Autor: Clemente Larraín Paz Zúñiga
Déficit habitacional: un problema de género
Nuestro país vive una emergencia habitacional de gran magnitud. El último catastro de campamentos de TECHO-Chile en 2021 señala que hay más 81 mil familias viviendo en esta condición. Luego, un estudio del Centro UC de Políticas Públicas y Déficit Cero estimó el déficit habitacional en 641 mil familias, entre hogares allegados, hacinados, en situación de calle o viviendas irrecuperables y familias en campamentos. Esta emergencia no afecta igualmente a toda la población, las mujeres jefas de hogar constituyen la mayor proporción del déficit habitacional.
Parte importante de ello se explica por el allegamiento: muchos hogares monoparentales liderados por mujeres deben apoyarse habitacionalmente en sus familiares y, a menor nivel de ingresos del hogar allegado, es mayor la probabilidad de que presente jefatura femenina: así se intersectan la vulnerabilidad socioeconómica y habitacional. Tanto los campamentos como el hacinamiento replican esta tendencia.
Esto da cuenta que el camino hacia un déficit habitacional cero hay varios desafíos, entre ellos comprender que esto no se trata sólo de construir viviendas, sino que estas deben cumplir con ser adecuadas en términos económicos, sociales, culturales y territoriales, y también desde el punto de vista de su acceso equitativo en términos de género. Nuestra política debe reconocer este vínculo y reformular los criterios de selección de los actuales programas, priorizando aquellos hogares vulnerables con prevalencia de mujeres jefas de hogar.
No podremos resolver esta emergencia si no es con una política pública habitacional con una real y efectiva perspectiva de género, que incorpore en sus estrategias y planes la pluralidad de experiencias y categorías que se intersectan a la de “ser” mujer en contextos de exclusión.