Autor: Por NATALIA DEL CAMPO.
CÓMO CRIAR A UN HIJO EN TIEMPOS DEL nuevo feminismo
Aunque el concepto de nueva masculinidad está en permanente debate, las preguntas siguen dando vueltas en padres y madres que están criando hijos varones. ¿Cómo se instalan los hombres ante el empuje y crecimiento de las corrientes feministas? ¿ Qué significa ser hombre en el mundo de hoy? Expertos y testimonios nos ayudan a responder. E niño José Castillo no escuchó eso de que los hombres no lloran. Creció en una comunidad donde vivían profesionales de izquierda, a fines de los años 70, un espacio en el que se escuchaba la palabra feminismo frecuentemente, aunque no entendía mucho lo que significaba. Castillo, profesor universitario de 50 años, recuerda a su mamá llegando a la casa después de reuniones con organizaciones feministas, un padre que también cocinaba y limpiaba sin cuestionárselo.
“Mi papá me decía que gracias a mi mamá aprendió que era importante cocinar, lavar platos, hacer cosas que para un hombre de su edad en esa época no eran evidentes”, dice y agrega que para él de niño también era normal buscar ingredientes en la despensa y cocinar con su familia. Cuando Jorge Castillo aprendió a leer, hubo un panfleto feminista que no se le olvidó: decía Hagamos el amor y no la cama.
“Recuerdo haberme preguntado qué significaba esa frase, hacer la cama era igual a hacer las labores del hogar como el trabajo de la mujer en la casa, y hacer el amor era el disfrute, el placer... nunca entendí muy bien la contraposición, pero entendía que eran dos caminos que se anteponían”. No todos los hombres como José Castillo crecieron conscientes de la importancia de recuperar los derechos de las mujeres.
Después de cuatro décadas, y luego de haber vivido el impacto que han tenido el movimiento Me Too, las marchas del 8M, la fuerza de la performance de Las Tesis en Chile y el mundo, hoy es más probable que les digamos a nuestras hijas que pueden ser profesionalmente lo que quieran y se nos hace más lógico aceptar muchas formas de ser mujer.
Sin embargo, surgen preguntas: ¿ La sociedad está aceptando también nuevas masculinidades? ¿ Nos seguimos aferrando a nociones más rígidas en las que los niños no lloran, juegan fútbol, son chistosos y lo pasan bien? Si el feminismo es repensar ciertas lógicas y estructuras, hoy también es urgente involucrar a la mitad de la población, los hombres, en esta conversación.
Y vienen más preguntas: ¿ Hemos tenido una buena discusión sobre lo que podría significar hoy la “nueva” masculinidad? ¿ Pueden los hombres hoy estudiar o desarrollarse en cualquier área o siguen encontrándose con un mundo más limitado? ¿ Seguimos, por ejemplo, presentando la sensibilidad en los niños como una debilidad más que como un poder? Hol Desde hace una década se viene hablando del concepto de “Nueva masculinidad”. Macarena García, investigadora del Centro de Estudios Avanzados en Justicia Educacional (Ceaje) de la PUC, dice: “Creo que cualquier concepto va a ser un problema porque lo va a biologizar”, dice y luego comenta que teme que este termine siendo usado por el marketing, como ocurrió con el término metrosexual.
Lo explica: “Al hablar de masculinidad, terminas centrándote en el problema de los hombres, cuando en lo que hemos ido avanzando es que deje de verse el problema dividiendo el de las mujeres por un lado y el de los hombres por el otro. No es que a ellas les pasa una cosa y a ellos otras, que hay algo que yo sé por mi naturaleza femenina y otras que tú no.
Hay que saber leer la complejidad y el contexto, salir de la lógica de géneros opuestos, y no ver lo colaborativo como lo complementario”, dice la investigadora que acaba de publicar “Enseñando a Sentir, repertorios éticos en la ficción infantil”, un libro en el que explora, cuestiona y examina críticamente la literatura infantil. La noción de “buen hombre” también es tensa.
La columnista irlandesa Jennifer O'Connell, en el Irish Times, destaca el planteamiento de la profesora de la Universidad de Dublín Aisling Swaine —una de las 100 personas más influyentes del mundo en la política de género 2021—, a quien le preocupa este término. “Sugiere que hay hombres buenos y hombres malos. Eso los aliena haciéndoles sentir que tienen que encajar en una u otra caja, y si no están muy seguros de en cuál se les percibe, entonces no tienen claro cómo participar. Necesitamos mantener el espacio para que las mujeres expresen y hagan visibles las cosas que son realidades en sus vidas.
Pero también necesitamos una conversación sobre dónde entran en juego las masculinidades y los comportamientos” Al tratar sobre este mismo tema, un artículo del New York Times sobre cómo criar a un hijo feminista cita a la periodista norteamericana Gloria Steinem: “Estoy contenta de que hayamos comenzado a criar a nuestras hijas más como a nuestros hijos, pero no funcionará hasta que criemos a nuestros hijos más como a nuestras hijas”. No fue extraño para Cristián Pino tener tres hijos hombres. Arquitecto, 48 años, venía de una familia de cuatro hermanos, se educó en un colegio masculino, católico y conservador, y nunca se cuestionó el hecho de criar solo hijos. “Como tuve una educación mucho más rígida, para nosotros fue importante elegir un proyecto educativo laico y mixto, donde compartir con mujeres fuera natural. Siempre les hemos hecho ver que lo más importante es el respeto a todo tipo de personas, independiente de su origen social, raza, creencia o identidad de género. Sin embargo, me empecé a dar cuenta de que cuando ellos crecían les empezaba afectar el tema hombre-mujer en sus vidas. Sentí que tenían una presión”. Pino piensa que es positivo que se instale el concepto de nueva masculinidad, entendiendo que hay un desequilibrio social del que se requiere hacerse cargo como hombres.
“Pero creo que hay que tener cuidado con estigmatizar a los niños y adolescentes porque a veces sienten la presión que de alguna manera se los prejuzga por sus condiciones de género”. Cristián Pino comenta: “El desafío de criar hombres hoy es grande. Ahora tenemos una mayor presencia en la crianza y hay más procesos de conversación, observación, de acompañarlos, escucharlos y, en ese sentido, la transferencia de valores y principios de alguna manera es bastante cercana. Lo más importante es promover la convivencia de nuestros hijos con personas de distintos ámbitos, que entiendan los contextos que a cada uno le ha tocado vivir.
Que tengan una visión de mundo lo más amplia posible”. Si bien se han ido desmantelando algunos de los estereotipos que solían imponerse a las mujeres, muchos expertos llaman a tener una mayor discusión sobre lo que significaría la nueva masculinidad, partiendo por el hecho de que el mundo está hecho para un solo tipo de hombres, como “Los altos índices de criminalidad y suicidio masculinos se vinculan al llamado “silencio que los hace sentir débiles y aislados”. Rn? plantea la ensayista jamaicana Sylvia Wynter, una de las autoras citadas en el libro de Macarena García. Para ella “el mundo está hecho a medida de un cierto tipo de hombre: blanco, sin condiciones de discapacidad, cisgenero, heterosexual y educado.
Es una clase étnica la que domina al mundo, un grupo de hombres que se fue transformando en la medida de lo humano”. La Asociación Americana de Psicología editó en 2019 una guía donde alerta sobre las consecuencias negativas del modelo actual de masculinidad, como, por ejemplo, la represión de las emociones, el estoicismo, la dominación, la agresividad, la competitividad o el sexismo. Los altos índices de criminalidad, victimización y suicidio masculinos se vinculan al llamado “silencio emocional”, que los hace sentir débiles y aislados.
No se trata de desechar todos los valores asociados a la masculinidad, sino de ser flexibles en lo positivo (valentía, liderazgo) y renunciar a lo negativo (violencia, sexismo... ) ¿ Sabrán mis hijos que No es No? Se preguntó la académica de la Universidad Alberto Hurtado y doctora en Psicología Antonia Larraín al ver cómo tomaban fuerza en la universidad donde trabaja las funas a estudiantes por abusos. “Crecimos y vivimos en otra época donde conductas que hoy entendemos claramente como abusivas e inaceptables, aun no estando tipificadas como delito, eran aceptadas. Si alguien se sobrepasaba e insistía después de uno o varios no, era considerado como un curao catete, pero no necesariamente como abuso. No hubieras pensado en hacer un acto de justicia”. Larraín, quien es madre de dos hijos de 24 y 16 años, dice que fue un cambio demasiado rápido. Que en un momento tuvo miedo como mamá y se preguntó si estaba dando el ancho.
“Yo había criado a mis dos hijos para tener relaciones de cuidado y respeto a las otras personas, para que ellos supieran que las relaciones de amistad e intimidad no se dan así nomás, sino que se trabajan, se piensan y se proyectan. No supe si sabían hasta que tocamos explícitamente el tema del consentimiento y del 'no es no' conversando sobre un par de casos.
Afortunadamente me di cuenta de que lo tienen claro, que si una mujer les dice a la primera que no, es no”. Analizando su experiencia como madre y como profesora, Larraín propone tres desafíos a quienes están criando hijos hombres. Dice que además de enseñarles a participar en la casa y ser autovalentes, lo primero es educar hijos cariñosos, cuidadosos y que cuiden sus relaciones de amistad e intimidad.
“El tema del buen trato con el otro siempre tiene que estar, independiente del género”. El otro desafío para Antonia Larraín es discutir explícitamente los casos en los que la inequidad de género se va jugando día a día: “Es una pega que a veces nos ahorramos: poner en evidencia las arbitrariedades en que las mujeres estamos involucradas todo el tiempo. A veces cansa, pero hay que discutirlo.
Que pongan en práctica ese no estar de acuerdo, conversar sobre lo que va perpetuando la inequidad”. Otro desafío que propone Antonia Larraín para madres de hijos hombres es ayudarlos a representarse en las necesidades afectivas del otro, en sus relaciones de amor, independiente cuál sea el género de su pareja. Darles importancia a los gestos, los detalles y a mostrarse cariñoso. “Independiente de que el amor romántico esté en cuestión hoy porque eventualmente ha servido para la reproducción de la subyugación de la mujer, son cosas que no hay que abandonar del todo.
Demostrar al otro que te importa enriquece las relaciones, es funda mental y eso no quiere decir que sea un amor posesivo”. Al momento de educar a niños y niñas, hoy hay una segmentación evidente en la cultura y mercado de la infancia: ya no solo encontramos cascos de bicicletas por sexo, sino que cepillos de dientes de diferentes colores, Legos para hombre y para mujeres, ropa diferente para niños y para niñas, algo que no existía en décadas pasadas. Pero también existiría un condicionamiento en educar a las niñas para que sean cautelosas y alos niños para que triunfen y dominen los desafíos. Lo plantea Joanna Fortune, psicoterapeuta y autora de la serie 15 Minute Parenting. Fortune suele citar un estudio que muestra cómo los padres son más propensos a advertir a sus hijas sobre los peligros de trepar un poste en un patio, mientras ayudan a sus hijos a hacerlo.
Para esquivar el condicionamiento al miedo en el que se han educado millones de niñas en el mundo, el best seller “Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes” funciona como antídoto contra la cautela incentivando el triunfo personal, la iniciativa y la competencia para lograr el éxito.
Y de hecho tiene su libro “hermano” para niños, “Cuentos para niños que se atreven a ser diferentes”, Según Macarena García, la narrativa de empoderamiento para niñas de este tipo de libros propone que las mujeres, para acceder a los espacios de poder considerados masculinos, necesitan individualismo y autodeterminación. “Es un feminismo que no está interesado en cambiar las condiciones estructurales, sino que solo aspira a una mayor participación de algunas mujeres. La serie de cuentos “Buenas noches' en general tienen a protagonistas que lo consiguen porque se obstinan. Si el único modelo es el de la chica poderosa competitiva, no fomentas la colaboración sino la competencia.
El libro tampoco habla de los costos que ha tenido para las mujeres poder acceder a esos puestos”, dice García y comenta que la colaboración es importante en el movimiento feminista porque el gran cambio cultural va en torno a eso y no a la competencia. Macarena García, quien es madre de dos niños hombres que aún no llegan a la adolescencia, opta por invitarlos a entrar al mundo más complejo de las mujeres. “Toda la vida hemos seguido con el ojo masculino a los protagonistas del cine y la literatura, estamos acostumbradas a mirar culturalmente desde los hombres, leímos Oliver Twist, pero ellos no han leído Mujercitas.
Por eso es importante ofrecerles narrativas donde aparezca la complejidad de un personaje femenino”. La literatura está llena de hombres cuya sensibilidad no cabe, dice Macarena García y pone de ejemplo las novelas de Kafka, que cuestionan al macho alfa, con hombres incómodos con el padre, con el ambiente opresivo donde crecen. “Así como hoy aparece una nueva narrativa súper clara para niñas, no creo que haya aparecido una oferta clara para niños. En literatura infantil no hay una narrativa prominente para hombres.
En cambio, las películas de Pixar (Cars, Soul, Wall E) son pura nueva masculinidad, el modelo es el del protagonista que escucha a las mujeres que le rodean porque ellas son más seguras, sabias y maduras, y aprende a no dejarse llevar por una competencia tóxica con sus pares, a colaborar con el mundo”. García agrega que, sin embargo, este tipo de narrativa de género muestra a las mujeres como las que saben tomar decisiones y no rompen con la idea de lo femenino y masculino, siempre ellas son sabias y maduras.
“Me llama la atención que todas las mujeres sean mostradas así, y este nuevo hombre acepte una incapacidad”, dice Justamente salir de lo binario es a lo que apuntan también los estudios de la profesora irlandesa Aisling Swaine, a que la conversación sobre hombres y la masculinidad no se conviertan en un juego de que para que las mujeres obtengan poder los hombres deban cederlo. “A los niños se les debe enseñar a usar su poder para ser quienes quieren ser más allá de las ideas y expectativas rígidas y en formas equitativas de género. Alejémonos de los binarios y avancemos más hacia la pregunta de cómo usamos nuestro poder para ser lo mejor de nosotros mismos”, dice citada por el Trish Times.
Los desafíos del hombre de hoy tienen que ver con comprender la importancia del trato y respeto a las mujeres, reflexiona el arquitecto Cristián Pino, “la validación de los derechos de la mujer no tiene relación con menoscabar la condición del hombre, sino que tienen que ver con el reclamo de ciertos derechos totalmente válidos, independiente de su condición de género, reconociendo que hay grupos a quienes históricamente se les ha hecho más difícil el desarrollo de sus vidas”. Para el profesor José Castillo, preguntarle sobre qué significa ser hombre en el mundo de hoy “es parecido a que te pregunten si eres de clase alta, qué es ser privilegiado. Una pregunta que te interpela a desplazarte porque lo que está encerrado ahí es que estás en un lugar privilegiado. Está tan dado el ser hombre que ni siquiera sabes cuáles son esos privilegios. Los hombres, por ejemplo, no vemos ni nos imaginamos que puede ser peligroso ir a trotar una tarde al cerro, una mujer sí lo piensa. Nosotros nunca tendremos el miedo a sufrir una agresión sexual como una