Autor: OSMAN CORTÉS ARGANDOÑA
¡ JARPA DIO LA ORDEN!
La orden fue perentoria del ministro del Interior, Sergio Onofre Jarpa, al comandante del regimiento N* 23 “Copiapó”, Alejandro González Samohod, ese mediodía del 5 de septiembre de 1984, después de un tenso diálogo con el rector designado de la Universidad de Atacama, Vicente Rodríguez Bull. -¡ Desaloje a esos delincuentes de la universidad, comandante! Alrededor de 400 alumnos ocupaban la carretera Panamericana desde antes que el sol de septiembre invadiera el ámbito de la casa de estudios, concretando el acuerdo de la Federación de Estudiantes de unirse a la protesta nacional contra la dictadura cívico militar de Augusto Pinochet. Carabineros fue superado por la fuerza arrolladora de la protesta juvenil premunida de piedras y palos que hizo retroceder a la policía desde Avenida Copayapu hacia Centenario en Copiapó.
Cada vez se unían más estudiantes a la protesta que continuaba el ejemplo de los mineros de El Salvador que irrumpieron con la primera manifestación anti dictatorial en 1983 que se conociera en Chile. 400 mineros fueron despedidos y sus dirigentes encarcelados, siendo ministro el mismo Jarpa. El camión militar ingresó derribando el portón del Area Norte a un costado de la cancha de fútbol. Los estudiantes se replegaron hacia el interior de la casa de estudios, mientras los conscriptos descendían del vehículo y disparaban al aire, previa orden del militar a cargo. Muchos alumnos, entre ellos, los secundarios de la Escuela Técnico Profesional, se sumergieron en las aguas del río que Cruzaba la universidad, oculto detrás de los cañaverales. Otros corrieron hacia los cerros y treparon ágilmente, entre ellos el estudiante de ingeniería de Minas, Guillermo Vargas Gallardo quien fue alcanzado por las balas de guerra percutadas por los conscriptos. Su cuerpo quedó desplomado en la montaña. Los anónimos soldados continuaron disparando hiriendo a otros quince alumnos. La dantesca escena acrecentó su dramatismo al recibir otro “alumno” un disparo a “boca de jarro” de un soldado que había observado que el joven esgrimía una pequeña metralleta extraída de su chaqueta. El “alumno” matriculado en la carrera de ingeniería, era el jefe de la Central Nacional de Inteligencia de la zona, teniente Julio Briones Rayo, quien falleció posteriormente en la urgencia del hospital regional. Los quince heridos fueron trasladados al recinto hospitalario y alrededor de 300 detenidos a lugares de reclusión. El “alumno” Julio Briones Rayo, iba a clases diariamente, compartía con sus “compañeros” en el casino y en fiestas. Los conoció a todos de preferencia a los dirigentes. Pero no pudo detener la protesta.
Cumplía con tenerlos a todos “rigurosamente vigilados”. Las muertes se produjeron debido a la orden que emitió el “campechano” agricultor que las oficiaba de ministro del Interior de Pinochet, Sergio Onofre Jarpa, fallecido hace pocos días. Los hechos son relatados con rigurosidad en mi novela-verdad “Las Muertes Perpetuas”, Editorial Plural de la Universidad Mayor de San Andrés, La Paz Bolivia. Diciembre 2014.