Autor: Jorge Valderrama Gutiérrez
A 193 años de la fratricida Batalla de Lircay
17 de abril de 1830 A 193 años de la fratricida Batalla de Lircay Batalla de Lircay Jorge Valderrama Gutiérrez Por orden de don Diego Portales se hizo el silencio en torno a ese funesto enfrentamiento entre chilenos, cuyas bajas se disimularon oficialmente para no horrorizar a la población, por lo cual existe muy poca información historiográfica al respecto, exceptuando un par de mapas de época, un libro de reminiscencias de un niño talquino, y los estudios del destacado general de Ejército, historiador y ex Primer Mandatario de la República Argentina, Bartolomé Mitre, entre otros iniendo por la Panamericana o en tren hacia Talca desde el norte, se cruza el otrora caudaloso río Lircay -"aguas aconchadas" en araucano-, cuyas inmediaciones fueron escenario de dos acontecimientos históricos: el Tratado de Lircay, firmado el 3 de mayo de 1814; y la batalla homónima librada el 17 de abril de 1830, en terrenos donde hoy se encuentra la Universidad de Talca, en la cual existe un monolito que recuerda aquel sangriento hecho de armas... en cuyas aguzadas puntas se mecieron -por instantes los destinos de la patria. Liberales versus Conservadores Una vez consolidada la Independencia, en 1829 estalló una revolución que enfrentó a dos facciones polarizadas que intentaban imponer sus modelos ideológicos. Una la conformaban los Liberales, inspirados en la Revolución Francesa y que deseaban un modelo político que garantizara la mayor cantidad de libertades individuales. La otra eran los Conservadores, iluminados por un pasado colonial cuyo anhelo era vigorizar un poder central fuerte y autoritario, capaz de imponer orden. De las palabras y peroratas se pasó a la acción.
El detonante fue la renuncia a su cargo del Presidente Francisco Antonio Pinto, sucediéndole Francisco Vicuña Larraín (julio de 1829), apoyado por el Congreso, dominado por los Liberales (pipiolos). Los Conservadores (pelucones) consideraron que se había vulnerado la Constitución, uniéndose con los estanqueros en un solo bloque contra el gobierno. El país se encontraba convulsionado y dividido por diferentes bandos políticos... encabezados por los jefes que acababan de independizar al suelo patrio y a sus habitantes.
Ello generó una gran inestabilidad política y social, caracterizada por luchas entre caudillos y líderes que deseaban apoderarse de la Primera Magistratue L A PO Maqueta que se encuentra en el Museo Histórico y Militar de Chile. ra. De esa manera, el Ejército del Sur, acantonado en Concepción bajo el mando del general Joaquín Prieto, se sublevó en defensa de la Constitución y marchó a Santiago.
En la capital, en tanto, las tropas del gobierno quedaron a cargo del general Francisco de la Lastra, enfrentándose ambos ejércitos el 14 de diciembre de ese año en el Combate de Ochagavía (a las puertas de Santiago), en el que no hubo vencedores ni vencidos, por lo cual los bandos firmaron una tregua y acordaron poner al general Ramón Freire al mando del país (quien se dejó dominar por los pipiolos). Pero, poco después, los Conservadores (que habían sufrido la caída de O'Higgins) intrigaron para ganarse al General Prieto, que estaba al mando del Ejército del Sur, hasta que se rebeló contra el gobierno constituido, marchando hacia Santiago. La noche del 14 al 15 de abril cruzó el río Maule y ocupó Talca antes del mediodía, cuyas autoridades habían roto relaciones con el Congreso adhiriendo a su causa. En tanto, el general Freire reunió las tropas del Norte y fue a su encuentro.
Cuando Prieto ingresó a la ciudad la tarde del 15 de diciembre de 1829, fue recibido con satisfacción, alegría y festejos por la mayoría de sus habitantes, hospedándose en la casa de doña María Antonieta Donoso, en tanto sus tropas acantonaron en la Plaza de Armas.
Enseguida se presentaron a ofrecerle su irrestricta colaboración don Matías Silva y Leal, gobernador talquino partidario de la causa conservadora, quien tidario de la causa conservadora, quien Maqueta de la Batalla de Lircay, acaecida el 17 de abril de 1830 en las márgenes del río homónimo, cerca de Talca. reorganizó al prestigioso Batallón Cívico Talca -integrado por jóvenes piducanos-; y los vecinos: Santiago de la Cruz, Pedro Donoso, Manuel Jesús Henríquez, Francisco Vergara y Donoso, Juan de la Cruz Donoso, Vicente Antonio Antúnez, Ramón Bascuñán, Diego Vergara, Francisco Urzúa y Opazo, Rafael Gana y Manuel Donoso. Desde Talca, Prieto intercambió numerosa correspondencia con Freire, tendiente a evitar un derramamiento de sangre entre hermanos, sin llegar a ningún acuerdo. El día 16, ambos generales se situaron a seis kilómetros al nororiente del pueblo. En la noche, Prieto urdió un simulacro de amago a la plaza y se trasladó con sigilo a Lircay en previsión de una sorpresa. Advertida la maniobra por Freire y Rondizzo A 193 años de la fratricida Batalla de Lircay.
A A y inc ld 7] y Generales Benjamín Viel, Guillermo Vic Tupper (muerto en batalla) y José Rondizzoni (quien en 1842 fue gobernador político y militar de Constitución), jefes extranjeros que combatieron en Lircay a las órdenes de Ramón Freire. ni, tomaron posiciones a su vez a Casi medio kilómetro del río, ajustando la línea de batalla a las sinuosidades del terreno. Prieto inició un movimiento envolvente, para tomar al enemigo por su flanco, estratagema que tanto Freire como sus oficiales juzgaron como una retirada.
Cuando ya consideraban evadido el combate, a Freire y a su estado mayor les extrañó observar que los artilleros enemigos enganchaban sus piezas y aceleradamente se dirigían al surponiente, interpretando que Prieto se encaminaba a Concepción.
Sin embargo, antes de 20 minutos su sorpresa fue mayúscula al contemplar asombrados que los hombres ocupaban al trote los extramuros al norte de Talca, tendiendo una línea de batalla al amparo de accidentes naturales y de algunos añosos edificios.
Preámbulos de una matanza Si bien el ejército del gobierno, comandado por Ramón Freire, estaba compuesto por 1.750 soldados, cuatro cañones, poseía una infantería mejor preparada y los servicios de valerosos jefes extranjeros, como: Benjamín Viel Gomets, francés, veterano en las campañas napoleónicas; José Rondizzoni, italiano que actuó junto a Napoleón y que después de Waterloo emigró a América; y Guillermo de Vic Tupper, comerciante inglés que participó en la conquista de Chiloé, casado con Isidora Zegers; el intacto ejército de Prieto contaba con 2.200 hombres y 12 cañones, además de la presencia en sus filas de los generales José María de la Cruz y Manuel Bulnes. Empero, la superior calidad de la infantería de Prieto equilibraba las fuerzas, por tanto la dirección táctica y estratégica tendría la última palabra. En el libro Vida de un soldado. Desde Valdivia a la victoria de Yungay, se encuentran valiosos testimonios de época de aquella sangrienta batalla. Su autor, Antonio Barrena Lopetegui, era a la sazón un niño de diez años, y sus manuscritos fueron reunidos y publicados en 2009 por el investigador Jorge Molina Hernández. Antonio vivía con su madre y su padrastro Diego Casón -mayor de Ejército leal a Freireen una casona que ese último poseía en las cercanías al sitio de la batalla.
En una de sus páginas, recuerda que "durante nuestra permanencia en Talca tuvo lugar la Batalla de Lircay, nombre de la pampa en la que ocurrió ese hecho de armas, en las inmediaciones del pueblo y a la vista de nosotros, los que ocupábamos una casa-quinta con altos, situada al Norte (sic) del pueblo". Antes de la batalla, los coroneles Tupper y Bell -junto a otros oficiales se hospedaron en la casona del padrastro de Antonio.
Allí, Tupper ensayó con su padrastro tiros de pistola, confirmando que ambos eran diestrísimos. renglón seguido relata que "el pueblo de Talca y sus alrededores sirvieron de deshaciendo movimientos, avanzando y retrocediendo, batiendo los cazadores en guerrilla, o sea, ejecutando una Pero, el sábado 17 de abril de 1830 el general Prieto movió sus tropas y las dispuso en posiciones de batalla, dejando a la ciudad a sus espaldas. El General Freire, cuya paciencia se agotaba, ya que no deseaba otra cosa que iniciar el combate, lo aceptó sin estudiar las condiciones que favorecían al contrario; sin tener en dolas a retroceder para rehacerse. Las milicias de la caballería de Prieto, muy superior a la otra, dio su carga por el flanco derecho, arrollando a la que salió a su encuentro y cebándose con la infantería.
Desde ese momento la confusión se apoderó de las filas, en tanto los hombres de Prieto cargaron en buen orden y todos a la vez, haciendo soportar a sus contrarios el peso de columnas descansadas y bien dirigidas. Igualmente, la caballería de Viel fue rechazada y perseguida por Manuel Bulnes, quien la forzó a buscar salvación a orillas del río, donde la destrozó en menos de diez minutos.
Con más de 500 muertos y 1.000 prisioneros, el objetivo del general Prieto de concluir con la Guerra Civil por medio del aniquilamiento del ejército de Freire, fue plenamente logrado, más que por la superioridad numérica, por la implementación de una táctica de combate impecable. Tras la confusión vino la derrota completa, siendo inútiles los heroicos esfuerzos para resistir; por el contrario, ese fue un motivo más que contribuyó a que la matanza fuera más horrorosa. Tupper y Bell fueron asesinados a lanzadas y sablazos.
Antonio recorrió las inmediaciones tras el combate. "¡Qué multitud de cadáveres!, ¡qué semblantes, revelaban unas expresiones de dolor y otros una ira tan reconcentrada que quedaron sus huellas con la muerte! Por todas partes había cadáveres diseminados o algunos agrupados unos sobre otros, muchos quemados y casi carbonizados con el fuego del pasto que se quemó, otros aplastados por los caballos.
En fin aquello era horrible y más tétrica era la operación que hacían muchos hombres, abriendo zanjas y depositando en ellas los cuerpos que arrastraban por el suelo, otros formaban montones de restos humanos que cubrían con ramas, las prendían y luego el fuego avanzaba con rapidez, echando columnas de humo espeso y de olor detestable". Terminada la batalla, Antonio rememoró: "¿ quién no puede sospechar los desórdenes, desmanes y escenas dolorosas de toda especie, a que se entrega un ejército victorioso a las puertas de una ciudad?, ¡y más aún, de una tropa como aquella, revolucionada contra el gobierno constituido y contando entre sus filas con temibles araucanos! [... ] Soldados de caballería entraron por distintos puntos a Talca, echando puertas abajo, se disparaban tiros y robaban. Con sables desenvainados y robaban.
Con sables desenvainados y Generales Ramón Freire (arriba), Jefe Supremo del país -apoyado por los Liberales-; y Joaquín Prieto (abajo), comandante del Ejército del Sur -apoyado por los Conservadores-, vencedor en la Batalla de Lircay. vencedor en la Batalla de Lircay. tintos de sangre aun estilando, con algún infante en la grupa, se dedicaron a saquear y asaltar sin oposición ni voz de mando que los detuviese". De esa forma concluyó la batalla que dio fin a la Guerra Civil de 1829.
Epílogo Por orden de Diego Portales se hizo silencio en torno a esa batalla fratricida, para que el régimen de 1830 surgiera "de la libre voluntad de los pueblos", disimulándose oficialmente las bajas para no horrorizar a la población: de 5.000 combatientes pereció una cuarta parte. A partir de entonces se establecieron las sólidas bases de la República y la posterior promulgación de la Constitución de 1833. Actualmente, un monolito al interior de la Universidad de Talca conmemora aquel hecho de armas que enlutó a la naciente República.
Asimismo, merced a terremotos y otros fenómenos naturales, la topografía del lugar no es la misma que en 1830, lo que se comprueba cuando se analizan y comparan mapas y/o planos de época con otros actuales.
Así, se comprueba que el curso del río -y sus meandros ha cambiado; que las dos lomas dibujadas y mencionadas por expertos apenas son perceptibles; siendo probable que las osamentas de los muertos en combate se hayan desintegrado... quedando un relativo marco referencial que apunta al río y sus alrededores. Y A 193 años de la fratricida Batalla de Lircay.