Manifestaciones marianas en Latinoamerica, una historia compartida
Manifestaciones marianas en Latinoamerica, una historia compartida A Sin haber sido el rasgo más característico de la primera evangelización, el marianismo constituye una de las claves esenciales de la experiencia religiosa propiamente latinoamericana. A lo largo de todo el continente florecen santuarios y fiestas que recuerdan a la Madre de Dios con diversos nombres y rostros en sus distintas advocaciones. En esta semana en que celebramos a la Virgen del Carmen, patrona de Chile, compartimos la primera parte del artículo de la socióloga Sofía Brahm publicado en Humanitas n*109. El texto completo y las referencias están disponibles en www.humanitas.cl. HUMANITAS POR SOFÍA BRAHM.
El surgimiento de la devoción Si bien muchas de las imágenes veneradas en Latinoamérica fueron traídas por misioneros y conquistadores, el puntapié inicial de la mayoría de las devociones han sido apariciones o hechos extraordinarios agrupados bajo el nombre de mariofonías: una imagen que se ilumina misteriosamente, otra que llora, una que se encuentra prodigiosamente en un lugar alejado y que, de manera insistente, vuelve siempre al mismo lugar; otra que a pesar de ser pequeña pesa demasiado; que aunque esté adentro del agua, no se moja, o que fuera de ella aparece siempre mojada. Estos sucesos extraordinarios han constituido gran parte del cimiento de la fe popular mariana latinoamericana.
La aparición de la Virgen de Guadalupe en el Cerro del Tepeyac a san Juan Diego Cuauhtlatoatzin en 1531, ape= nas doce años después de la llegada de Hernán Cortés a México y diez años después de su conquista, fue la primera manifestación de María en el continente. Tras este evento, las mariofonías se han sucedido sin interrupción, teniendo un rol clave en la configuración religiosa del continente. En la mayoría de los casos el surgimiento de una devoción comparte patrones y contextos similares.
Algunos ejemplos característicos, entre los años 1612 y 1613 en Cuba la Virgen de la Caridad fue encontrada flotando sobre una tabla luego de una gran tormenta, sus ropajes se encontraban secos; en 1630 una carreta que transportaba una imagen de la Virgen se detuvo a orillas del río Luján y, pese a los intentos de los bueyes, estos no consiguieron moverla a menos que bajaran la imagen, por esta razón debieron dejarla en el camino; en 1635 en Costa Rica fue encontrada la Virgen de los Ángeles en medio del bosque, cada vez que se llevaba o guardaba en otro lugar, la imagen desaparecía y volvía al lugar de la aparición.
Nuestra Señora de Aparecida fue encontrada en Brasil en 1717, estaba flotando en el río Paraíba luego de diversos intentos infructuosos por pescar, luego de su hallazgo la pesca fue abundante; en 1747 en Honduras Nuestra Señora de Suyapa apareció bajo la alforja de un pequeño campesino mientras dormía en la montaña; a fines del siglo XVII la Virgen de Cotoca fue encontrada en el hueco del tronco de un árbol por unos esclavos que escapaban de ser enjuiciados injustamente. Las mariofonías han sido eventos decisivos para laevangelización.
Existen datos que muestran, por ejemplo, cómo los bautizos se multiplicaron entre la población indígena en los años posteriores a la aparición de Guadalupe. * Lo que los misioneros buscaron con grandes esfuerzos, María lo consiguió de una forma sorprendente. Es por este hecho que se afirma que María ha sido una de las principales misioneras del continente.
Ella, mediación escogida para la encarnación, también ha sido mediadora para la encarnación del Evangelio en el corazón y la cultura de los pueblos de Latinoamérica, y su presencia ha facilitado la aceptación y acogida de su Hijo.
En la actualidad se cuentan cientos de imágenes de María que tienen la fama de milagrosas y que reciben el culto y la veneración de los fieles, en torno a las cuales se han levantado santuarios que, a contrapelo con la secularización, año tras año congregan a multitudes en los días de fiesta. Hay en América Latina cerca de 250 santuarios, la mayoría de ellos dedicados a alguna advocación mariana. De todas las manifestaciones marianas, son muy pocas, sin embargo, las que han sido reconocidas y aprobadas oficialmente por la Iglesia, como es el caso de la aparición de la Virgen de Guadalupe en México. A nivel de iglesias locales, existen en el mundo tan solo dieciséis apariciones aprobadas por obispos, seis de las cuales han ocurrido en Latinoamérica.
Estas son: la aparición de Nuestra Señora del Buen Suceso entre 1594 y 1634 en Quito, Ecuador; la de Nuestra Señora de Coromoto en 1652 en Guanare, Venezuela; la de Nuestra Señora de las Lágrimas en 1930 en Campinas, Sao Paulo, Brasil; la Bendita Virgen de Cuapa, aparición de 1980 en San Francisco de Cuapa, Nicaragua; María Virgen Madre Reconciliadora de todos los Pueblos y las Naciones aparecida en la Finca Betania, Miranda, Venezuela, en 1984, y la Virgen del Rosario de San Nicolás aparecida entre 1983 y 1990 en San Nicolás de los Arroyos, Buenos Aires, Argentina.
Dos de los casos mencionados cuentan con imágenes archeropitas, es decir, no hechas por manos humanas, como es la tilma de Juan Diego con la imagen de la Virgen de Guadalupe y un pequeño pergamino de la Virgen con el niño Jesús en brazos, entregado al cacique Coromoto en Guanare, Venezuela. Para la Iglesia estas devociones han significado muchas veces un "dolor de cabeza", puesto que desvían de la práctica tradicional de la fe.
Sin embargo, también se reconocen como un "imprescindible punto de partida"*, que, como se afirma en el Documento de Medellín, la Iglesia "acepta con gozo y respeto, [... ] como "semillas del Verbo", y que constituyen o pueden constituir una "preparación evangélica?"*, reconociéndose, más aún, como "fuerza activamente evangelizadora"*. El hecho de que las apariciones y otras manifestaciones sean el punto de partida de las diversas devociones, evidencia que un rasgo característico de la experiencia mariana propiamente latinoamericana es que está enmarcada en un contexto de copresencialidad, a diferencia de lo que ocurre.
Manifestaciones marianas en Latinoamerica, una historia compartida VIERNES 18 DE JULIO DE 2025 / DIARIO FINANCIERO "Las manifestaciones de María son eventos cuyos protagonistas son generalmente miembros de grupos sociales desfavorecidos, [... ] son aquellos a quienes la sociedad no suele ver ni considerar, pero que María, al RO les muestra que han sido vistos y reconocidos. Ellos son los juanes y las juanas que, al igual que al iscípulo al pie de la cruz, Jesús les regala una madre (cf. Jn 19,27)". Imagen aérea del Santuario de Aparecida, Brasil. ORuy Facanario con la devoción a Cristo, cuya centralidad es la transmisión de un mensaje.
Mientras los misioneros evangelizaron principalmente al modo de la catequesis, centrándose en Cristo, en sus palabras y obras presentes en el Evangelio, y en su manifestación a través de los sacramentos, el marianismo avanzó a contrapelo, con un marco y una lógica diferente.
Esta centralidad puesta en la presencia distingue también a las manifestaciones marianas de Latinoamérica de las europeas, como son, por ejemplo, la devoción a la Virgen de Fátima ola Virgen de Lourdes, donde el énfasis recae en el mensaje, el llamado a la conversión y las palabras pronunciadas, mientras que en las devociones latinoamericanas lo que importa es que María se hace presente, que está y que, al estar, valida, dignifica, realza. De este modo, la espiritualidad mariana del pueblo latinoamericano se construye a partir de encuentros y experiencias personales con su madre. Las distintas manifestaciones marianas del continente no tienen casi nunca un mensaje involucrado.
En este sentido, son ilustrativas las palabras que le dijo la Virgen de Guadalupe a Juan Diego cuando se le apareció en 1531 en el cerro del Tepeyac: "¿ No estoy yo aquí que soy tu madre?, ¿no estás bajo mi sombra y resguardo?, ¿no soy yo la fuente de tu alegría?, ¿no estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos?"*. El mensaje principal que le entrega María a Juan Diego es señalarle que tiene una madre que lo protege y consuela, que devuelve la salud, que intercede ante su hijo, y que llora por sus sufrimientos. Destinatarios de las manifestaciones Las historias de las apariciones ocurren generalmente en pequeños poblados alejados y desconocidos, cuyos habitantes y sus labores representan la situación cotidiana de los pobres del continente.
Asícomo la Virgen de Guadalupe se le manifiesta a Juan Diego Cuauhtlatoatzin --un indígena cristianizado delos poblados cercanos a Tenochtitlán--, en todas las manifestaciones María escogería a miembros de los grupos más desfavorecidos de su época.
Así, por ejemplo, la historia de la Virgen de Luján es también la historia del Negro Manuel, esclavo africano que cuidó de la imagen hasta su muerte y que recibía y ungía a los enfermos que la visitaban; es asimismo la historia de los gauchos, troperos y negros que pasaban por "María ha sido una de las principales misioneras del continente.
Ella, mediación escogida para la encarnación, también ha sido mediadora para la encarnación del Evangelio en el corazón y la cultura de los pueblos de Latinoamérica, y su presencia ha facilitado la aceptación y acogida de su Hijo". aquella ruta comercial y que conformarían la cultura río platense.
La Virgen de los Ángeles, de Costa Rica, se le aparece a una niña mulata conocida popularmente como Juana Pereira, que vivía en un lugar llamado la Puebla de los Pardos, formado como reducción para mulatos, negros libres y mestizos bajos.
Se sabe que la niña que encontró la imagen sí existió, pero como se desconoce su nombre verdadero se le llama "Juana Pereira", como homenaje a todas las campesinas de la época, cuyos nombres y apellidos más comunes eran "Juana" y "Pereira" y así extender ese honor a toda la cultura indígena y afrodescendiente de Costa Rica. En Chile, la Virgen de Andacollo fue encontrada por un indígena encomendero que trabajaba en las minas de oro de la zona y que vio en ella una protección. En Cuba, la Virgen de la Caridad se le aparece a dos hermanos indígenas, Rodrigo y Juan de Hoyos, y un pequeño ayudante afroamericano, todos ellos esclavos de las minas de cobre. En Venezuela la Virgen se le apareció al cacique indígena Coromoto, de las tribus de los Cospes, en medio de la montaña. En Brasil, Nuestra Señora Aparecida fue encontrada por un grupo de pescadores, posiblemente esclavos, en el río Paraíba, sus nombres eran Domingo Garcia, Joáo Alves y Filipe Pedroso. En Honduras, Nuestra Señora de Suyapa o "La morenita" fue hallada por los campesinos mestizos Alejandro Colindes, de once años, y Lorenzo Martínez, de nueve años, mientras ejercían sus labores de labranza en la montaña. La Virgen de Cotoca, de Bolivia, es encontrada por unos esclavos acusados injustamente de asesinato.
Las manifestaciones de María son eventos cuyos protagonistas son generalmente miembros de grupos sociales desfavorecidos, son esclavos, niños, indígenas, mestizos y mulatos, analfabetos e incluso ignorantes respecto a las doctrinas de la Iglesia, son aquellos a quienes la sociedad no suele ver ni considerar, pero que María, al escogerlos, les muestra que han sido vistos y reconocidos. Ellos son los juanes y las juanas que, al igual que al discípulo al pie de la cruz, Jesús les 31 31 regala una madre (cf. Jn 19,27). Este elemento es central a la hora de desarrollarse una devoción, donde se asume y se acepta a María como madre propia, pues ella ha escogido a un igual para hacerse presente.
Así, señala el Documento de Santo Domingo, "Su figura maternal fue decisiva para que los hombres y mujeres de América Latina se reconocieran en su dignidad de hijos de Dios"*, y como se señala en el Documento de Aparecida, "ha contribuido a hacernos más conscientes de nuestra común condición de hijos de Dios y de nuestra común dignidad ante sus ojos, no obstante las diferencias sociales, étnicas o de cualquier otro tipo"*. Los relatos de las apariciones parecen mostrar una predilección de María por los pequeños, así como su Hijo alaba al Padre por haber "ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños" (Mt11,25). Son los pobres, así como fueron los pastores de Belén, los primeros en escuchar, ver y comprender, y quienes permanecen fieles en medio de las tribulaciones.
A ellos pertenece el reino de los cielos, a los pobres de espíritu, a los mansos, a los que lloran, a los que tienen hambre y sed de justicia, a los misericordiosos, a los limpios de corazón, a quienes trabajan por la paz y los perseguidos por causa de la justicia (Cf.
Mt5,3-12). Como afirma el Papa Francisco, solo el corazón de los pobres y los pequeños es capaz de poner su seguridad en Dios y no en sus conocimientos y riquezas, y vivir así una existencia despojada, donde puede hacerse parte el Señor. (... )* * Texto completo y todas las referencias disponibles en www.humanitas.cl. disponibles en www.humanitas.cl. Veintiséis años sirviendo al encuentro de la fe y la cultura www.humanitas.cl www.humanitas.cl.