Se nos vienen las campañas
Se nos vienen las campañas Claudio Elórtegui Gómez Doctor en Comunicación Director Escuela de Periodismo Pontificia Universidad Católica de Valparaíso C on las inscripciones de los pactos y candidaturas para las primarias de junio, comienza a vivirse la primera de varias estaciones que experimentaremos durante un año electoral clave, como suelen ser los procesos municipales y sus respectivos contextos.
Los comicios locales son trascendentes por variadas razones, las que pueden ir desde la necesidad de oxigenar nuestra gobernanza regional para anhelar una mejor calidad de vida de las personas, hasta la imperiosa urgencia de proyectar nuestra visión como territorio diverso, pero profundamente estancado.
Procesar las expectativas, aterrizarlas en gestiones eficientes y sentirnos parte de "algo" cotidiano que puede despuntar en favor de nuestras comunas regionales, es la activación natural, pero también de la sucesiva decepción, que da vida a estos momentos democráticos de gran intensidad y cercanía.
La tensión entre la esperanza, que a estas alturas raya en la ingenuidad, y el golpe con la dura realidad de nuestra zona, es propia de una dinámica que la política debe elevar con responsabilidad, aspecto que hemos visto sigue quedando en deuda, luego de sucesivas campañas carentes de ideas.
El disenso es parte de la política y la diferenciación un rasgo lógico de estas campañas, pero cuando se fundan en la ya habitual narrativa de destrucción del otro, moviendo un discurso bipolar entre buenos y malos, los efectos terminan por minar la confianza de todo el proceso.
Algunos estudios recientes que observan este fenómeno de polarización y campañas negativas, por ejemplo, en el populismo europeo, se han percatado que las personas están evitando estos contenidos en determinadas plataformas, como la ahora popular Instagram. Esto está repercutiendo en que dichos políticos extremos, estén moderando su carga de ataques y vayan buscando fórmulas más apacibles, empáticas y constructivas. El algoritmo, a su vez, responde a esas interacciones y va favoreciendo esa transmisión positiva.
La televisión, por ejemplo, sigue concentrando performances de mayor espectacularización discursiva y "cuñas" de contraposición emocional, pero las redes se están abriendo como un espacio en el que las candidaturas pueden humanizar sus estrategias, exhibiendo contenido que no es política de contraste, sino conocimiento del sujeto-candidato. Evidentemente, cuando la estrategia es crear una identidad poco coherente del político por las redes, aquello termina jugando en contra.
De lo que se trata, es que la comunidad que se va generando a partir de los contenidos positivos, posteriormente, de manera orgánica y convencida, sea la que por sí misma irradie esos mensajes al resto del ecosistema informativo. Este tipo de dinámicas serán decisivas para los próximos procesos.
Todo un desafío para las primarias, en las que las audiencias esperan mayores niveles de definición en las posturas políticas e ideológicas de las candidaturas, por lo que hay mayor tendencia a ataques de "fuego amigo". No obstante, esas estrategias podrían alejar a un tipo de electorado que habita en determinadas plataformas de mayor impacto, afectando el resultado y participación de las primarias. En tanto, por el voto obligatorio en octubre, el electorado moderado y masivo será el predominante, perfil que se está informando por las redes sociales y/o ingresa desde estas plataformas a los medios tradicionales.
Finalmente, de lo que se trata para una democracia no es solamente el éxito electoral de un pacto o sus estrategias comunicacionales, sino que las fuerzas políticas logren percibir, sintonizar y articular un proyecto conjunto con la ciudadanía, abierto, responsable, innovador y desafiante, todas coordenadas de participación que no son percibidas en la política contemporánea.
Por algo hay que partir, y ese inicio podría ser un compromiso público de buenas prácticas en las campañas locales, firmado por todas las candidaturas interesadas, transparentando sus mensajes y permitiendo a toda una región, acceder a esos estilos para evaluarlos, posteriormente, en las mismas urnas. en las mismas urnas.
Se nos vienen las campañas " Finalmente, de lo que se trata para una democracia no es solamente el éxito electoral de un pacto o sus estrategias comunicacionales, sino que las fuerzas políticas logren percibir, sintonizar y articular un proyecto conjunto con la ciudadanía, abierto, responsable, innovador y desafiante, todas coordenadas de participación que no son percibidas"..