Autor: La columna de Alejandro G. Vigo
Mundo familiar y mundo ajeno
El genuino encuentro con lo extraño es, pues, el que lo deja ser lo que es, sin pretender reconducirlo de forma violenta a la esfera de la familiaridad. Aquí se encuentra, según Steinbock, el punto de partida para una teoría de la intersubjetividad. El 7 y 8 de noviembre tuvo lugar en la Universidad Diego Portales un coloquio internacional dedicado a un notable libro del profesor Anthony J. Steinbock, de la Stony Brook University (Nueva York), publicado originalmente en 1995 con el título Home and Beyond: Generative Phenomenology after Husserl.
La ocasión del coloquio la proporcionó la presentación de la excelente edición española da por los profesores Rocío Garcés a Ferrer y Andrés Alonso Martos, que ha sido publicada este año por la editorial Sígueme, de Salamanca, con el título Mundo familiar y mundo ajeno. La fenomenología generativa tras Husserl.
El coloquio reunió un nutrido grupo de especialistas del medio local y de diversos países de la región, que dedicaron dos días a discutir la obra y la temática que aborda, y contó, además, con la presencia del profesor Steinbock, quien dictó dos conferencias. ¿Qué puede haber de tan significativo en este libro como para justificar no ya su traducción a nuestra lengua, sino, además, la organización de un encuentro científico dedicado exclusivamente a su discusión, más de un cuarto de siglo después de su publicación original? La respuesta puede darse en varios planos, porque la propia obra posee un carácter multidimensional. Ante todo, el libro de Steinbock es un estudio de Husserl.
Desde ese ángulo, constituye un aporte de extraordinaria solidez y calidad, que se inscribe en una línea de aproximación a Husserl que busca rescatar de modo más integral el carácter multifacético, poliédrico, podría decirse, de su pensamiento y también su notable vitalidad, como un pensamiento que estuvo siempre de camino, sin ceder jamás a la tentación de instalarse en lo logrado en cada una de las fases de su desarrollo. Pero el libro constituye también un audaz intento por ofrecer una visión renovada de la fenomenología misma.
Para ello, Steinbock se apoya en Husserl, pero, a la vez, se propone ir más allá de él, para elaborar una posición propia capaz de hacer frente a problemas centrales del debate contemporáneo y de entrar así en un diálogo fecundo no solo con otras concepciones filosóficas, de diferente procedencia, sino también con las ciencias, en particular con las ciencias sociales. Esta combinación de objetivos, ciertamente, explica parte importante de la dificultad de la obra, que a menudo desafía al lector. Pero también permite entender mejor el enorme interés que despierta y el significativo aporte que realiza, desde un punto de vista tanto histórico como sistemático.
El Husserl de Steinbock es el que, habiendo partido inicialmente de una posición de corte cartesiano, centrada en el “yo” trascendental, alcanza finalmente, a través de una profundización en la estructura temporal de la conciencia, un enfoque que pone en el centro del interés la temática vinculada con la generatividad social e histórica y, con ello, también el primado de la intersubjetividad, a la hora de dar cuenta de la constitución del mundo de la experiencia. Este es el recorrido que marca la secuencia de tres modos de hacer fenomenología, que aparecen, por así decir, escalonados: el estático, el genético y el generativo.
En el descubrimiento de la dimensión de la generatividad la fenomenología alcanza, por así decir, su télos y llega a ser propiamente lo que, según su idea, estaba llamada a ser desde el comienzo: una teoría que tematiza las condiciones que dan cuenta de la posibilidad de la intersubjetividad y, con ello, también de la ineliminable deuda de origen que la conciencia individual mantiene, desde el punto de vista generativo, con la mediación social e histórica.
Sobre esta base, Steinbock elabora también una concepción original de la intersubjetividad, que busca dar cuenta de nuestra experiencia en el mundo de la vida en términos de la oposición basal entre lo propio-familiar y lo ajeno-extraño, como dos polos que se codeterminan de modo recíproco, sin posibilidad de una absorción sin residuo del uno en el otro. Lo ajeno-extraño solo resulta accesible a partir de lo propio-familiar, que, a su vez, no puede constituirse sino a través de la oposición con aquello. Así, lo ajeno-extraño resulta, en cierto modo, accesible, pero nunca simplemente asimilable a lo propio-familiar: alberga en sí un elemento irreductible de inaccesibilidad, que ha de ser respetado como tal. Por ello, la dinámica constitutiva de la esfera intersubjetiva debe comprenderse, ante todo, en términos de la oposición entre el mundo familiar y el mundo ajeno. El genuino encuentro con lo extraño es, pues, el que lo deja ser lo que es, sin pretender reconducirlo de forma violenta a la esfera de la familiaridad.
Aquí se encuentra, según Steinbock, el punto de partida para una teoría de la intersubjetividad que pueda estar a la altura de los desafíos propios de un tiempo signado por procesos de integrales de racionalización globalizadora y, por lo mismo, también por la amenaza cierta del choque de culturas. Mundo familiar y mundo ajeno. La fenomenología generativa tras Husserl, de Anthony J. Steinbock, fue objeto de un coloquio internacional en la Universidad Diego Portales.