Autor: . MAX SILVA ABBOTT
COLUMNAS DE OPINIÓN: Un aparente punto de encuentro
COLUMNAS DE OPINIÓN: Un aparente punto de encuentro Opinión Un aparente punto de encuentro Durante muchos siglos, incluso antes del surgimiento de la cultura occidental, diversos pensadores, iniciando por los griegos, se esfor zaron porencontrar ciertos parámetros morales y jurídicos comunes (un criterio objetivo y demostrable del bien y del mal) lo que dio ori gena diversas tradiciones de pensamiento que abogaban por la exis tencia de un Derecho natural, esto es, un orden jurídico cuyos conte: nidos, al menos los básicos, podían ser descubiertos a partir del estu: diodelserhumano y de sus necesidades. Sin embargo, esta confianza en lograr descubrir un conjunto -comose diría hoy de valores universalesse hizo añicos, fruto de lavo: lución filosófica de Occidente, sobre todo desde el siglo XIX. De este modo, muchos consideraron que loscriterios del bien y del mal resultaban imposi bles de justificarracionalmente, moti vo por el cual dependían para cada in dividuo de sus gustos y sentimientos. Y de ahí vienen las notables disputas que hoy existen sobre el bien y el mal, fruto de este no-cognitivismo ético.
No obstante, a mediados del siglo XX, en particular como consecuencia dela Segunda Guerra Mundial y del Holocausto, se dio un enorme impulso ala idea de "derechos hu: manos", es decir, de un conjunto de prerrogativas universales que de: bían respetarse para cada persona, por el solo hecho de pertenecer a la especie humana, al margen de las diferencias culturales. ¿Quería decir lo anterior que había sido superado este no. cognitivismo ético y se había vuelto a una especie de nuevo Dere: cho natural? Nada de eso. Ello, pues el no-cognitivismo ético ha seguido presen: teen vastos sectores hasta la actualidad. Y como era de esperar, su per vivencia ha generado discusiones sin fin, tanto respecto del contenido deestos derechos como de su fundamento. Esto explica que conel correr del tiempo hayan ido surgiendo más y más derechos, por muy Pese a haber tantas concepciones distintas sobre DD.
HH,, todos insisten en su universalidad, en su evidencia y en la exigencia de que sean protegidos por el Estado, incluso con su poder coactivo. alambicados o incompatibles que resulten respecto delos defendidos inicialmente, y que también se haya producido una notable evolu: ción respecto de sus titulares, que antessolo eran los seres humanos.
Poreso hay corrientes que excluyen a categorías enteras de miem: bros de la especie humana y/o incorporan cada vez a más entidades no humanas, como animales, vegetales e incluso seres inertes, al pun: to que casi todo parece tener "derechos" desde su perspectiva.
Portanto, la conclusión eslógica:este aparente punto de encuentro que hoy parecen encamar los "derechos humanos", no lo es en abso. luto, pues cadasectorlosentiende asu modo y le añade a este concepto"sus" propios derechos, queen no pocasocasiones puedenser muy distintos y hasta opuestos a los de otros, pese a mantener la misma nomenclatura. Sinembargo, pese a habertantascon cepciones distintas sobre los "derechos humanos", todos insistenensu univer salidad, en su evidencia y en la exigen cia de que sean protegidos por el Esta do, incluso con su poder coactivo. De ahí que resulte obligado indagar más que nunca no solo en el contenido que encierra cada versión de los mismos, sino sobre todo en la causa de lo anterior: su fundamento.
No tener en cuenta este dato crucial puede llevar no sólo a equí vocos muy graves al debatir acerca de los "derechos humanos", sino incluso a ayudar a posturas exactamente opuestas a las que se quieren defender. opuestas a las que se quieren defender. MAX SILVA ABBOTT Doctor en Derecho, profesor de Filosofía del Derecho Universidad San Sebastián "7.