¿Nos duele Chile?
¿ Nos duele Chile? COLUMNA DE OPINIÓNmisma”, afirmaba. Por su parte, Jorge Prat se lamentaba de la dolorosa destrucción que el marxismo había causado en el país; su último texto, publicado post-mortem, es un desgarrador lamento. A Mario Góngora lo angustiaba el materialismo económico que veía expandirse por Chile, asociado a la masificación de la vida. Y Jaime Guzmán se dolía de la pérdida de autonomía de los organismos intermedios, asolados por el intervencionismo estatal.
Los dolores de Gonzalo Vial se volcaron en sus magistrales columnas sobre la destrucción de la familia chilena y los atentados a la dignidad de los más pobres, mientras su her-¿ Nos vamos a quedar ahí, a la cabecera del enfermo, viendo cómo por nuestra apatía puede llegar a agonizar?mano Juan de Dios sufría por la sistemática destrucción de la vida universitaria chilena entre 1967 y 1973. Paralelamente, Juan de Dios Vial Larraín mostraba lo doloroso que era el deterioro de la formación humanista en los mundos escolar y universitario. Antes, Encina, Edwards, Mistral y Frei también habían llorado lo suyo, por nuestra inferioridad económica, por nuestro deterioro institucional, por nuestra débil vocación pedagógica, por la ruptura entre la política y el espíritu.
Quizás lo más terrible es que ahora estamos llorando por todas esas penas juntas y por otras más que nuestros próceres ni siquieraUnamuno dejó disponible su “me duele España” para que, en cualquier época y en cualquier nación, se pueda expresar con sus palabras una angustia similar. Nos duele Chile, y mucho, perono tiene sentido hacer ahora el elenco de nuestros dolores. Una semana cualquiera, de las más recientes, entrega datos para que la ficha médica nacional se llene con dramática información. Si alguien no lo considera así, perdón, está “muerto”. El viejo dicho sostiene que después de los 40, si una mañana usted se despierta y no tiene achaque alguno, usted está muerto. Si hoy, al despertar, usted no sintiódolor alguno por Chile, usted está muerto. Cuestión para discutir en otra instancia es si este es o no el más doloroso momento de nuestra historia nacional. Disputarían con buenas razones una y otra postura. Lo que sí puede afirmarse es que han sido muchos y muy notables los compatriotas célebres que han descrito nuestros dolores en el pasado y que, desgraciadamente, sus lamentos no parecen haber encontrado adecuada curación. A Jaime Eyzaguirre le dolía toda Hispanoamérica y Chile muy dentro de ella por su falta de identidad, porque “no se pertenece a sísospecharon.
Pero, ¿nos vamos a quedar ahí, a la cabecera del enfermo, viendo cómo por nuestra apatía puede llegar a agonizar, en medio de otros nuevos padecimientos, aún ni siquiera imaginados? Jaime Eyzaguirre escribió y publicó muchísimo, para influir en decenas de miles de compatriotas, hasta hoy; Jorge Prat se implicó en variadas tareas editoriales, administrativas y políticas para enfrentar al marxismo, cara a cara; Mario Góngora predicó la esperanza, revulsivo de todas las desilusiones; y Jaime Guzmán forjó generaciones de servidores públicos que han enfrentado todas las pobrezas, todos los dolores. Gonzalo Vial fundó colegios y dirigió la educación en Chile, tanto desde el Estado como desde las universidades; su hermano Juande Dios consolidó la magistral obra restauradora de la P.
Universidad Católica de Chile iniciada por el preclaro rector Jorge Swett; y el rector Vial Larraín, de la Universidad de Chile, articuló el más notable proyecto de recuperación de la formación humanística que se haya conocido en el país, aún pendiente de aplicación.
Cada uno de ellos hizo una aportación notable. ¿No se las podría articular, potenciando así un gran empeño por aliviar los dolores de Chile, y hacer que la amada Patria pueda volver de nuevo a vivir bien?Si desea comentar esta columna, hágalo en el blog. COLUMNA DE OPINIÓN Por Gonzalo Rojas