Pinocho vuelve al origen
PUBLICADO POR LA POLLERA EDICIONES La versión de 1883: Francesca Barbera Kipreos ha hecho clases sobre literatura de los siglos XIX y XVIII, clásica y medieval. A portada del libro muestra la corteza de un árbol en tono rojizo y, sobre ella, en líneas doradas visibles desde ciertos ángulos, la figura de Pinocho.
No es la imagen que, probablemente, la mayoría de los niños y los adultos tenemos en mente: la que Walt Disney inmortalizó y masificó con su película estrenada en 1940, hoy convertida en un clásico y considerada por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos “cultural, histórica y estéticamente significativa”. Tampoco, claro, es la que aparece en las películas del ogro Shrek, donde Pinocho, como otros tantos personajes de la literatura infantil, es caricaturizado. El dibujo que se reproduce en esta edición de Las aventuras de Pinocho.
Historia de una marioneta es el que realizó el ingeniero Enrico Mazzanti (18501910) para ilustrar cada semana la Storia di un Burattino, que el periodista y escritor Carlo Collodi (18261890) publicó en 1! Giornale dei Bambini, el primer periódico italiano para niños, durante 1881 y 1882. En 1883, los textos y dibujos de estos dos artistas florentinos se reunieron por primera vez en un libro. Revisitar los clásicos Sobre esa edición original trabajó la lingúiista Francesca Barbera Kipreos para realizar esta nueva traducción al español que ahora publica editorial La Pollera, trayendo así de vuelta al “verdadero” Pinocho. Nosolo en el cine han adaptado la historia y la imagen de la famosa marioneta: también la ópera, el teatro, el ballet y otras artes se han inspirado en ella.
Y si bien se calcula que el libro ha sido traducido a más de doscientos cincuenta idiomas y dialectos y es uno de los más vendidos de todos los tiempos, son innumerables las versiones escritas que se han hecho a partir del relato de Collodi, pero desvirtuando muchas veces su sentido o suavizando la oscuridad que encierra el relato, en el que la magia se combina con situaciones disparatadas y absurdas, episodios crueles, muestras de generosidad de algunos personajes o de vil engaño de otros, vida y muerte, ingenuidad y astucia.
“La idea es volver a visitar obras que por la forma en que se masificaron, ya sea por audiovisuales de Disney o por simplificaciones para niños, nunca fue= ron leídas en sus formas originales”, exe plica Nicolás Leyton, editor de La Polle= | ra. Antes publicaron Peter Pan y Wendy, de]. M.
Barrie, y aunque no se trata de una colección dentro del sello, dice que “si hay algo que podría definir esta línea” es visitar esos clásicos “de la mano de un traductor que propone también un lenguaje más cercano al que uno conoció con varias traducciones ibéricas”. La primera fue de Editorial Calleja, en 1912, aunque hubo una traducción anterior, realizada en Florencia en 1900, título de Piñoncito o las aventuras de un títere.
Licenciada en Letras Inglesas de la UC y magíster en Estudios de la Era Moderna de University College London, Francesca Barbera cuenta su experiencia con este clásico: “Lo leí por primera vez cuando era chica, pero creo que fue una adaptación, porque tengo el recuerdo de Pinocho como una figura muy sosa.
Luego lo volví a leer ya más grande, cuando conocí Marcovaldo, de Italo Calvino, y supe que Collodi había influido en él” Ahí, efectivamente, descubrió otro Pinocho: “Esa segunda lectura me impresionó mucho; era un libro que tenía la gracia de ser a la vez muy complejo y muy fácil de leer, lo que no es tan frecuente.
Me sorprendieron la combinación rara de fábula y realismo, la voz intrusiva del narrador y la libertad para imaginar personajes y situaciones absurdas, sobre todo porque me había quedado con la idea de Pinocho como un cuento muy compuestito y correcto, lo que no es verdad.
Ya con saber que Pinocho mata al Grillo con el mango de un martillo en las primeras páginas queda claro que no lo es”. Con esta traducción también conocemos episodios tétricos, como cuando el Zorro y el Gato, disfrazados de bandidos, cuelgana Pinocho; o inquietantes aspectos del Hada de cabellos azules. O que el animal marino que se traga a Gepetto y luego a Pinocho no es una balleha, sino un tiburón. “Las situaciones que cambian suelen ser adaptaciones no hechas por Collodi”, señala Francisca Barbera, y explica cómo resolvió este último punto. “Es el cine el que introduce la figura de la ballena, primero en 1911 y luego en la adaptación de Disney, donde aparece como Monstro la Ballena.
En ese caso se aprovecharon del nombre del monstruo: en italiano, tiburón se dice pescecane, que también se puede traducir creativamente como dogfish o “pez perro! para enfatizar su naturaleza monsútruosa y no definirlo como una especie en particular.
Yo no elegí ese camino, porque existe una especie que se llama pez perro en español, pero no está ni cerca de ser tan grande como para poder tragarse un tren entero, como dice el libro”. Máximas para niños y adultos Para Francisca Barbera, “Pinocho es un libro desconcertante”, según escribe en el prólogo. Y, por lo mismo, es difícil de clasificar. Si bien los cuentos de hadas suelen ser crueles en sus versiones originales y también tienen un final feliz, hay elementos que lo distancian de ese género, así como del relato maravilloso. “Pinocho no me convenció de niño, y menos de mayor. No lo incluí en mi libro sobre literatura maravillosa porque lo encontré... poco maravilloso, y algo moralizante y obvio. Y en mis recuerdos de viejo no le hace compañía a Alicia ni a Kim ni a la Caperucita, que sí están llenos de maravilla.
Peccato! ”, reconoce el crítico Ignacio Valente, autor de No confundir fantástico con maravilloso (Tácitas). Efectivamente, en los 36 capítulos que narran la historia de la famosa marioneta, desde que el maestro Cerezo le regala a Gepetto el trozo de madera parlanchín e irrespetuoso, abundan las máximas de buen comportamiento y los reproches para los niños, y La lingilista y académica Francesca Barbera tuvo a su cargo la nueva traducción al castellano del clásico relato de Carlo Collodi, donde el humor, la risa, el engaño, la muerte y el absurdo hacen parte de la historia de la famosa marioneta. otros que parecen dirigidos a los adultos.
“No te fíes, mi niño, de aquellos que prometen hacerte rico de la mañana a la noche. ¡Por lo general, o son locos o son estafadores! ” o “yo creo que lo mejor que puede hacer un médico prudente cuando no sabe de qué hablar es quedarse callado” o “(... ) si de verdad sientes que mueres de hambre, cómete dos buenas rebanadas de tu soberbia y ten cuidado de que no te dé una indigestión”, por citar solo algunas. Hijo de su época No es extraño que Collodi haya incluido este tipo de frases, y que se divirtiera haciéndolo. Antes de iniciarse en la literatura infantil, recién en 1875, ya era conocido por su novela In vapore (1856) y por sus escritos publicados en periódicos satíricos y políticos, como ll Lampione o Jl Fanfulla. También era autor de satíricos, editados mientras trabajaba en la Comisión para la Censura del Teatro. La ironía y el sarcasmo lo acompañaron desde joven y, al parecer, le entusiasmó expresar sus ideas a través de alegorías y en formas más amables.
“Pinocho aparece pocos años después de la unificación de Italia, cuando el país estaba en pleno proceso de industrialización y consolidación nacional —explica Barbera sobre ese período—. Entonces, necesitaba de una juventud que pasara por la escuela para luego entrar al mundo del trabajo.
Pinocho es parte de eso: no se transforma en un 'niño bueno”, sino en un niño perbene, un niño “de bien' o como se debe”, y esa virtud está asociada a la industria, a ir al colegio y trabajar” LAS AVENTURAS DE PINOCHO Carlo Collodi Traducción de Francesca Barbera, La Pollera Ediciones, Santiago, 2021,191 páginas, $12.000.
Yy “Pinocho” es un libro desconcertante y, por lo mismo, difícil de clasificar. en su libro La bruja debe morir (Debate, 2000), Sheldon Cashdan destaca precisamente la holgazanería como el aspecto central —uno de los “siete pecados capitales de la infancia”— de Las aventuras de Piaquel que “anuda todos los elementos y empuja la trama” en esta “historia de una marioneta que debe superar sus hábitos perezosos para alcanzar su sueño de convertirse en “un niño de verdad””. La laboriosidad es considerada una virtud, y su opuesto, un vicio. “La holgazanería en los niños es mucho más que un asunto individual; alcanza al mismo corazón de la humanidad”, explica Cashdan.
“Trabajando muchas horas, los pequeños contribuyeron significativamenteal bienestar económico, aunque fueran con frecuencia explotados”. En la misma línea, la traductora considera que “somos más viejos que la obra, porque desde el siglo XIX hemos podido comprobar una y otra vez, incluso de forma horrorosa, que el trabajo en sí mismo no humaniza.
Por eso, esa idea de virtud parece a la vez ingenua y amarga”. En clave picaresca Y aporta otra mirada: “Pinocho también puede leerse como una historia de resistencia a esa cultura del trabajo: su protagonista es un pedazo de madera que no quiere ser madera ni cumplir con las funciones de la madera; luego se convierte en una marioneta que no deja que la manejen y que tampoco quiere conformarse a los estándares necesarios para transformarse en un niño.
En ese sentido, se presta para una lectura en clave picaresca según la cual este Pinocho itinerante, igual que el Lazarillo, va revelando las flaquezas y crueldades de la sociedad en que vive”. Al mismo tiempo, destaca lo que, considera, le da vigencia: “Es como si la obra estuviera en continua tensión entre la afirmación y la negación de los valores y expectativas de su mundo, igual que un ser humano cuando crece. Resulta llamativo, por ejemplo, quelos personajes que habitan el mundo de la 'no virtud' sean los más vívidos y atractivos, y que la tan ansiada transformación final parezca romper un encanto.
Para míes precisamente en esa tensión donde radica la vigencia de la historia de Pinocho”. Fue lo que le resultó más difícil de la traducción?—Pinocho es un libro muy coloquial, tiene mucho de oralidad; el narrador está continuamente acercándose a los lectores. Traducir y conservar esa característica de palabra hablada más que escrita es difícil. Al mismo tiempo, es una obra muy italiana, así que surge el problema de conservar la familiaridad de lo coloquial sin perder esos aspectos más italianos que podrían alejar a los lectores más pequeños. Hasta consi deré cambiar “polenta” por “chuchoca” y poner que Pinocho bailaba la “trastrasera”. —¿ Y lo más sorprendente o divertido? —Cada vez que lo leo me río mucho. Me gustan sobre todo los personajes secundarios que, aunque aparezcan solo una vez, son memorables.
El marionetista Comefuego que parece malo pero en verdad es bueno, la serpiente que se muere de la risa, el pescador verde, el Grillo-parlante que se pasea sin explicación entre la vida y la muerte, y un largo etcétera, Para mí, ellos son la mayor demostración de la osadía imaginativa de Collodi, son esas cosas que hacen que uno recuerde y se vuelva a maravillar del poder de la literatura. Nunca me dejan de divertir.
No me sorprendió tanto la omnipresencia de la muerte y la violencia, pero sí su combinación con la risa, especialmente en un libro escrito para niños. ¿Qué motivó la publicación de este libro en La Pollera? “Más que una línea infantil —explica el editor Nicolás Leyton— nos planteamos hacer conversar a nuestro público adulto, que lee las traducciones de Mark Twain o Jack London que hemos hecho, con un posible público juvenil de 13 años en adelante. Para adulto, leer en el original Las aventuras de Pinochoes igualmente enriquecedor que para un joven de 15 años leer los Cuentos de la Guerra Civil de Ambrose Bierce”. mARÍA TERESA CÁRDENAS M. A portada del libro muestra la corteza de un árbol en tono rojizo y, sobre ella, en líneas doradas visibles desde ciertos ángulos, la figura de Pinocho.
No es la imagen que, probablemente, la mayoría de los niños y los adultos tenemos en mente; la que Walt Disney inmortalizó y masificó con su película estrenada en 1940, hoy convertida en un clásico y considerada por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos “cultural, histórica y estéticamente significativa”. Tampoco, claro, es la que aparece en las películas del ogro Shrek, donde Pinocho, como otros tantos personajes de la literatura infantil, es caricaturizado. El dibujo que se reproduce en esta edición de Las aventuras de Pinocho.
Historia de una marioneta es el que realizó el ingeniero Enrico Mazzanti (18501910) para ilustrar cada semana la Storia di un Burattino, que el periodista y escritor Carlo Collodi (18261890) publicó en 1! Giornale dei Bambini, el primer periódico italiano para niños, durante 1881 y 1882. En 1883, los textos y dibujos de estos dos artistas florentinos se reunieron por primera vez en un libro. Revisitar los clásicos Sobre esa edición original trabajó la Francesca Barbera Kipreos para realizar esta nueva traducción al español que ahora publica editorial La Pollera, trayendo así de vuelta al “verdadero” Pinocho. Nosolo én el cine han adaptado la historia y la imagen de la famosa marioneta: también la ópera, el teatro, el ballet y otras artes se han inspirado en ella.
Y si bien se calcula que el libro ha sido traducido a más de doscientos cincuenta idiomas y dialectos y es uno de los más vendidos de todos los tiempos, son innumerables las versiones escritas que se han hecho a partir del relato de Collodi, pero desvirtuando muchas veces su sentido o suavizando la oscuridad que encierra el relato, en el que la magia se combina con ituaciones disparatadas y absurdas, episodios crueles, muestras de generosidad de algunos personajes o de vil engaño de otros, vida y muerte, ingenuidad y astucia.
“La idea es volver a visitar obras que por la forma en que se masificaron, ya sea por audiovisuales de Disney o por simplificaciones para niños, nunca fue= ron leídas en sus formas originales”, plica Nicolás Leyton, editor de La Polle= ra. Antes publicaron Peter Pan y Wendy, de]. M.
Barrie, y aunque no se trata de una colección dentro del sello, dice que “si hay algo que podría definir esta línea” es visitar esos clásicos “de la mano de un traductor que propone también un lenguaje más cercano al que uno conoció con varias traducciones ibéricas”. La primera fue de Editorial Calleja, en 1912, aunque hubo una traducción anterior, realizada en Florencia en 1900, con el título de Piñoncito o las aventuras de un títere.
Licenciada en Letras Inglesas de la UC y magíster en Estudios de la Era Moderna de University College London, Francesca Barbera cuenta su experiencia con este clásico: “Lo leí por primera vez cuando era chica, pero creo que fue una adaptación, porque tengo el recuerdo de Pinocho como una figura muy sosa.
Luego lo volví a leer ya más grande, cuando conocí Marcovaldo, de ltalo Calvino, y supe que Collodi había influido en él” Ahí, efectivamente, descubrió otro Pinocho: “Esa segunda lectura me impresionó mucho; era un libro que tenía la gracia de ser a la vez muy complejo y muy fácil de leer, lo que no es tan frecuente.
Me sorprendieron la combinación rara de fábula y realismo, la voz intrusiva del narrador y la libertad para imaginar personajes y situaciones absurdas, sobre todo porque me había quedado con la idea de Pinocho como un cuento muy compuestito y correcto, lo que no es verdad.
Ya con saber que Pinocho mata al Grillo con el mango de un martillo en las primeras páginas queda claro que no lo es”. Con esta traducción también conocemos episodios tétricos, como cuando el Zorro y el Gato, disfrazados de bandidos, cuelgana Pinocho; o inquietantes a: pectos del Hada de cabellos azules. O que el animal marino que se traga a Gepetto y luego a Pinocho no es una ballena, sino un tiburón. “Las situaciones que cambian suelen ser adaptaciones no hechas por Collodi”, señala Francisca Barbera, y explica cómo resolvió este último punto. “Es el cine el que introduce la figura de la ballena, primero en 1911 y luego en la adaptación de Disney, donde aparece como Monstro la Ballena.
En ese caso se aprovecharon del nombre del monstruo: en italiano, tiburón se dice pescecane, que también se puede traducir creativamente como dogfish o 'pez perro” para enfatizar su naturaleza monsútruosa y no definirlo como una especie en particular.
Yo no elegí ese camino, porque existe una especie que se llama pez perro en español, pero no está ni cerca de ser tan grande como para poder tragarse un tren entero, como dice el libro”. Máximas para niños y adultos Para Francisca Barbera, “Pinocho es un libro desconcertante”, según escribe en el prólogo. Y, por lo mismo, es difícil de clasificar. Si bien los cuentos de hadas suelen ser crueles en sus versiones originales y también tienen un final feliz, hay elementos que lo distancian de ese género, así como del relato maravilloso. “Pinocho no me convenció de niño, y menos de mayor. No lo incluf. En mi libro sobre literatura maravillosa porque lo encontré... poco maravilloso, y algo moralizante y obvio.
Y en mis recuerdos de viejo no le hace compañía a Alicia ni a Kim ni a la Caperucita, que sí están llenos de maravilla, Pe cato! ”, reconoce el crítico Ignacio Valente, autor de No confundir fantástico con maravilloso (Tácitas). Efectivamente, en los 36 capítulos que narran la historia de la famosa marioneta, desde que el maestro Cerezo le regala a Gepetto el trozo de madera parlanchín e irrespetuoso, abundan las máximas de buen comportamiento y los reproches para los niños, y otros que parecen dirigidos a los adultos.
“No te fíes, mi niño, de aquellos que prometen hacerte rico de la mañana a la noche. ¡Por lo general, o son locos o son estafadores! ” o “yo creo que lo mejor que puede hacer un médico prudente cuando no sabe de qué hablar es quedarse callado” o “(... ) si de verdad sientes que mueres de hambre, cómete dos buenas rebanadas de tu soberbia y ten cuidado de que no te dé una indigestión”, por citar solo algunas. Hijo de su época No es extraño que Collodi haya incluido este tipo de frases, y que se divirtiera haciéndolo. Antes de iniciarse en la literatura infantil, recién en 1875, ya era conocido por su novela In vapore (1856) y por sus escritos publicados en periódicos satíricos y políticos, como ll Lampione o Jl Fanfulla. También era autor de ibros satíricos, editados mientras trabajaba en la Comisión para la Censura del Teatro. La ironía y el sarcasmo lo acompañaron desde joven y, al parecer, le entusiasmó expresar sus ideas a través de alegorías y en formas más amables.
“Pinocho aparece pocos años después de la unificación de Italia, cuando el país estaba en pleno proceso de industrialización y consolidación nacional —explica Barbera sobre ese período—. Entonces, necesitaba de una juventud que pasara por la escuela para luego entrar al mundo del trabajo.
Pinocho es parte de eso: no se transforma en un 'niño bueno”, sino en un niño perbene, un niño "de bien' o como se debe”, y esa virtud está asociada a la industria, a ir al colegio y trabajar” En su libro La bruja debe morir (Debate, 2000), Sheldon Cashdan destaca precisamente la holgazanería como el aspecto central —uno de los “siete pecados capitales de la infancia”— de Las aventuras de Piocho, aquel que “anuda todos los elementos y empuja la trama” en esta “historia de una marioneta que debe superar sus hábitos perezosos para alcanzar su sueño de convertirse en “un niño de verdad””. La laboriosidad es considerada una virtud, y su opuesto, un vicio. “La holgazanería en los niños es mucho más que un asunto individual; alcanza al mismo corazón de la humanidad”, explica Cashdan.
“Trabajando muchas horas, los pequeños contribuyeron significativamenteal bienestar económico, aunque fueran con frecuencia explotados”. En la misma línea, la traductora considera que “somos más viejos que la obra, porque desde el siglo XIX hemos podido comprobar una y otra vez, incluso de forma horrorosa, que el trabajo en sí mismo no humaniza.
Por eso, esa idea de virtud parece a la vez ingenua y amarga”. En clave picaresca Y aporta otra mirada: “Pinocho también puede leerse como una historia de resistencia a esa cultura del trabajo: su protagonista es un pedazo de madera que no quiere ser madera ni cumplir con las funciones de la madera; luego se convierte en una marioneta que no deja que la manejen y que tampoco quiere conformarse a los estándares necesarios para transformarse en un niño.
En ese sentido, se presta para una lectura en clave picaresca según La cual este Pinocho itinerante, igual que el Lazarillo, va revelando las flaquezas y crueldades de la sociedad en que vive”. Al mismo tiempo, destaca lo que, considera, le da vigencia: “Es como si la obra estuviera en continua tensión entre la afirmación y la negación de los valores y expectativas de su mundo, igual que un ser humano cuando crece. Resulta llamativo, por ejemplo, quelos personajes que habitan el mundo de la 'no virtud' sean los más vívidos y atractivos, y que la tan ansiada transformación final parezca romper un encanto. Para míes precisamente en esa tensión donde radica la vigencia de la historia de fue lo que le resultó más difícil de la traducción? es un libro muy coloquial, tiene mucho. De oralidad; el narrador está continuamente acercándose a los lectores. Traducir y conservar esa característica de palabra hablada más que escrita es difícil. Al mismo tiempo, es una obra muy italiana, así que surge el problema de conservar la familiaridad de lo coloquial sin perder esos aspectos más italianos que podrían alejar a los lectores más pequeños. Hasta con: deré cambiar “polenta” por “chuchoca” y poner que Pinocho bailaba la “trastrasera”. —¿ Y lo más sorprendente o divertido? —Cada vez que lo leo me río mucho.
Me gustan sobre todo los personajes secundarios que, aunque aparezcan solo una vez, son memorables, El marionetista Comefuego que parece malo pero en verdad es bueno, la serpiente que se muere de la risa, el pescador verde, el Grillo-parlante que se pasea sin explicación entre la vida y la muerte, y un largo etcétera. Para mí, ellos son la mayor demostración de la osadía imaginativa de Collodi, son esas cosas que hacen que uno recuerde y se vuelva a maravillar del poder de la literatura. Nunca me dejan de divertir.
No me sorprendió tanto la omnipresencia de la muerte y la violencia, pero sí su combinación con la risa, especialmente en un libro escrito para niños. ¿Qué motivó la publicación de este libro en La Pollera? “Más que una línea infantil —explica el editor Nicolás Leyton— nos planteamos hacer conversar a nuestro público adulto, que lee las traducciones de Mark Twain o Jack London que hemos hecho, con un posible público juvenil de 13 años en adelante.
Para un adulto, leer en el original Las aventuras de Pinochos igualmente enriquecedor que para un joven de 15 años leer los Cuentos de la Guerra Civil de Ambrose Bierce”. Antes de iniciarse en la literatura infantil, Collodi era un conocido autor de textos satíricos.