Una educación superior al servicio del país
Una educación superior al servicio del país H oy, más que nunca, la forma en la que el conocimiento, la investigación científica y la actividad docente construyen puentes con los diversos territorios, actores y necesidades del país resulta crucial para el desarrollo del país.
En efecto, quizás sea la actividad de vinculación con el medio que realizan las instituciones de educación superiora lo largo de Chile uno de los mejores y más necesarios espacios para desbordar la reducida dicotomía entre bien público y bien privado con la que muchas veces se encorseta el quehacer de las instituciones educativas.
El rol que históricamente han tenido universidades e instituciones de educación superior técnico profesional en la construcción económica, de derechos sociales y de la profundización de la democracia en el país adquiere hoy una relevancia crítica. Necesitamos que nuestras instituciones sean espacios vivos de transformación social y que se alineen con las necesidades y desafíos locales y globales. En este sentido se precisa repensar y ampliar aquellos espacios en los que la vinculación con el medio genera cambios e impacta en la sociedad y las personas. Para esto necesitamos afinar un poco la mirada y repensar nuestros indicadores de éxito. Sabemos que éxito es, por ejemplo, generar investigación, desarrollo e innovación que nos permita avanzar en descarbonización y desarrollar competitivamente las industrias del litio e hidrógeno verde. Eso es apuntar a un desarrollo productivo sostenible.
Pero no podemos olvidar que el éxito y el desarrollo sostenible se alcanzan también cuando universidades e institutos técnico profesionales y centros de formación técnica empujan procesos de digitalización y eficiencia energética en almacenes, entre pequeños productores, comerciantes y emprendedores. Es decir, cuando los procesos de innovación, difusión, adopción y transferencia tecnológica sirven para dar soporte y generar encadenamientos productivos entre la gran industria y pequeñas y medianas empresas, enriqueciendo y complejizando nuestro tejido productivo. O bien cuando permiten generar proyectos concretos para abordar la pobreza energética de zonas extremas, cuando se trabaja con pequeñas unidades agrícolas fomentando la modernización en la agricultura familiar y la seguridad hídrica. Sabemos que los sistemas de educación de los países se encuentran profundamente arraigados y condicionados por el tejido productivo de sus economías, así como por sus mercados de trabajo y sus sistemas de relaciones laborales. En esta línea, la vinculación con el medio debe ser también un espacio para detenernos, discutir y buscar profundizar la construcción de derechos sociales en Chile. Un espacio de acción concreto para lo anterior es el aprendizaje-servicio.
Con él las instituciones tienen la posibilidad de incidir directamente en el tejido social mediante acciones de vinculación con el entorno que refuerzan el compromiso cívico y el sentido social de la acción educativa, lo que permite además amplificar y mejorar políticas públicas. En esto último reside quizás una de las mayores virtudes de la vinculación con el medio.
Cuando las instituciones de educación superior trabajan y se articulan con instrumentos, programas y políticas de actores institucionales como Sence, Sercotec, Indap, Fosis, Junji, Mineduc, Corfo u otros, se genera una relación sinérgica de tremenda resonancia para el desarrollo de Chile.
El país necesita con urgencia de buenos aliados para ejecutar y mejorar aquellos instrumentos con los que el Estado se hace presente en los territorios, a la vez que asegura derechos sociales fundamentales para todas y todos. Las universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica tienen un poder transformador que trasciende las aulas y fronteras académicas, y que impulsa la construcción de una sociedad más democrática.
En esta línea, desde el Ministerio de Educación, y en particular desde la Subsecretaría de Educación Superior, estamos convencidos de que la acción de vinculación con el medio que las instituciones de educación superior realizan ha sido y es esencial para profundizar la democracia.
La participación ciudadana consciente y activa, la construcción de diálogo con las comunidades y territorios, los espacios de encuentro, debate y reflexión; en definitiva, la orientación hacia el entendimiento con el otro y con la sociedad misma, son ejercicios imprescindibles para construir y defender la democracia que la vinculación con el medio ha sabido sostener. Hoy, más que nunca, se necesita que la educación superior siga siendo el espacio donde se piensa y construye un mejor país. Opinión Una educación superior al servicio del país VÍCTOR ORELLANA, subsecretario de Educación Superior..