Autor: BAn Ye LIi Z Mu Ñoz
No estacione su auto debajo de cedros, pinos, sauces o abetos: acá le contamos por qué
Son los que más eliminan resina, una sustancia aceitosa y densa que cuesta sacar de la pintura )) “Al dañarse la pintura, dejas expuesto el metal, lo que hace factible que ocurra un oxidación” Lisa Muñoz, doctora en Química El jacarandá es uno de los árboles que genera mielcilla, una película de microgotas de azúcar.
N e ha pasado que por falta de lugar, por apuro o por necesidad de sombra termina estacionando debajo de un árbol? Y después se arrepiente cuanto encuentra la carrocería sucia por la resina que cae de ellos o por las fecas de los pájaros. "Estacionar bajo un árbol siempre será un riesgo, ya que hay que tener cuidado con los fluidos que eliminan ciertas especies. Uno de ellos es la resina: una secreción de las coníferas, árboles entre los que se encuentran los pinos, cedros, cipreses, enebros, sabinas, abetos, liquidámbar, álamos, pimientos y sauces.
Es producida por el árbol, dentro de su tallo, para la cicatrización de sus heridas (por los ataques de insectos o rotura de ramas). Es una sustancia fluida y viscosa, de color ámbar”, describe Juan Velozo, magíster en ciencias con mención en Botánica y fisiólogo vegetal, además de director del Centro Tecnológico de Recursos Vegetales de la Universidad Mayor. "Las resinas se pegan más en el auto: cuesta sacarlas. Son sustancias aceitosas, densas y no solubles al agua. Pueden disolverse en solventes orgánicos como alcohol isopropílico u otros para remover aceites”, explica. ¿En Santiago hay de estos árboles? "Sí, son muy comunes los cedros y los cipreses en las áreas verdes. El pino, un poco menos”, dice. Lo corrobora la doctora en Química Lisa Muñoz, académica del Instituto de Química de la Universidad Católica de Valparaíso. “Las resinas son una secreción orgánica producida por muchos árboles, entre ellos los pinos, enebros y abetos. Ese material, cuando cae sobre el capó de un auto, se adhiere muy bien a su pintura. Y para retirarla hay que raspar u ocupar productos no convencionales, porque no es soluble. Eso puede afectar la pintura.
Cualquier sistema Una doctora en química, un magíster en botánica y un ingeniero mecánico explican los daños que producen esta secreción, la mielcilla y las fecas de las aves sobre la carrocería. abrasivo para quitar la resina podría generar un deterioro en la película polimérica de la pintura”, enfatiza. La especialista aclara que “al dañarse la pintura, dejas expuesto el metal, lo que hace factible que ocurra un oxidación. Pero no es responsabilidad de la resina, sino que del abrasivo que ocupas para sacarla. Pero si la persona limpia esa resina en cuanto la ve, es decir, apenas llega al auto de nuevo, es probable que nunca le pase nada a la carrocería.
Eso puede ocurrir si pasan semanas en que no laves el vehículo: solo ahí es probable que se dañe la pintura”. - ¿ Qué sugiere para eliminarla? -Comience limpiando de forma localizada con agua caliente (sobre 60 grados Celsius) con presión, así favorece la solubilidad de la resina. Si eso no funciona, se pueden usar productos orgánicos naturales, como el aceite de oliva, que ayuda a removerla. Lo que nunca se debe hacer es raspar la zona con cuchillos o algo que pueda rayar la pintura, porque entonces seguro que se deja una zona metálica expuesta. Carlos Moris, ingeniero en ejecución de Mecánica Automotriz y Autotrónica y académico del DuocUC, confirma que la resina puede ser dañina para ciertos autos ya que “es difícil sacarla. Y hay vehículos con pintura en monocapa, bicapa y tricapa. Los con bicapa y tricapa son más resistentes, pueden aguantar resinas y heces de aves. Los autos con monocapa de pintura son, por lo general, los citycar o los modelos de gama baja.
En cambio, la tricapa es más habitual en vehículos de gama alta: protegen mucho más”. ¿Cómo saber cuál es la pintura de mi auto? “Los bicapa o tricapa se comprueban porque son pinturas perladas o de poliuretano. Las monocapas se pueden determinar por su textura al tacto y eso solo lo podría hacer un experto”, afirma Moris. Mielcilla y aves Además de la resina, también hay árboles que botan una especie de mielcilla.
El profesor Velozo detalla que en algunas épocas de año, como en otoño, y en cierto tipo de árboles, como álamos, sauces y jacarandá, se generan plagas de algunos insectos chupadores -como los pulgonesque se alimentan de la savia del árbol, produciendo mielcilla. Se trata de una excreción del insecto rica en azúcares. Esta puede caer sobre un auto estacionado, produciendo una película de microgotas de azúcar que va dejando pegajosa toda la superficie”. Aclara que estas microgotas son fáciles de limpiar: se quitan con agua. La idea es que se pase un paño húmedo sobre ellas. "Hay que tener cuidado con que no se vayan acumulando. Cuando el azúcar se cristaliza puede producir microrayas en la pintura si el auto no se lava de manera adecuada.
Pero tampoco es que le vaya a generar una alteración mayor”, precisa. ¿Y las aves? Velozo destaca que “estas pueden nidificar en cualquier árbol, pero lo más frecuente es que lo hagan en aquellos que están en calles con poca circulación o en los que tienen follaje denso. El problema es que sus fecas son ricas en ácidos úricos y producen bases amoniacales, una sustancia muy ácida que puede corroer las lacas y pinturas.
Si no se limpian a tiempo, pueden quedar aureolas en el lugar del auto donde cayeron”. Esta suciedad debe retirarse con un paño húmedo lo antes posible. "Se puede perjudicar el aspecto del vehículo y, si lo quiere vender, su valor será relativo si es que alguien evalúa el estado de la pintura”, sostiene.
El ingeniero civil mecánico Cristian González, fundador de Spoon Hot Rod Garage, un taller de restauración de vehículos, sufrió en carne propia esta situación con un vehículo de 1929 que había permanecido abandonado “cerca de 30 años debajo de un sauce en Curicó. Se generó un ambiente de humedad propicio para la corrosión: se vieron afectadas las lacas y otras partes. Como se trataba de una joya de colección, lo restauramos completamente: importamos las piezas y otras las fabricamos.
El auto quedó impecable”. La doctora Muñoz explica que la oxidación del metal se produce des” pués de años estacionado en esas condiciones. "Pueden pasar lluvias, cambios de temperatura, humedad y un sinfín de condiciones ambientales que harán propensa esa oxidación”, relata.