Autor: Juanita Ortiz Bonilla
Pintor repasa su larga trayectoria desde su hogar en Cartagena
Hugo Jorquera tiene un prestigio bien ganado tanto en Chile como en el extranjero por su labor en la docencia universitaria y también por la excelencia de sus obras.
Ugo Jorquera Contreras (83) es dueño de una brillante trayectoria artística de más de 60 años. El destacado pintor nacido en la comuna de Estación Central. Estudió en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile, perfeccionándose en París, gracias a que fue becado por el gobierno de Francia.
Luego de toda una vida dedicada al arte y a la docencia en casas de estudios superiores de Chile, entre ellas la Universidad de Chile, la Universidad de Concepción y la Umce, en febrero de 1976 se radicó en Caracas, Venezuela junto a su familia durante 20 años, por lo que guarda gratitud a ese país que lo acogió como artista, permitiéndole desarrollar su gran talento, lo que quedó reflejado en las obras a las que les dio vida mientras estaba lejos de su tierra.
En 1991 regresó a nuestro país y su impacto emocional fue tan grande que tuvo que tomar terapia con un siquiatra con el que al final terminaron siendo muy amigos y ayudándose mutuamente para sanar heridas del alma. Con el paso del tiempo retomó su trabajo en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (Umce), donde impartió la cátedra de Expresión y Comunicación en el Departamento de Educación Preescolar. Además, en el mismo plantel ocupó el cargo de director de Extensión entre los años 2000 y 2009. En esa etapa estaba cuando decidió dejar atrás el ajetreo y el bullicio incesante de Santiago.
La nostalgia de su infancia, cuando viajaba a Cartagena en tren junto a su hermano mayor, lo hicieron pensar en la magia que encuentra en cada rincón del balneario que ha inspirado a poetas, pintores y soñadores, donde se radicó hace 25 años, lugar donde hoy asegura está tranquilo y feliz. -¿ En qué momento descubrió su pasión por el arte? -Yo creo que fue en el tiempo en que ingresé al liceo, a los 14 años más o menos.
Ahora la conciencia de que eso podía ser para mi, la tuve cuando una amiga de infancia de mamá -ellas se conocieron en San Felipe y cuando se vinieron a Santiago se siguieron viendoy que la conocía como “la tía Amantina”, se lo dijo a mi mamá. -¿ En qué influyó la tía Amantina?-Esta tía cuando yo tenía ocho años le dijo a la mamá: “Eva, hoy voy a predecir el futuro de Hugo, este niño”. Y predijo que iba a ser pintor y además le agregó algo que siempre me ha llamado la atención en esa especie de vaticinio, “va a conocer el mundo y va a volar en avión”. Eso nunca lo olvidé.
Andar en avión para un chico pobre que sólo veía los aviones cuando pasaban por Cerrillos y que no estaba en mis posibilidades pensar en subirmea uno, ni tampoco a mi madre porque éramos una familia muy pobre. -Ella fue una motivación pa yendo sagradamente todas las semanas a casa y a nosotros nos gustaba porque nos mandaba a comprar pan al almacén de la esquina. Entonces fue viéndome crecer.
A los 10 años ya me decía, el futuro pintor? Cuando cumplí 16 años, llegó y me dijo directamente “Hoy, hugo tienes que empezar tu carrera de pintor”. Me pasó dinero y me pidió que fuera a San Felipe y pintara dos cuadros, uno para ella y el otro para mi mamá en homenaje a su amistad. Yo me puse feliz porque no sabía lo que era tener dinero, ni siquiera para la Pascua. Fui caminando desde Estación Central, donde vivía, hasta frente a la Universidad Católica donde había una librería Nacional. Compré todo lo que me dijeron que iba a necesitar y al otro día tomé el tren a San Felipe. Antes de llegar a la estación escuché el tacatacataca del puente y lo quise pintar. -¿ Cómo resultó esa aventura?-Muy entretenida. A los días siguientes me fui a una avenida y me aposenté. Las casitas y los cerros al fondo, me pareció que yo estaba hecho para la fama. Pinté con mucho fervor durante varias mañanas, hasta que terminé.
Regresé a Santiago, le entregué los cuadros y qué le digo... quedaron felices. -¿Qué lo impulsó a ingresara la Escuela de Bellas Artes? -Con el tiempo, quizás por los profesores que tuve en el liceo en ese tiempo, que me estimulaban porque era un liceo renovado, era el Darío Salas en esos años, se llamaba renovado porque íbamos aprendiendo haciendo las cosas. Eso me provocó la segunda convulsión, me di cuenta de que los libros me gustaban de tal modo, que fui el primer muchacho del barrio en ira la universidad.
Por eso que los viejos del barrio que eran obreros, cuando me veían pasar con mis libros para ir al primer año me decían, “que le vaya bien Huguito, estudie mucho, no se distraiga”. En la universidad se cumplió lo que estaba anunciado, fui el mejor alumno de mi generación.
Me becó el gobierno francés y por supuesto, cuando fui a abordar el avión Air France al aeropuerto acompañado por mamá y mis hermanos, la tía Amantina, que ya había fallecido, estaba por ahí sonriendo, no podía dejar de recordarla. LLEGA A VENEZUELA En 1976 Hugo Jorquera decidió irse a Venezuela con su familia.
La personalidad alegre de la gente lo obligó a dejar de pintar paisajes en tonos oscuros y debió incorporar otras temáticas y usar tonos cálidos para captar la atención del nuevo público que quería conquistar. -¿ Cómo fue su vida en Venezuela?-En Venezuela me reconocían como pintor y artista. Realicé una labor muy fuerte allá, pero fue una labor que es complejo definirla en pocos términos, pero que significó que llegué a un país sorprendente, con música, gente, todo era así.
Cuando llegué me presenté a la escuela de Bellas Artes, recomendado por un amigo, para hacer una exposición y el director me dijo, “pero maestro, usted lo que necesita es trabajar con nosotros, no exponer”. Me ofreció lo que quisiera hacer, como pintura, dibujo, grabado o estética.
Esa acogida nunca la voy a olvidar. -¿ Después de 20 años le costó volver a dejar todo para ? -Cuando me despedí de Venezuela les dije, “queridos amigos me voy y tengo el deber de decirles que me voy con mis manos limpias. Yo nunca estafé a este país tan amado, nunca le robé, nunca le sustraje algo y nunca le mentí.
Por lo tanto, hice la obra que pude y la hice con todo, pero con las manos limpias”. Esto porque no hacía tantos años el secretario general de la Universidad de Concepción cuando me expulsó violentamente me dijo: “rata, no tiene ningún futuro un ser como usted... ” -¿ Está comprobado que logró hacer una destacada carrera?-Tiempo después fuimos con René Poblete y Ruperto Cádiz, dos pintores con los que fuimos compañeros en la Escuela de Bellas Artes a la universidad de Concepción, donde nos invitaron a exponer, debe haber 1993. Fue una exposición colectiva muy linda. Cuando el maestro de ceremonias nos dio la palabra, pensé ese era el momento de decir lo que sentí por todos esos años. Entonces dije “ese gorila que se llamaba así y tal año, me expulsó violentamente de la universidad asegurando que yo era una rata que no tenía futuro. He vuelto y esto que está aquí en las paredes es loque he hecho(... ) Se equivocó conmigo, porque soy un hombre honrado y estoy aquí, con mis manos limpias.
Una persona que era una autoridad de la universidad tomó la palabra y me dijo, “profesor, maestro, señor Jorquera en nombre de la universidad, en mi persona, le pido perdón por la ignominia que cometió ese ser.
Le pido perdón por lo que ocurrió hace tantos ” años”. -¿ Por qué eligió esta zona para vivir? -Me atrajo siempre porque desde mi infancia vivía en Estación Central, a una cuadra de los trenes, entonces crecí con esas cosas de los trenes sonando, la sonoridad, los humos y toda acción tan hermosa que hay en las estaciones de trenes. El tren que venía a Cartagena partía desde ahí y nos veníamos con mi hermano mayor. Él era tapicero de oficio, una persona sencilla pero muy querendón, me quería mucho como su hermano chico.
Me traía con sus amigos grandes del barrio en ese “trencito mágico”. Bajarse e iniciar la caminata hasta la Playa Chica era toda una historia. -¿ Qué destacaría de Cartagena?-Una mañana salí a caminar por la plaza y en un lugar había una de estas personas que están en el suelo sentados pidiendo limosna.
Entonces yo saqué mil pesos y se los pasé, estamos hablando de hace diez años atrás, se quedó mirando el billete y me dijo “¡ es que Dios existe! ”, la convicción que le produjo a él y la manera en que tradujo esa impresión, nunca me he olvidado de eso. Eso sólo ocurre en Cartagena. -¿ Cómo surge la idea de publicar un libro con su biografía?-El fondo editorial de la universidad me ofreció hacer un libro sobre mi, como un reconocimiento. Empezó a hacerse y se designó a un profesor que tiene mucha formación como esteta, para hacer una introducción estética, así pura, sobre mi trabajo. Vino acá y luego de tres sesiones me dijo que había hecho un resumen de 18 puntos y me pidió que yo los escribiera. Lo hice, escribí diez páginas del libro, sin pretender ser escritor.
El libro salió al año y medio (2022) -¿ Cómose siente actualmente?-Con mi regreso me gradué de jubilado, tengo buenos amigos, algunos han muerto como Poly Délano y Zambrano, he conquistado otros y vivo en la sencillez de una vida acá sin mayores pretensiones, pero estoy contento. He hecho una obra importante, también aquí en Chile, que no podría decir sencilla porque está hecha de muchas complejidades. Me he reencontrado no sólo con Chile, sino que con esta ciudad. Miro por la ventana, la tarde cae y pienso, “Hugo, ¿cómo ves la tarde?” Y me digo, todo está en su lugar. O
LA UNIVERSIDAD METROPOLITANA DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN PUBLICÓ UN LIBRO CON LA VIDA DEL PINTOR CUANDO SE JUBILÓ.
Cuando cumplí 16 años, (tía Amantina) llegó y me dijo directamente “Hoy, Hugo tienes que empezar tu carrera de pintor”. Me pasó dinero y me pidió que fuera a San Felipe y pintara dos cuadros”, Hugo Jorquera.
HUGO JORQUERA SE RADICÓ EN CARTAGENA EN 1998. VIVE EN UN SECTOR TRANQUILO.
Me he reencontrado no sólo con Chile, sino que con esta ciudad”, Hugo Jorquera
EN VENEZUELA DEBIÓ INCORPORAR COLORES MÁS LUMINOSOS A SUS OBRAS.
EN OCTUBRE DE 2022, HUGO JORQUERA DONÓ 12 PINTURAS A LA UNIVERSIDAD DE TALCA.