Autor: Profesor titular de la Facultad de Derecho UDP
Un gabinete con sentido histórico
El gabinete del debut Abriel Boric, presidente electo, decidió dar un paso adelante en la conducción del proceso político. Rompió con lo tradicional en varios sentidos, para formar un gabinete combinado: entre mujeres y hombres, Apruebo Dignidad y ex Concertación, liderazgos jóvenes y viejos, políticos y economistas de fuste.
La presencia del extremo comunista quedó minimizada y, salvo Vallejo (quien por lo demás tiene cercanía personal con los otros miembros del comité político), las carteras de esa subcultura no están en el círculo más estrecho del poder. Boric ha mostrado lucidez. La viene exhibiendo desde su discurso del triunfo. La expone con el nuevo gabinete. A veces parece como si se estuviera midiendo desde la perspectiva de los historiadores del futuro. Puede sonar estrafalario, pero ese es, precisamente, el modo en el cual debe estimarse un Presidente de la República. La comprensión histórica es la que decanta lo significativo de lo banal, lo realmente transformador de la medida irrelevante. La crisis honda por la que atravesamos, la crisis del bicentenario, tiene en su base un componente político. Se trata de la pérdida de legitimidad masiva de las instituciones, los discursos y las élites políticas. Ellos no logran articular las pulsiones, anhelos y capacidades populares; el pueblo nose siente acogido en las instituciones, discursos y liderazgos, y deviene rebelde. El desafío político fundamental es el de recuperar esa legitimidad perdida.
Esa misma estructura luce tener la disminución de la productividad de nuestra economía: un sistema político incapaz de comprender adecuadamente la situación del elemento humano y el territorio, de entender al país como totalidad y de imaginar la infraestructura tecnológica, educacional y territorial capaz de catapultar la productividad hacia un nuevo estadio, de insuflarles nueva vida a las fuerzas productivas nacionales. Las salidas a este tipo de crisis demoran, pues requieren efectuar cambios hondos, de instituciones, liderazgos y maneras de sentir y pensar, todos los cuales demoran. No existen atajos, como si pudiesen parirse de la nada instituciones, élites y discursos adecuados. La salida exige todo un conjunto de tareas, de diseño institucional; de renovación paulatina de élites y adquisición y traspasos de experiencia; así como de prospección, imaginación y producción de nuevos discursos. El gabinete parece ser un paso pertinente en el significado preciso de venir a renovar masiva, pero no totalmente, de manera equilibrada, podría decirse, las élites y las capacidades comprensivas de las izquierdas.