¡Perdónalos, no saben lo que dicen!
¡ Perdónalos, no saben lo que dicen! La columna de.. . RAÚL CAAMAÑO MATAMALA, PROFESOR UNIVERSIDAD CATÓLICA DE TEMUCO ¡ Perdónalos, no saben lo que dicen! ¡Cuántas veces lo hemos escuchado o dicho! La expresión expresión más conocida es diferente. ¿La conocen, cierto? Hablar, escribir, emitir juicios u opiniones, es una parte del proceso de comunicación, es solo una parte de todo acto comunicativo. Tal acción es responsabilidad de un emisor, bien se trate de un hablante o un escritor. La contraparte, escuchar, leer, interpretar dichos juicios u opiniones, es responsabilidad de otro sujeto, de un receptor, receptor, de un oyente o un lector. Evidentemente se trata de dos personas, de dos personas diferentes. Personas con experiencias de vida diferentes, de entornos diferentes, diferentes, por tanto, han aprehendido conocimientos, saberes, aprendizajes, valores diferentes, a ritmos distintos, entre tantos factores incidentes en el desarrollo de las personas. personas. No somos iguales, aunque lo parezcamos. En nuestra interrelación se pueden percibir grados de coincidencia fenomenales, así como súper divergentes. divergentes. Y estos grados de coincidencia o divergencia se dan en lo que sabemos, en cómo procedemos y qué actitudes evidenciamos ante mismos fenómenos o situaciones. Y es claro, no sabemos lo mismo, no ejecutamos de modo parecido ni apreciamos, valoramos de manera semejante. semejante. Somos hijos de circunstancias diferentes, de orígenes, de tiempos, de contextos socioambientales distintos. Lo que digamos, lo que dice él, ella, lo que dices tú, lo que digo yo, tiene distintos receptores, o quizás los mismos, quienes entienden, captan, interpretan de diferente diferente modo nuestros mensajes. Quizás compartimos la misma lengua y cultura, ¡ah!, ya decir misma, es relativo. relativo.
Conceptualmente, diríamos que es la misma, pero en sus raíces, en sus orígenes, desarrollo y expresiones es diferente, parcialmente, ¿se entiende? De la producción a la comprensión, y de la comprensión comprensión a la producción, sencillos pasos, ya la vez complejos, muy complejos. De la sencillez podríamos decir que es tan solo apropiarse primariamente del contenido de un mensaje, y quizás actuar en consecuencia.
Toda vez que escuchamos a alguien y apreciamos cierta disparidad de parecer en lo afirmado, hacemos muecas, murmuramos algo, quizás algunos monosílabos monosílabos y, a lo mejor, ya señalamos nuestra posición, aunque esta vez solo en nuestro “metro cuadrado”, en la soledad de nuestro entorno; quizás alguien escucha nuestro divagar diferente. Si es posible, añadimos elementos elementos que sustentan nuestra mirada, nuestro punto de vista distinto.
Escribir, reducir nuestras ideas a un texto escrito, tiene singular particularidad, ya es un ejercicio más reflexivo, concatenado, la reacción no es tan primaria, ya no revolotean las ideas; en el papel “se ordenan”, al parecer.
Si se tratara de diálogos, de una conversación, quizás quizás de un debate, las idas y venidas de las expresiones son dinámicas, no nos concedemos permiso para articular articular mejor el discurso, por tanto, cabe la posibilidad de imprecisión discursiva, de atolondramiento, o de cabildeos cabildeos menos acuciosos. La imprecisión no es de uno, puede serlo en ambos, pero pueden no concederse espacio espacio para la enmienda, o la excusa. ¿Qué hacer? Ser dignos, caballerosos, cumplidos, y conceder honores, o pedir disculpas. Nadie es propietario propietario de la verdad, esta se equilibra, establece entre dos. Todos, uno u otro cometemos errores, nadie es infalible, perfecto, completo. Tenemos derecho a completarnos, a aprender; siempre aprendemos. La reacción puede ser presta, como puede ser lenta. ¡Perdón!.