LA SEMANA POLÍTICA
LA SEMANA POLÍTICA Epítome del desorden Lo ocurrido con el Crédito con Aval del Estado (CAE) es la mejor muestra de esta falta de claridad que termina debilitando cualquier intento de recuperar la confianza.
La irresponsabilidad del Gobierno para abordar el tema quedará como un ejemplo de manual no solo de populismo y de distorsión de las prioridades sociales, sino también de indolencia y falta de definición, pese a que día a día aumenta la morosidad por las expectativas abiertas. Cumplida más de la mitad del período de gobierno, todavía ninguna autoridad es capaz de dar una explicación más o menos coherente sobre qué es lo que se va a hacer con el CAE. Y es que ni siquiera ellos parecen saberlo, pese a que fue uno de los pilares de la campaña.
Cabe recordar que en el programa de gobierno de Gabriel Boric se habla de que "Condonaremos la deuda educativa que hoy afecta a más de un millón de estudiantes y egresados perjudicados por una política fracasada de endeudamiento estudiantil" y en su primera Cuenta como Presidente el 2022 insistió en que se terminará el CAE y que no habrá "deudas por estudiar". Después, en su segunda Cuenta el 2023, el Presidente al referirse al tema pareció condicionarlo a la reforma tributaria, afirmando que se hará "en la medida en que seamos capaces de ponernos de acuerdo respecto de un nuevo pacto fiscal". Al día siguiente de esa aseveración, sin embargo, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, expresamente desvinculó el pago de la deuda educativa de los recursos de la reforma tributaria, señalando "que debe tener su propia fuente de financiamiento", contradiciendo en los hechos al Presidente. Aunque parezca increíble, hasta ahora no hay precisión alguna y varias autoridades esta semana ni siquiera se atrevieron a aclarar si habría o no condonación. Difícilmente el Presidente podrá obviar el tema en su discurso, pese a la intención manifestada de seguir postergando la definición. El Presidente de la República, Gabriel Boric, enfrenta su tercera Cuenta Pública en un clima y con expectativas muy distintas a cuando recién asumió.
Ya poco y nada queda de esa euforia refundacional que estaba en su campaña y programa de Gobierno, la que plasmó también con entusiasmo en el contenido de su primera Cuenta a pocos meses de asumir.
Ha debido no solo rebarajar y acotar drásticamente sus prioridades, sino desdecirse una y otra vez de lo que ayer defendía o proponía con una oratoria que remarcaba una supuesta superioridad e indignación moral de su sector político.
La contundente derrota electoral del proyecto constitucional de la Convención; el durísimo choque con la realidad --la que como se demostró estaba muy lejos de lo que él y sus correligionarios imaginaban de forma quizá ingenua en sus discursos asamblearios--; el escándalo de corrupción que remeció al Gobierno y, sobre todo, al Frente Amplio a partir del caso Democracia Viva y que como se sabe se extendió a otra serie de fundaciones; y notorias debilidades en la gestión, en las más diversas áreas, terminaron por sepultar los ejes de su programa y rebajar esas ínfulas de tener una ética por encima de los demás que a muchos de su sector les gustaba tanto exhibir.
Ya no hay espacio para una retórica vacía que reivindicaba el estallido de octubre de 2019 y reclamaba con enfado contra distintas injusticias como "la falta de acceso a la salud con listas de espera eternas", o la existencia de "liceos con mala infraestructura". No cabe esperar que se pontifique sobre "probidad o transparencia" o palabras de reproche porque el 2021 en Juan Fernández "egresó una generación completa desde 1. ero básico a 4. to medio que cursó sus estudios en containers" (recintos de emergencia tras el tsunami sufrido en la isla en 2010). Seguramente no se escucharán frases ampulosas como que "el único camino para iniciar la superación de los conflictos es generar acuerdos que respondan adecuadamente a las deudas históricas del Estado con los pueblos indígenas"; ni frases como que "tenemos la convicción que reformar Carabineros es mejorar la seguridad del país (antes incluso se hablaba de "refundación") o "no más deudas por estudiar"; menos aún referencias a "un nuevo modelo de desarrollo" o la reafirmación del compromiso de crear una "Empresa Nacional del Litio", ni tampoco el anuncio de que se avanzará "en un proyecto liderado por Enap que distribuirá cilindros de gas a 100 mil familias a precios justos durante este año (2022)", entre muchos otros. Es inconducente discutir si muchos de estos cambios de posturas son fruto del oportunismo o de un genuino cambio de convicciones.
Relevante sería, sin embargo, que el jefe de Estado además de enumerar --como suelen hacerlo los distintos gobiernos-lo que a su juicio son los logros más importantes de su gestión, entregara una visión de futuro y progreso coherente y ordenada para lo que queda de gestión. Para ello en nada ayudan las indefiniciones o las frases o medidas, a veces contradictorias, que se suelen lanzar en estas presentaciones destinadas a quedar bien con los más diversos grupos de interés.
No debiera haber en el discurso espacio para dos o más almas que chocan entre sí, ni que el texto admita distintas interpretaciones sobre el foco que se ha querido dar a la conducción del Gobierno. Elegir un camino claro es el primer requisito para recuperar la credibilidad.
LA SEMANA POLÍTICA Elegir un camino No debiera haber en el discurso espacio para dos o más almas que chocan entre sí, ni que el texto admita distintas interpretaciones sobre el foco que se ha querido dar a la conducción del Gobierno. La irresponsabilidad del Gobierno para abordar el tema del CAE quedará como un ejemplo de manual no solo de populismo y de distorsión de las prioridades sociales, sino también de indolencia y falta de definición..