Autor: Por Gonzalo Valero Acevedo
La empresa de la UP que buscó cambiar la vivienda social en Chile
Salvador Allende visitando la empresa KPD que estaba ubicada en el sector de El Belloto.
Foto del archivo histórico del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu). El 8 de julio de 1971 un terremoto de 7,7 grados en la escala de Richter sacudió la zona centro-norte entre Illapel y Valparaíso, causando la destrucción de unas 25 mil viviendas.
Tras la catástrofe, la ex Unión Soviética decidió donar al Estado de Chile toda la maquinaria necesaria y facilitar los especialistas rusos para instalar en nuestro país una empresa que permitiera construir departamentos sociales a gran escala. Era la fábrica KPD, cuyas siglas en ruso significan algo así como “Edificación con Grandes Paneles”. Fueron cuatro mil las toneladas de maquinarias, equipos y vehículos que llegaron en buque desde Rusia. También lo hicieron los técnicos rusos que debían apoyar en la instalación de la industria y, posteriormente, en el asesoramiento a los trabajadores chilenos. La embarcación arribó al puerto de Valparaíso en febrero de 1972 y de ahí se trasladó todo el equipamiento hasta la ciudad de Quilpué.
La planta se ubicó en el incipiente barrio industrial de El Belloto, donde se buscaba cimentar un polo de desarrollo que se hiciera cargo de la reconstrucción de la zona central del país y de la demanda habitacional histórica que acarreaba Chile.
Esta fábrica de viviendas industrializadas o viviendas prefabricadas fue una importante innovación tecnológica para la época, ya que permitía la producción de paneles de hormigón armado en serie, para construir viviendas en altura media de cuatro pisos y sin siquiera generar escombros en el terreno intervenido. Algo impensado para esos años.
El periodista Rodolfo Rojas, quien ha investigado el proceso de la KPD, explica que “la fábrica y estos edificios rusos representan la cumbre de la prefabricación pesada de viviendas en Chile, al constituirse como el único sistema capaz de consE Una de las innovaciones habitacionales y urbanas más importantes que ha tenido Chile, fue la KPD, la empresa que donaron los rusos al Gobierno de Salvador Allende para construir edificios sociales a gran escala gabriela Correa, quien fue la primera y única dirigenta sindical mujer que tuvo la KPD, recuerda con nostalgia lo que fue el funcionamiento de la empresa de origen ruso.
Truir edificios de vivienda de hormigón armado totalmente prefabricado, a diferencia de ejemplos anteriores donde sólo se usaban elementos de este tipo como en la estructura y las losas”. Asimismo, detalla que el denominado sistema promovido en 1948 en Francia por Raymond Camus, adaptado en la Unión Soviética para zonas sísmicas y ejecutado también en Cuba, representaba un durable ejemplo de viviendas prefabricadas, “quizás las mejores de su tipo y muy superiores a los sistemas usados en lugares como Inglaterra, donde la mayoría de estos edificios han sido demolidos o en la mismísima ex Unión Soviética, donde ya se han demolido muchas de estas Kruschovskas' o están en vías de ser restauradas”. Pero en Chile los edificios que se alcanzaron a construir siguen en pie y en perfectas condiciones estructurales. INSTALACIÓN DE LA EMPRESA Todo el proceso de instalación de la empresa se realizó en forma acelerada y ya en octubre de 1972 estaba en pleno funcionamiento.
Para inaugurarla, el 22 de noviembre se realizó una masiva y recordada ceremoEl proceso de construcción de la KPD era tan rápido, que en 2 semanas podía levantar un edificio con una cuadrilla de solo 14 trabajadores. nia, que contó con la presencia del Presidente Salvador Allende.
Ese día, el “Chicho” puso su firma en el primer panel de hormigón que entregó la fábrica, el cual hace algunos años fue salvado del olvido y presentado con honores en la Bienal de Arquitectura de Milán (2014). “Ese día había mucha gente en la fábrica. Fue una jornada de alegría para los trabajadores y también para Allende, quien recorrió la empresa, conversó, hizo preguntas y se fotografió con los funcionarios. Salvador Allende veía la vivienda como un derecho social al cual debían acceder todas las familias chilenas”, recuerda Pedro Cortés, ex periodista de la Corvi, quien estuvo presente en el hito comunicacional. El proceso de construcción de la KPD era tan rápido, que en dos semanas podía levantar un edificio con sólo una cuadrilla de 14 trabajadores. Los departamentos que construiría eran de 2 y 3 dormitorios, con una superficie que fluctuaba entre los 61 a 76 metros cuadrados.
Para que se haga una idea, hoy los departamentos que construye el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu) tienen en promedio 55 metros cuadrados, pero para llegar a esa superficie se generó por años una larga discusión en torno al estándar que debía tener la vivienda social, un problema que se había agravado en la Dictadura, época en que se bajaron los estándares y se llegaron a edificar casas de 25 metros cuadrados.
Además de la tecnología y la innovación, la KPD también tenía trabajadores con un gran compromiso con el sentido social que estaba detrás del proyecto, el cual no solamente buscaba hacerse cargo de la reconstrucción habitacional, sino también de la demanda histórica de las familias que vivían en campamentos y en condiciones de hacinamiento. La empresa llegó a contar con más de mil trabajadores, de los cuales un importante número eran mujeres. Según recuerda Pedro Cortés, se vivía un clima de paridad de género bien simbólico para la época. “De hecho, yo recuerdo que gran parte de las personas que operaban las grúas eran mujeres”, asevera. Gabriela Correa tenía 23 años cuando entró a trabajar a la KPD como secretaria del Departamento de Personal.
Rápidamente la joven militante del MAPU logró consolidarse en la fábrica y se hizo un lugar en la empresa, al punto que se transformó en la primera y, finalmente, única dirigenta sindical mujer que tuvo la compañía. “Tengo una gran admiración por los trabajadores de la KPD. Aquí viví lo mejor de mi experiencia laboral. Había un compromiso social y político-social en la gente, que hoy no se ve”, rememora con nostalgia.
Dentro de las anécdotas que se le vienen a la mente, recuerda que los trabajadores chilenos hacían competencias con los expertos soviéticos, para ver quién avanzaba más rápido en las faenas y quién lograba trabajar con más ímpetu. Gabriela Correa asegura que las jornadas eran extenuantes y muchas veces se extendían por sobre el horario laboral regular. Se trabajaba de día y de noche, en tres turnos diarios. Las semanas previas al Golpe Militar del 11 de septiembre de 1973 fueron complejas y llenas de tensiones. Gabriela Correa recuerda que en aquellos conflictivos momentos hacían turnos para cuidar la empresa de noche y así evitar que grupos de extrema derecha realizaran atentados que sabotearan las faenas. A ella también le tocó quedarse de madrugada para velar por la seguridad de la industria, y todo se hacía en un ambiente de mucha camaradería y compañerismo.
Recuerda que en esas instancias comprobó una “irrestricta defensa” de los trabajadores, pero ese resguardo -agrega con propiedadse hacía a rostro descubierto y sin armas, descartando de plano algunas de las aseveraciones que esgrimieron los uniformados una vez que derrocaron el gobierno de Allende, al plantear que las industrias estaban llenas de armamento.
SE APROXIMA EL GOLPE MILITAR La ex dirigenta sindical cuenta que la empresa mandaba a buscar a los trabajadores en camiones para que pudieran llegar a la hora y no tuvieran problemas en sus desplazamientos, asegurando así el rendimiento laboral diario. Incluso, recuerda que no tuvieron ningún paro ni tampoco se tomaron las dependencias de la industria, como sí sucedió en otras empresas.
Las semanas previas al Golpe Militar -señala Gabriela Correapasaban helicópteros a muy baja altura por sobre la empresa y se veía a uniformados tomar fotografías desde lo alto, al parecer investigaban lo que se estaba haciendo en la KPD. “Yo estoy segura de ello, porque luego del Golpe un oficial me mostró una fotografía donde aparecía yo mirando el cielo”, asevera.
El 11 de septiembre de 1973 era un día especial para ella y los otros dirigentes de la KPD, ya que debían viajar muy temprano hasta Santiago para reunirse -según recuerdacon el entonces subsecretario del Interior, Daniel Vergara. La reunión tenía por objeto solicitar a la autoridad apoyo para resguardar de mejor manera la empresa, ya que cada vez tenían más temor por las eventuales acciones de sabotaje que podían sufrir. Pero no alcanzaron a trasladarse a Santiago. Pronto se enteraron que desde muy temprano efectivos de la Armada se habían tomado la industria. “Yo me acerqué a donde estaba la empresa, que en ese tiempo no tenía nada a su alrededor, ya que estaba ubicada en un terreno eriazo. Cuando iba llegando, un compañero que estaba escondido detrás de unos matorrales me llamó y me contó lo que estaba sucediendo. Me escondí con él, luego caVista aérea del hermoso conjunto habitacional KPD construido en el sector de Belloto Sur, en Quilpué. Foto de Gonzalo López, archivo del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu). 1 Allende en una de sus primeras visitas a la KPD, para fiscalizar el proceso de construcción de la empresa. Atrás a la izquierda, un joven Pedro Cortés, en sus años como periodista de la Corvi. minamos a un lugar seguro. Cuando pasamos por el cementerio, logramos ver a lo lejos que tenían a los trabajadores boca abajo y también ví unos hoyos que parecían trincheras donde había marinos con cascos y tenidas de combate. Al parecer buscaban las armas que nunca hubo en la empresa”. La Armada fue la responsable de allanar la planta KPD a primera hora de esa mañana del 11 de septiembre de 1973.
De inmediato detuvieron a los operarios de la fábrica que estaban presentes y también los que iban llegando, y los enviaron a centros de detención, algunos fueron torturados y encarcelados; mientras que los técnicos soviéticos fueron expulsados inmediatamente del país. Luego de arrancar de la empresa, Gabriela Correa se fue a su casa y no salió más. Al día siguiente tomó su bicicleta y salió a recorrer Quilpué buscando a algunos de sus amigos y camaradas.
De ahí se escondió por algunos días en Viña del Mar, hasta que cercanos le dijeron que su nombre había salido por radio y que también la nombraban por altavoces en el centro quilpueíno, señalando que debía presentarse junto a otros trabajadores en la empresa KPD. El 30 de septiembre decidió regresar a Quilpué y se fue a presentar a la KPD.
Asegura que la recibió un oficial de alto rango, quien le comunicó que estaba despedida y le dijo despectivamente: “Vaya a lavar los trigos sucios”. Cuenta que después de eso se fue a la casa de unos amigos. Recuerda que en octubre los militares la habrían ido a buscar a su departamento y no la encontraron. Decidió irse de Quilpué para estar más tranquila y segura. Optó por trabajar en el Comité por la Paz en Chile y desde esa vereda desarrolló una larga labor en defensa de los Derechos Humanos. Durante la dictadura, la fábrica cambió de nombre.
Pasó de KPD a VEP: Viviendas Económicas Prefabricadas, y muchos de los trabajadores debieron volver a sus puestos de trabajo, ya que los uniformados poco y nada sabían del funcionamiento de la tecnología de la compañía.
Pero poco a poco la idea de la vivienda social comenzó a más mercantil Finalmente, la empresa -que fue el gran sueño habitacional del Gobierno de Salvador Allendeoperó hasta 1978, año en que comenzó a ser desmantelada y rematada como chatarra, especialmente luego que la Cámara Chilena de la Construcción la viera como una amenaza para la pujante producción inmobiliaria, dado que la tecnología soviética construía en un mes lo que la industria tradicional edificaba en mucho tiempo más.
En total, se llegaron a construir 16 conjuntos habitacionales en las regiones de raíso y Santiago (153 cios y más de 3.500 deos al estilo de la vivienda social rusa). Uno de ellos se levantó en Dictadura en el exclusivo y privilegiado sector de Jardín del Mar en Reñaca, cuyo valor comercial hoy supera los 120 millones de pesos. aunque le produce tristeza e indignación recordar todo lo que sucedió con la intervención de las Fuerzas Armadas, Gabriela Correa cuenta que para ella fue una oportunidad y un orgullo haber trabajado en la KPD, es su mayor recuerdo histórico, que a sus 73 años atesora con devoción y “quedará por siempre grabado en mi memoria”. Destaca que fue parte del sueño de un Gobierno y de todo un pueblo, que pudo haber cambiado el sentido y la calidad de la política habitacional y la vivienda social en Chile. Y
Resumen
E Una de las innovaciones habitacionales y urbanas más importantes que ha tenido Chile, fue la KPD, la empresa que donaron los rusos al Gobierno de Salvador Allende para construir edificios sociales a gran escala El 8 de julio de 1971 un terremoto de 7, 7 grados en la escala de Richter sacudió la zona centro-norte entre Illapel y Valparaíso, causando la destrucción de unas 25 mil viviendas., El periodista Rodolfo Rojas, quien ha investigado el proceso de la KPD, explica que “la fábrica y estos edificios rusos representan la cumbre de la prefabricación pesada de viviendas en Chile, al constituirse como el único sistema capaz de cons- Salvador Allende visitando la empresa KPD que estaba ubicada en el sector de El Belloto., Pero poco a poco la idea de la vivienda social comenzó a más mercantil Finalmente, la empresa -que fue el gran sueño habitacional del Gobierno de Salvador Allende- operó hasta 1978, año en que comenzó a ser desmantelada y rematada como chatarra, especialmente luego que la Cámara Chilena de la Construcción la viera como una amenaza para la pujante producción inmobiliaria, dado que la tecnología soviética construía en un mes lo que la industria tradicional edificaba en mucho tiempo más.
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