La salud no puede cometer errores
La salud no puede cometer errores 0 a muerte de Emilia, una niña de apenas tres años, desgarra a Calbuco y desnuda con brutalidad una verdad intolerable: nuestros servicios de urgencia, la última barrera entre la vida y la muerte, están fallando. No se trata de un error aislado, sino del síntoma de un sistema de salud que parece haber normalizado la precariedad, la falta de especialistas y protocolos que, en la práctica, se convierten en sentencias. El peregrinaje de Emilia, buscando un diagnóstico que nunca llegó a tiempo en su hospital local, y su trágico deceso camino a otro centro asistencial, no es solo una estadística. Es el reflejo de una cadena de decisiones y omisiones donde la urgencia no fue tratada como tal. Los servicios de emergencia no son un eslabón más; son la frontera crítica donde cada segundo cuenta y un error, una demora o una evaluación deficiente equivalen, sin eufemismos, a una vida perdida. El dolor de su familia es el dolor de toda una comunidad que hoy exige respuestas claras y contundentes. La investigación iniciada por la Fiscalía y la querella anunciada por el municipio son pasos necesarios, pero la sed de justicia va más allá de encontrar responsables individuales. Se necesita una revisión profunda y urgente de cómo operan estos servicios a nivel nacional y regional. Al hablar del caso de Emilia, también suena con fuerza el nombre de Benjamín Talma, quien murió tras esperar 12 horas atención médica en la Urgencia del Hospital de Puerto Montt.
Volviendo al caso de Calbuco, ¿cómo es posible que la falta de pediatras o especialistas en urgencias sea una denuncia histórica y no una prioridad resuelta? Calbuco hoy llora a Emilia, pero también grita por un cambio. Que su memoria impulse la transformación impostergable de un sistema que no puede permitirse más fallas. La vida de un niño, de cualquier persona, no puede depender de la suerte o de la heroica improvisación de un conductor, cuyo relato impacta. Hoy urgen protocolosinfalibles, recursos adecuados y la certeza de que, al cruzar la puerta de una urgencia, la vida será defendida con todo lo necesario. Esclarecer lo ocurrido con Emilia es un imperativo moral; asegurar que no se repita, una obligación ineludible del Estado. Editorial La muerte de Emilia debe motivar revisión de protocolos de los servicios de Urgencia. Nadie debe morir por un mal diagnóstico. Editorial.