentido profundo y final se encuentra únicamente en Jesucristo, Redentor del hombre.
Dos años después, en 1981, Juan Pablo II publicó Laborem exercens, otra encíclica programática, que dedicó “al hombre” en el vasto contexto de la realidad del trabajo: Deseo dedicar este documento precisamente al trabajo humano, y más aún deseo dedicarlo al hombre en el vasto contexto de esa realidad que es el trabajo.
Enefecto, si como he dicho en la Encíclica Redemptor hominis, publicada al principio de mi servicio en la sede romana de San Pedro, el hombre “es el camino primero y fundamental de la Iglesia”, y ello precisamente a causa del insondable misterio de la Redención en Cristo, entonces hay que volver sin cesar a este camino y proseguirlo siempre nuevamente en sus varios aspectos en los que se revela toda la riqueza y a la vez toda la fatiga de la existencia humana sobre la tierra (LE 1). Así, subrayamos ante todo la visión del Papa que nos habla de una espiritualidad que “comienza y prosigue” en el camino del hombre: de un hombre —y lo subrayo— in'merso en el misterio de Jesucristo Redentor; no de un hombre puramente en su dimensión vertical, sino de un hombre contextualizado en la realidad y en la historia desde el punto de vista del trabajo. ¿Por qué esta importancia del trabajo? ¿ No serían más importantes otros valores, como el de la solidaridad y de la paz que supone la * CONTINÚE LEYENDO EN WWW. HUMANITAS. CL.
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