Autor: Carlos Williamson Clapes UC
Chile, sombras y futuro
La metáfora de un país que asemeja un organismo vivo con dolores y aspiraciones encontraría a Chile en unestado derelativo abatimiento, un tanto melancólico y temeroso por su futuro. Razones hay de sobra. La pandemia en pocas semanas puso ala humanidad de rodillas y ha dejado graves secuelas: una sensación de miedo frente ala fragilidad de la vida, severas lagunas en laeducación escolary deterioro enlasaludmentaldejóvenes y adultosmayores. Unacrisis económica que golpea la puerta enlos sectores de menoresrecursos yse dejasentircuandoal final demeslaplataescasea.
Una crisis política que hizo las instituciones tras el estallido social y que tuvo dos momentos de esperanza: delproceso constitucional paraconstruiruna nueva “casaencomún” y el triunfo de Gabriel Boric y su promesa de oxigenar la política con unnuevo estilo de gobierno. Enambos casos, elresultado deja unsaboramargo.
Altextofrustrólosanhelos deconcordar en una nueva Constitución y la desilusión delhechizoroto de un gobierno sin rumbo político claro y que fruto de lainexperiencia y escaso liderazgo apuesta a la prueba y al error, se ha traducido en escasa gobemabilidad. Peropensandoenel Chile del futuro esimperioso un nuevo pacto social que permitaretomar elesquivo camino del desarrollo. Amijuicio, hay tres temas ineludibles. Primero, abordar el proceso de una nueva Constitución.
Pensar que con cerróeltemarevela miopía política y arriesga seguir erosionando las bases institucionales que le han permitido a Chile décadas de progreso porlasimple razón de que una nueva Carta Fundamental, es “fundamentalmente” un símbolo de unión y la actual, aunque nos pese, no es segundo, unacuerdo gobierno y oposición donde esta última actúe con lamagnanimidad queno tuvo laactual administraciónen el pasado, para concordaruna hojaderuta quepasaporexigiruna agenda dondelaseguridady la educación de adolescentes seanla prioridad, peroquetambiénseallane alograrunconsensoenmaterialegislativa enpensiones y tributación. Y lotercero, somos un país embriagado de desconfianza y conun escepticismo toscoqueaneganuestravidacívica. Hemosidoperdiendolosanclade virtudes que permiten ordenarnuestraconvivencia. Superarlo, requiere mucho coraje moral, nos involucra a todos y debe ser parte integrante de ese nuevo “contrato social”.