Un primer encuentro con Robinson Crusoe
Un primer encuentro con Robinson Crusoe "P ocos lo saben, pero Juan Fernández está al mismo nivel de las islas Galápagos en cuanto a la concentración de especies de flora y de fauna endémica", dice la viajera y creadora de contenido Victoria Ansaldo sobre su encuentro con el archipiélago hace unas semanas.
Luego, a modo de ejemplo, menciona al picaflor de Juan Fernández, al lobo fino de dos pelos y a una curiosa especie de nalca que desarrollaron deformaciones que solo se pueden ver en este lugar. "Lo que más me llamó la atención fue la diversidad de ecosistemas que conviven en un espacio pequeño.
Allí puedes caminar por un paisaje muy seco y sin árboles, como del norte de Chile, para después atravesar sectores inmensos cubiertos por nalcas gigantes", dice. "Hay zonas tan arboladas y frondosas que me recordaban al Parque Nacional Pumalín en la Patagonia.
Lo más increíble era... ¡que estaban desplegadas a la misma altura de Valparaíso!". Victoria Ansaldo, 28, viñamarina, hace siete años decidió colgar su título de Ingeniería Civil Industrial para transformarse en una de las creadoras de contenido de viajes más populares. Su registro lo lleva en su cuenta de Instagram @octaviaviajando, donde hace divulgación sobre lugares que ha conocido a bordo de la combi rosada que adaptó y bautizó como Octavia. Ahora, su propósito ha cambiado. Ya no solo hace recorridos en su motorhome.
Con nuevas oportunidades que han llegado a sus manos, ha partido a destinos más remotos, como Tierra del Fuego o Cabo de Hornos, así como también en el extranjero, con travesías fotográficas a sitios como islas Maldivas, Bali o a White Salmon en Estados Unidos. "Quiero aportar divulgando sobre el turismo de naturaleza en Chile.
Me interesa conocer las distintas realidades, de norte hasta el sur, y en lugares extremos como la Antártica, o Juan Fernández... Dos sitios con los que sueño desde niña", dice luego de concretar justamente una de esas metas en el alejado archipiélago chileno. El día, soleado, inmejorable, era una seña auspiciosa de lo que vendría. Pronto saldría en vuelo chárter al archipiélago.
Una alternativa que se abrió luego de que conociera a Guillermo Martínez Green, juanfernandino, dedicado al buceo y la pesca deportiva. "Me invitó a su lodge Isla Pacífico para que pasara unos días retratando la vida natural de la isla, desde la perspectiva de un fotógrafo común y corriente. No de un explorador", dice.
Así que, apenas se abrió un cupo en uno de los vuelos que llegan a Robinson Crusoe, la isla principal del archipiélago, no lo pensó dos veces. "En general, es difícil llegar de turista hasta Juan Fernández porque es caro. Solo se puede llegar en vuelos chárter o en un barco de la Armada que casi ya no permite pasajeros civiles", explica.
Así, luego de un tranquilo vuelo de dos horas, arribó a bahía Cumberland, donde se encuentra el aeródromo de Robinson Crusoe, lugar donde se debe abordar una lancha para llegar a San Juan Bautista, el único pueblo del archipiélago. Victoria Ansaldo, rodeada completamente por la inmensidad del Pacífico, recuerda que su primera mañana de caminata partió fresca y solitaria.
Apenas despertó, tomó la mochila, cámara y se trasladó al embarcadero del pueblo para subirse a un bote de pescadores rumbo a bahía El Padre, ubicada en el noroeste de la isla. "Los pescadores iban a adentrarse en el mar, a pescar langosta, lo que aquí más se extrae gracias a un interesante modelo de pesca sustentable. De camino a la faena, los pescadores me dejaron al comienzo de la ruta para partir un recorrido que cruza la isla", dice. El sendero que se disponía a realizar se conoce como Isla Robinson Crusoe, posiblemente uno de los más icónicos: es una caminata de 17 kilómetros que cruza la isla de extremo a extremo. Y como algunos lo hacen de ida y vuelta, son 34 kilómetros, con la alternativa de acampar en la ruta.
Un dato importante: prácticamente toda la isla Robinson Crusoe es parte del Parque Nacional Archipiélago Juan Fernández, declarado en 1935, y es además una Reserva de la Biósfera reconocida por la Unesco gracias a su enorme biodiversidad, que abarca 137 especies endémicas, 213 nativas y un índice de 64,32 por ciento de endemismo. Uno de los más elevados del planeta, según Conaf. Con ese contexto, el circuito que hizo Victoria partió por un entorno bastante seco, lleno de contrastes. De un lado se veían los tonos anaranjados de la montaña que desafiaban al azul del océano. Por otro, podía ver la isla Santa Clara, que junto a Robinson Crusoe y la lejana Alejandro Selkirk forman el archipiélago. El clima también era cambiante, señala. A veces había sol y al rato se ponía a llover, recuerda.
De pronto se sentía como en pleno verano y a los pocos minutos, la lluvia y hasta el frío la cambiaban de estación. "Como es una isla en medio del océano, todo los fenómenos climáticos pasaban muy rápido", explica.
En ese primer tramo, lo otro que la marcó fue la presencia de sectores costeros llenos de lobos marinos de dos pelos, una especie que en el pasado fue tan explotada que estuvo a punto de extinguirse. "Felizmente, ahora hay muchos. Son muy especiales de ver. Y había muchas crías en la isla", recuerda.
El circuito que va de extremo a extremo de la isla maravilla con su combinación de colores y tipos de paisaje, "con sus cerros volcánicos que poco a poco se van tiñendo del verde profundo que otorga la vegetación". Mientras se acercaba hacia el centro de la isla, recuerda que no podía dejar de imaginarse como en una película de la saga Jurassic Park, porque lo que antes eran cerros pelados, de pronto estaban convertidos en elevaciones cubiertas de bosques de luma, con gigantescas hojas de nalca, además de montones de flores. Incluyendo, lamentablemente, amapolas. "Si bien son introducidas, son súper lindas y con sus pétalos alimentan las nidificaciones del picaflor endémico del archipiélago.
Había muchas crías y sus colores eran hermosos de fotografiar", dice, y se detiene en el plumaje de estas aves, con tonos naranjo intenso en los machos y blancos y azules brillantes en las hembras. "Son realmente hermosos, muy grandes y hacen unos sonidos inolvidables". Un hito clave del circuito, recuerda Victoria, es el Mirador Alejandro Selkirk, donde se tiende a decir que el legendario náufrago escocés (cuya historia inspiró la novela Robinson Crusoe) pasaba el tiempo esperando a ver algún barco asomándose a lo lejos que le permitiera salir de la isla. "Este mirador es súper panorámico: permite tener grandes vistas hacia las dos `caras' de Robinson Crusoe, incluyendo el pueblo que está al final de la ruta", dice.
Cerca de este mirador, añade Victoria, también se encuentra el cerro El Yunque, que es la cumbre más alta de la isla y desde donde se tienen las mejores vistas. "Aunque su cima es complicada de subir, y no es parte del sendero, si vas con guías locales, te pueden llevar. Ellos además tienen las mejores recomendaciones de lugares donde acampar". Pero no todo es belleza. La ruta también revela la fragilidad del ecosistema local.
A lo largo de su caminata, dice que vio liebres, coatíes y gatos domésticos que amenazan a las especies locales. "Se comen los huevos de los picaflores y de otras aves endémicas, y por eso muchas están ahora en peligro. Es una realidad muy triste, pero también da cuenta de los efectos en la naturaleza que puede tener la intervención humana". Otra de las características que atraen de Juan Fernández es la temperatura del agua. Más tibia que la de las costas continentales, eso convierte al archipiélago en un destino soñado para el buceo. Algo que estaba en la lista de la viajera. Para verificar esa fama, hizo varias salidas con la agencia Mare Nostrum. "La isla está llena de puntos de buceo.
Hay algunos que están más cerca del pueblo, a cinco minutos en bote, por ejemplo, donde uno ya puede ver demasiadas especies marinas, y donde los lobos finos de dos pelos van como a jugar con uno, o a curiosear dentro del agua", recuerda. En esas salidas, dice, los mejores sitios para conocer el mundo submarino isleño están en los roqueríos que rodean Robinson Crusoe. "Hay muy buena visibilidad.
Mucho mejor que la que había tenido en otros lugares de Chile, y con una tasa de endemismo acuático muy alta: el 90 por ciento de lo que está ahí solo se puede ver en este lugar. Y la lista de especies es enorme: hay lenguados, langostas, tímidos pulpos y un montón de peces de colores". El pueblo mismo es una experiencia que vale la pena, dice. Se trata de un lugar "vivo", donde la comunidad muestra sus ganas de celebrar la vida que hacen en la isla, a pesar de las dificultades. Y más de alguna tragedia que los medios parecen empeñados en mantener viva.
El espíritu local, asegura, se puede conocer bastante bien en sus calles, pero también en sitios como la pizzería El Náufrago, "donde ofrecen carne de chivo salvaje". O en alternativas como El Terruño, donde puede aventurarse con su curioso "pulpopleto", que es un sándwich en pan de completo relleno de carne de pulpo.
La dieta marina es tan amplia, dice, que quizá eso explique la impresión que tuvo de su gente: "Los locales se ven mucho más saludables y jóvenes", asegura sobre este lugar, al que ya quiere volver. --En balance, ¿qué fue lo más inesperado que encontraste? --Su relación con la naturaleza y la cantidad de especies distintas que se pueden encontrar. Nunca olvidaré las vidriolas y el lenguado gigantescos de más de metro y medio que vi mientras buceaba. Es solo un ejemplo. Pero tampoco olvidaré la falta de temor con que estas especies se acercan. Realmente son experiencias que vale la pena vivir y descubrir.
D Un primer encuentro con ROBINSON CRUSOE La isla principal del archipiélago Juan Fernández, uno de los sitios con mayor biodiversidad endémica del mundo, es un hito en medio del Pacífico que vale poner en la agenda viajera, como muestra este registro de una popular influencer que lo visita por primera vez. POR Marcela Saavedra Araya. SAN JUAN BAUTISTA. Es el único poblado del archipiélago. PATRIMONIO. Bajo sus aguas hay elevadísimos niveles de endemismo. VIAJERA. Comenzó mostrando las travesías que hacía en una combi rosada. PROTEGIDO. Desde 1935 que este archipiélago es parque nacional. PICAFLOR DE JUAN FERNÁNDEZ. Es una de las especies icónicas. F O T OS: VIC T ORIA ANSALDO.